Por Mariela Sagel, 9 de marzo de 2025
En el emblemático edificio del Banco de España, en la esquina de la calle de Alcalá con el Paseo del Prado y diagonal a la Fuente de Cibeles, en el bello Madrid, visité el último día del año pasado una exposición muy interesante que lleva el nombre del título de este artículo.

El motivo principal de la exposición era la muestra de los retratos que la artista estadounidense Annie Leibovitz realizó de los reyes de España, Felipe VI y Letizia, que han dado mucho que hablar y han sido tendencia en las redes. Se estableció que es la primera vez que, para hacer un retrato, se usa la fotografía, y los dos cuadros, de dimensiones considerables, son verdaderamente impresionantes. Esta propuesta rompió con la tradición de pintar retratos posados, que viene desde los orígenes de la institución bancaria, aunque engarza con la tendencia de creadores como Goya –también presente en la muestra— de enfocar estos encargos desde una plena conciencia de sus intenciones artísticas. No fue hasta el pasado 26 de febrero que los reyes visitaron finalmente la exposición para ver sus retratos.
La exposición está enmarcada en una estupenda colección de relojes, una de mis fascinaciones, además de algunas obras de la colección del Banco de España, de varios artistas, que cuestionan y transgreden la concepción hegemónica del tiempo en la sociedad occidental.

EL ESCENARIO
Esta sede que alberga hasta mayo del presente año la exposición que hoy reseño es una de las dos que el Banco de España tiene en Madrid, pero es la más importante, por su valor histórico. El edificio es un patrimonio arquitectónico inigualable y esto se debe a que la institución, durante los más de dos siglos de historia, ha apostado porque sus edificios sean referencia a su fortaleza y a su compromiso con la creatividad de su tiempo
Éste que visité, en el Paseo del Prado, fue inaugurado en 1891 y se le considera una joya de la arquitectura decimonónica del Reino de España y sus necesarias ampliaciones han respetado estrictamente el estilo en el que fue concebido.

La muestra, bajo la curaduría de Yolanda Romero, está dividida en “No tengo tiempo”, “Retratos al hilo del tiempo” y “Un tiempo sin reloj”. La pieza central de la sala de “Retratos al hilo del tiempo” es un tapiz que se llama “Triunfo del amor y la eternidad sobre el tiempo”, y frente a éste hay varios relojes que son verdaderas obras de arte, y a los lados varios retratos de personajes célebres, para rematar, con los cuadros de los reyes.
El tapiz en mención tiene de protagonista la figura mitológica de Cronos*, y plantea un relato en paralelo sobre el papel del retrato en el Banco de España y sobre su colección de relojes, en una selección que recorre desde el siglo XVIII hasta entrado el siglo XX. Cuelgan en esa sala, además de los recién inaugurados retratos de los reyes de España, una pintura de Francisco de Goya y Lucientes, retrato de Francisco de Cabarrús y Lalanne, que data de 1788, otro del mismo pintor de José Moñino y Redondo, Conde de Floridablanca (1783), un retrato de Miguel de Torres y Ruiz de Rivera, III Marqués de Matallana (1785) del pintor Pietro Melchiorre Ferrari, un retrato de Ramón de Santillán González (1852) pintado por José Gutiérrez de la Vega. Sigue en esa circunvalación, el retrato de José Ramón Álvarez-Rendueles, encargado por primera vez a una mujer, la pintora Isabel Quintanilla (1986) y el del actual gobernador, Pablo Hernández de Cos, que fue realizado con la misma técnica que Annie Leibovitz usó para los de los reyes Felipe VI y Letizia, fotografía impresa con tintas de secado sobre lienzo de poliéster imprimado. Las tres obras de esta artista fueron encargadas en 2023.

LA TEMÁTICA
Además de las fotografías de Leibovitz, la muestra también incluye una selección de relojes y obras de la Colección Banco de España, firmadas por artistas de diversas procedencias y momentos históricos. A través de este heterogéneo conjunto de piezas, “La tiranía de Cronos” examina cómo se ha configurado la concepción del tiempo en la sociedad occidental y los cuestionamientos y transgresiones que se han planteado frente a dicha concepción desde contextos culturales no occidentales y desde el espacio del arte.

Indagar en torno a: ¿Cómo se ha configurado el tiempo lineal de la modernidad? ¿Qué relación mantiene con el control de la productividad? ¿Qué cuestionamientos y transgresiones se plantean frente a esa concepción desde contextos culturales no occidentales y desde el espacio del arte? son los principales objetivos de la exposición, que se despliega tomando como materia prima el propio fondo patrimonial de la institución, a través de medio centenar de piezas y otras en préstamo de entidades tanto nacionales como internacionales.

Entre esas piezas se encuentra una amplia selección de los relojes que el Banco conserva. El reloj ha jugado un papel crucial en la construcción del modo de percibir y representar el tiempo en la cultura occidental y también, de manera específica, en la propia historia del Banco de España, donde ha estado presente desde su fundación a finales del siglo XVIII, de la mano de una incipiente burguesía financiera que veía este objeto como un símbolo de progreso y distinción social.

El trabajo de montar esta magnífica exposición recoge con detalle los casi doscientos ejemplares que atesora la institución, desde los relojes más antiguos, que fueron adquiridos para la primitiva sede en la calle de la Luna del Banco de San Carlos, considerada la antecesora del Banco de España.

Es de destacar que todos los ejemplares expuestos están en funcionamiento, y perfectamente sincronizados, lo que permite que la muestra ofrezca una dimensión sonora, ya que los visitantes podrán escuchar mecanismos y sonerías, lo mismo que han estado haciendo los empleados de la institución bancaria a lo largo de sus más de dos siglos de existencia.
El reloj tiene una gran carga simbólica, ya que mide, mesura, marca las obligaciones, los tiempos, y ha sido frecuentemente utilizado como motivo artístico en los retratos de monarcas y dignatarios.

La artista sobre la que recayó la encomienda de realizar los retratos de los reyes y del gobernador es estadounidense, Annie Leibovitz, recibió en 2013 el Premio Príncipe de Asturias de Comunicación y Humanidades. La selección de estrenar estos retratos en una exposición como la que reseño no es casual: el Banco de España busca lanzar una nueva mirada a su propia identidad y especificidad institucional además de mostrar la tradición que los ha distinguido durante los más de 240 años de historia, que han dado cabida a los más destacados retratistas de cada momento histórico.

Hay una línea invisible que vincula, a través del tiempo, a Goya –y la tradición del retrato regio español en su edad de oro – con Leibovitz, no solo por su apuesta por aplicar el protocolo minimizando el aparato, sino en la manera de abordar el encargo, desde una plena libertad y consciencia de sus intenciones artísticas que le permite generar imágenes históricamente relevantes.

Las otras dos alas de la exposición, “No tengo tiempo” y “Un tiempo sin reloj” giran en torno a obras en las cuales se resalta el porqué el tiempo ya no nos pertenece (en la primera) y las propuestas son primordialmente conceptuales, en las cuales se resalta la importancia del artilugio reloj, una máquina capaz de medir el tiempo con exactitud. Y en la última, “Un tiempo sin reloj”, se resaltan obras que dan cuenta de otros modos de concebir el tiempo, así como experimentarlo y representarlo, especialmente en sociedades no occidentales, como el indigenismo, que busca ligarse a ciclos propios naturales. En este apartado hay manifestaciones que conciben y experimentan el tiempo desde posiciones más liberadoras o que discuten su regulación impuesta por la sociedad de consumo.

Esta exposición es digna de verse y su curaduría es impecable, así como el escenario que se diseñó no solo para plantear y cuestionar algo tan importante para la sociedad actual, como es el tiempo, sino para develar los magníficos retratos de los reyes de España. La entrada es gratuita, pero se debe reservar la visita. Vale la pena visitarla.
*Cronos, o Chrónos, en la mitología griega, era la personificación del tiempo, según se dice en las obras filosóficas presocráticas y en la literatura posterior. Fue especialmente durante el Renacimiento cuando Chrónos se popularizó en la figura del Padre Tiempo, cuyos atributos son la barba larga blanca y una guadaña para segar las cosechas. Algunos estudiosos modernos también identifican al Tiempo con el Año — Eón (Αἰών, Aión)—, comprendido como el tiempo cíclico.
