Las mujeres de Venus
El libro “Los Hombres son de Marte, las mujeres son de Venus” causó revuelo desde su primera publicación, a principios de la década de los ’90 y alrededor de esa teoría, se ha tejido toda una doctrina en cómo lidiar las relaciones entre un hombre y una mujer. Su autor, John Gray, es un psicólogo egresado de la Universidad de Columbia y considerado un experto en relaciones y conceptos de género. Con este título, se creó una verdadera demencia en los libros de autoayuda, que según las estadísticas, son los que más se venden tanto en Panamá como en otros países del área. A partir de allí, el Phd no ha dejado de publicar versiones emocionales de cómo lidiar con los martes y las venuses, con títulos tales como “en la recámara”, “juntos para siempre”, “enamorados”, “en una cita”, “comenzando otra vez”, “Milagros prácticos” y hasta “dietas”. Todo eso sin contar con los variados “gimmicks” que se han hecho en torno al tema, como calendarios, agendas y demás.
En 1999 Amanda Newman publicó “Las Mujeres son de Venus, los Hombres son del Infierno”, un compendio de frases que resumen la diferencia de género, como por ejemplo: “¿Por qué los perros son mejores que los hombres?: Los perros entienden lo que significa “no” (anónimo). O “Todos los hombres descartados deberían tener una segunda oportunidad, pero con otra persona”, a decir de Mae West. Tiene varias secciones y la que más me gusta es “Las mujeres son más listas, porque tienen que serlo”.
Todo esto a propósito que hoy se celebra el Día Internacional de la Mujer y toda la parafernalia que se teje alrededor de este evento, cuando todos los días deberían ser los días de la mujer, como deberían ser los días de los padres y las madres responsables, de los abuelos, del ambiente, etc. Debería adoptarse como un modo de vida, no solamente celebrarlo cuando lo dicte el calendario, sino practicarlo en las ejecutorias y en las actitudes que se dan a diario.
Actualmente nos encontramos en un fuego cruzado entre dos candidatos a presidente de Panamá, de diferente género, pero con ejecutorias marcadas en sus campos de accionar. Una mujer cuyo ascenso en la política le ha dado un lugar en la historia del país, sin haber estado casada con un ex presidente y con severos cuestionamientos por un pasado que, en su momento, le obligó a asumir posiciones que hoy día no son vistas “políticamente correctas”. Otro candidato que no propone nada, todo lo toma a relajo y hace de cualquier cosa un circo, saltando de colchón en colchón, irrespetando a todos los que nos consideramos tener algún grado de inteligencia e integridad para no sumarnos a la tirria que permea la campaña al borde de las elecciones de mayo.
Por tal razón, en este Día Internacional de la Mujer , no quiero demandar trato igualitario, porque eso nos lo ganamos a pulso, sin que existan cuotas; no exigimos mejores salarios ni equiparación, porque no solamente nos lo merecemos, sino que nos tienen que pagar más, porque trabajamos más, gastamos más en vestidos, peluquería y ejercicios y llevamos tres o cuatro labores a diario: ama de casa, madre, ejecutiva y esposa. Y no aceptamos que nos denigren por nuestros supuestos cambios de temperamento, que les llaman alteraciones hormonales o histerias, cuando los hombres no tienen ni voluntad para precisamente, controlar esas alteraciones cuando les ocurren a ellos.
Que vivan las mujeres asertivas, orientadas a sus objetivos y que no se dejan manipular por el sometimiento de género y mucho menos, por las otras mujeres que creen que con atributos físicos (muchas veces implantados) pueden superar lo que tenemos en la cabeza.
Judith Anguizola, Adriana Méndez y yo en Montreal. Judith es la abuela paterna de Adriana y yo su madre. Mujeres que somos de Venus y de algo más