Las mujeres que amamos los libros
El año 2009 arroja un balance favorable en lo que a novedades de lectura y eventos culturales se refiere. Gracias a este espacio en el suplemento Día D, he podido publicar algunos de mis trabajos, los que he querido recapitular en este breve resumen de fin de año.
Lo más importante ha sido, definitivamente, la celebración de la V Feria Internacional del Libro de Panamá, que se verificó en agosto. Este año las fechas se corrieron por la coyuntura que en mayo, mes cuando tradicionalmente se organiza, se celebraron elecciones y de allí a julio, cuando fue la toma de posesión, poco era lo que se podía hacer en uno u otro sentido. La feria tuvo de país invitado a Perú, que se lució con una delegación de escritores e historiadores que dieron lustre al evento, además que promocionó su gastronomía por todo lo alto. Atrás quedaron los malos resabios –aunque algunas heridas aún no sanan— que nos dejó la feria del 2007 cuando, siendo España el país invitado, por diversas razones no se le sacó filo a ese hecho. Fue una verdadera fiesta cultural que contagió a todos y, aunque tuvo sus tropiezos para iniciar, por la reticencia del gobierno municipal a apoyar el pabellón infantil –como lo había hecho en todas las ferias anteriores— demostró que en este país, los lectores somos más.
En lo personal, viví un verdadero frenesí durante todo el año con tantas y tan buenas obras que salieron al mercado, destacándose entre éstas la Trilogía Millennium(Los hombres que no amaban a las mujeres, La chica que soñaba con una cerilla y un bidón de gasolina, y La Reina en el Palacio de las Corrientes de Aire), de Stieg Larsson, el escritor sueco que ha sentado pauta en la narrativa y que a pesar de ser libros muy grandes, son los más vendidos y leídos en el mundo. Junto al esperado libro de Dan Brown, autor del Código de Da Vinci, El Símbolo Perdido, no hay evento cultural o feria de libro donde estos títulos no sean las estrellas. Mi tropiezo con Junot Díaz, el ganador del Pulitzer por “The brief wondrous life of Oscar Wao”, me causó tanta alegría que le dediqué un artículo al dominicano que escribe de manera muy jocosa en Spanglish, al que posteriormente he tratado de manera informal por residir y enseñar en la misma universidad donde mi hija hace su maestría.
Otras novedades editoriales fueron las relativas a los aniversarios que ocurrían durante el año y a las que en alguna medida se les rindió homenaje en la feria, entre los que se cuentan Mario Benedetti (fallecido en mayo 2009) y Corín Tellado (ídem abril 2009) y las conmemoraciones de la muerte de Julio Cortázar (25 años), Juan Carlos Onetti (15 años), de los 200 años del nacimiento de Edgar Allan Poe, y los 150 años de la publicación del origen de las especies, de Charles Darwin. La Embajada de los Estados Unidos organizó una conferencia magistral en la Biblioteca Eusebio A. Morales después del evento ferial, dirigida por Roberto Quintero, y en el marco de la feria se llevó a cabo una mesa de debate sobre el Origen de las Especies, que dio como resultado que el sacerdote que participaba endosara la teoría darwiniana y el laico que se suponía la iba a defender, se pusiera del lado de la iglesia.
Isabel Allende lanzó su esperado libro, La Isla bajo el Mar, que nos deleitó con su recursivo manejo del lenguaje y de las situaciones, además de la profunda investigación que refleja su historia, esta vez escenificada en islas del Caribe y en New Orleans y cuyos personajes son tanto negros esclavos c
omo blancos esclavistas, y las diferentes coyunturas que se daban durante esa terrible época como lo fue la esclavitud.
Alfaguara como siempre trajo al ganador del premio anual, el cual había recaído en el argentino-español; Andrés Neuman. El autor resultó un personaje encantador, lleno de humildad y respeto por los demás, con solamente 32 años, pero un compromiso inclaudicable ante la narrativa.
Aparte del delirio que siempre causa la visita de un escritor así, a nuestro país, la conferencia de prensa que el sello ofreció daba pena: los periodistas, a lo mejor sin tener idea de qué le iban a preguntar y mucho menos, de qué se trataba el libro, lo interrogaron sobre Chávez, Evo Morales, el cambio climático y la guerra en Afganistán. Afortunadamente hubo otros que salvaron la situación ahondando no solo en la parte literaria sino en la humanística, porque la novela “El viajero del siglo” da para muchas interrogantes, por su estructura y por su contenido. Creo que Andrés Neuman tuvo muy buena cobertura mediática en los tres principales diarios y ojalá que su cautivadora presentación invite a los que la presenciaron o leyeron sus entrevistas a leer su libro y otros que ha publicado. Lástima que a pesar de tanto esfuerzo que hace este sello editorial por dar a conocer a sus autores, siempre vamos a las actividades los mismos.
Círculo Editorial y la familia Lewis Navarro tiró la casa por la ventana al presentar la esperada biografía de Gabriel Lewis Galindo, por la novel autora María Mercedes de la Guardia de Corró. En el acto de presentación no faltó ni el clásico alfiler, todo el que tuvo que ver con las negociaciones de los Tratados Torrijos Carter, con la cruzada civilista y con el Gobierno de Pérez Balladares, además de las muchas amistades que esta familia tiene tanto en nuestro país como Allende en los mares. Con la magistral presentación del Dr. Jorge Eduardo Ritter (no por su relación con Gabriel, las negociaciones del tratado o el régimen de Noriega, tanto como por ser académico de la lengua), el acto fue de una altura que ojalá se hagan así todas las presentaciones de libros en este país y que los asistentes compren con ese frenesí el volumen presentado.
Esa empresa representante y distribuidora de libros cierra con broche de oro el año con el libro Una Vida, de Gerald Martin, la biografía de Gabriel García Márquez que le demoró al “inglés loco que correteó a Gabo 19 años” y que es tan amena y enriquecedora, que uno no se cansa de saber más del nobel de Literatura. Las presentaciones que del libro se hicieron en diferentes países dan cuenta de que fueron por demás muy interesantes, especialmente aquellas donde ha participado la familia del biografiado donde, en ocasiones, aclaran supuestos conceptos equivocados que se vierten en el libro, como el de su hermano Jaime García Márquez, que en la voz de sus familiares fallecidos, aclara ciertas aseveraciones que considera desacertadas, siempre desde el envidiable sentido del humor de esa familia. Por ejemplo, esta atribuida a Luisa Santiaga, su madre: ¿Por qué necesitó tantos años para hacerlo? Siendo él adivino. Él sabe más de mí que yo, sabe, por ejemplo, la fecha de inicio de la gestación de Gabito… Es una lástima que en Panamá no hayamos podido disfrutar de un lanzamiento como Dios manda de este importante libro.
En lo personal (y nacional), resalto el esfuerzo que hizo el Arq. Álvaro González Clare, al editar un compendio de sus artículos publicados en una revista social de la localidad y la edición del libro del Dr. Pedro Rovetto, dedicado médico panameño que reside en Cali, Colombia, Ideas Médicas: Una mirada histórica. El Ex Presidente Aristides Royo publicó un interesante libro titulado «El Instituto Nacional de Panamá: Recuerdos y vivencias de una época» que ha sido el deleite de toda una pléyade de ex aguiluchos que le han dado lustre a este país. También resalto la edición por la Editorial Portobelo de un compendio de artículos, presentaciones y crónicas literarias del poeta inigualable César Young Núñez, que tituló La Memoria es una extraña campana, donde tiene una dedicatoria al Pabellón de la Amistad, en la cual me incluye, junto a artistas plásticos, como Juan Carlos Marcos, Mario Calvit y Antonio Alvarado, escritores como Dimas Lidio Pitty, Tristán Solarte y Meco Fábrega y dedicadas lectoras como Claudia Ferrer, Berna Calvit y yo, entre otros.
Una gran sorpresa fue Samuel Bassán, a quien Día D dedicó la portada y una entrevista en el mes de octubre. Panameño y de sólida cultura literaria, no forma parte de ningún grupo, círculo o clan de escritores –sobre todo de esos que se abanican entre sí y esconden su mediocridad– pero su obra poética es verdaderamente buena y espero que su libro inédito –Diciembre Rojo– se presente este año, aunque ya algunos de sus libros publicados por editoriales extranjeras están disponibles.
Destaco mi encuentro con un autor francés que me cautivó, Marc Levy, cuya obra a la que tuve acceso, gracias a las gestiones del grupo Planeta de México, “Las Cosas que no nos dijimos”, se alzó por encima de los leídos de Larsson, Allende e Idelfonso de Falcones, con su Mano de Fátima. Igualmente, cierro con broche de oro mis lecturas del año con la inigualable de Ángela Becerra, Ella, que todo lo tuvo, en la que una vez más esta autora colombiana, radicada en Barcelona, nos devela un erotismo y cadencia que no tienen parangón en la narrativa femenina actual. Espero que la señora Becerra sea una de las que prestigie la próxima feria del libro que, a partir de este año, se hará anual y no cada dos años, como hasta ahora.
Yo culmino mi año de lecturas (el leer nos hace libres) con El Olvido que seremos, de Héctor Abad Faciolince, una oda a la paternidad solamente comparable a lo escrito por Kafka, los Roth y V.S. Naipaul, entre otros. No dejo de agradecer a mi madre, que cargó con más de seis libros desde Buenos Aires; a mi hermano que me trajo muy formalito el de Ángela Becerra; a Juan McKay, que cada vez que suena una lata en Colombia, me trae el libro por el que sonó la lata; a Rodrigo Burgos, que de donde sea y cómo sea cumple con todos mis encargos; a Lorena Roquebert, que me los corretea y me los fía; y a las chicas de Santillana, que siempre me mantienen con lo último. También a Eugenio Roca, de Planeta México, quien a raíz de mis reseñas en este suplemento, sobre libros, me manda de vez en cuando alguna novedad; a Queenie Altamirano, que me envió el primer libro de Larsson; y a Jenny de Riande, por la Mano de Fátima. Y por supuesto, a mi hija Adriana, mi hermana Rita y mi amiga Claudia Ferrer, que son caja de resonancia de todas mis lecturas y comentarios, así como a Roxanna Cain, mi compañera en las Esclavas, que compartió conmigo un programa de televisión en el que hablamos del libro “Los hombres que no amaban a las mujeres”. Al final, muchas gracias a Egbert, el editor de este suplemento, que siempre destaca todas las “dittantadas” que se me ocurre escribir y lo hace con verdadero entusiasmo.