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LEER NOS ACERCA

Por Mariela Sagel, La Estrella de Panamá, 16 de agosto de 2020

     Hoy culmina con gran éxito la Feria Internacional del Libro de Panamá, que se inauguró el pasado jueves 13, contra todo pronóstico de que este año no se realizaría.  Y ha sido muy interesante, tanto las presentaciones de libros de escritores panameños y extranjeros, como los debates, las conferencias y actividades infantiles y juveniles. 

     Siendo virtual, no se armó la venta de libros que muchos puristas criticaban como que no era una feria literaria sino un supermercado de libros y artículos relacionados.  Siempre he insistido que uno va de la mano del otro:  el libro es un producto comercial que una vez se pone a la venta, ya no pertenece a su autor sino al mercado. Y lo interesante de las ferias de libros es que se puede tener acceso a esos autores, escucharlos, que nos firme el libro, e incluso, discrepar de sus planteamientos.

     En esta feria no he participado, como lo he hecho en casi todas las anteriores, por mi pronta partida del país para servirle en la República de Turquía.  Pero he logrado hacer un tiempo para ver algunas presentaciones y debates, desde la comodidad de mi estudio. La tecnología se impuso en esta versión de la feria, y el Zoom y YouTube Live llegaron a todos los hogares.  A lo mejor es una manera más conveniente de hacer llegar el mensaje, sin la distracción de las compras o el arrebato de los niños cuando visitan las instalaciones físicas.  Seguramente los que presentaron libros o hicieron ponencias capturaron la atención de más personas que si se hubiera hecho de forma presencial.

     Bajo el lema “Leer nos acerca”, la Cámara Panameña del Libro ha logrado construir historia, haciendo realidad este proyecto –y dándole continuidad— que desde el año 2001 es esperado por muchas personas.  Y es así como “la sabiduría nos une alrededor de los libros para generar ideas y hallar soluciones”, como dice la alocución de la presidenta de Capali, Orit Btesh, del programa de la FIL 2020.

     Tuvimos acceso a escuchar escritores famosos que casi siempre, por las limitaciones económicas, no pueden viajar a nuestras ferias, como el caso de Eduardo Sacheri, Patricio Pron, Santiago Posteguillo, Santiago Gamboa, Javier Cercas, Juan Bolea, Jorge Franco, Claudia Piñeiro, Guillermo Arriaga, Pablo Montoya, Gioconda Belli, Sergio Ramírez Mercado, Jon Lee Anderson, Manuel Alcántara, Alejandro Zambra, Santiago Roncagliolo y otros que aparecieron en nuestras pantallas.  Los panameños Thatiana Pretelt, la infatigable Rose Marie Tapia, Pedro Crenes, Oswaldo Reyes, Danae Bruggiati, Luis Pulido Ritter y otros que tuvieron su espacio, así como la reanudación en el marco de la FIL del Festival Panamá Negro, con sus performances y demás actividades conexas.

     Vale la pena resaltar la innovación de llamar a los salones virtuales con los nombres de escritores ya desaparecidos, como Rogelio Sinán, Guillermo Sánchez Borbón, Rosa María Britton, Gloria Guardia e Isis Tejeira.  Fue un acierto, como fue la presentación del sello editorial de la Biblioteca Nacional, que ha reeditado las obras de escritores emblemáticos panameños, algunos de los cuales ya estaban descatalogados.

     Es una realidad que la pandemia nos ha hecho darnos cuentas del potencial que podemos desarrollar frente a la adversidad, y obligado a reinventarnos en todos los sentidos, y una prueba fehaciente es la realización de esta feria del libro en forma virtual.

     Desde hace un mes he espaciado mis artículos de opinión semanales a quincenales debido a nuevas responsabilidades que estoy asumiendo esta semana, cuando estaré viajando a Ankara como embajadora de Panamá ante la República de Turquía.  Con 15 años de publicar ininterrumpidamente en este diario, el más antiguo del país, que resistió los más duros embates hace tres años por la inclemencia del gobierno de los Estados Unidos, me siento parte de él y aquí seguiré brindando mis puntos de vista, desde una óptica geopolítica en el ámbito que me tocará vivir en ese milenario país. 

     El 20 de agosto se celebra el “Día del Diplomático”, como homenaje al padre de la diplomacia panameña, Dr. Ricardo J. Alfaro.  Es una responsabilidad muy grande ostentar la representación del país en el extranjero, pero es la manera más noble de servir, siempre que nuestras misiones sean el de posicionar a Panamá ante la comunidad internacional.  Es un desafío también, porque el nombre de nuestro país se ha visto desprestigiado desde hace cuatro años por los mal llamados Panamá Papers, la inclusión en las listas grises y negras y los escándalos que siguen protagonizando los dos expresidentes inmediatos y sus vástagos, incluso a nivel internacional.  Todos mis esfuerzos estarán dedicados a dejar a Panamá en alto y que se consigan muchas ventajas para el país, en el ámbito científico, comercial, cultural, tecnológico y gastronómico.  La Cancillería panameña tiene un equipo de lujo que apoya todas las iniciativas de cooperación y que son los motores que impulsan las gestiones de los que estamos al frente de las misiones.

     Y es así como “Leer nos acerca” que seguiré publicando, tal como hizo Roque Javier Laurenza bajo el título “Aires del mundo” en la década de los 50.