LO QUE INDIGNA ES EL SERVILISMO
Por Mariela Sagel, La Estrella de Panamá, 16 de julio de 2017
Lamento estar fuera del país y no al lado de mis compañeros de La Estrella y El Siglo, -como lo hice en los primeros días de enero – , que atraviesan momentos angustiantes por la negativa de la súbitamente importante Oficina de Control de Activos (OFAC) del gobierno de los Estados Unidos de renovar la licencia para negociar con empresas estadounidenses. Y digo mis compañeros porque aunque no laboro allí, tengo 10 años de opinar en sus páginas dominicales y me relaciono con todos, sean directivos, ejecutivos o periodistas. Sin embargo, no he podido abstenerme de estar pendiente de lo que se ha estado desarrollando y con dolor y verdadera vergüenza he leído la carta genuflexa que le mandó la cancillería a la OFAC, en inglés, lo que viola el código diplomático, por el contexto y el idioma que utiliza, pidiéndole instrucciones de cómo proceder, el mismo día que se vencía la licencia. Que una vicepresidenta y canciller se arrodille en esos términos ante una oficina del gobierno de los Estados Unidos demuestra el nivel de servilismo que permea a estos funcionarios y la falta de compromiso con el país. Se ha perdido a esos niveles la noción de nación.
La distancia a veces es un buen recurso para ver las cosas de forma desapasionada. Si Panamá tuviera su propia moneda y un banco central con reservas monetarias diversificadas, no estaríamos sujetos a los caprichos gringos. Todas las manos en un plato solo sirven de arrebato, y en este caso, el arrebato se ha encarnizado contra La Estrella y El Siglo.
Ya no hablemos del Grupo Wisa, porque seguramente de él solo quedan escombros. Las tiendas “fashion” que tantos desvelos le causaron al Presidente y el embajador gringo para asegurarse que las tarjetas de crédito funcionaran (¿cuanta gente del pueblo puede comprar en esas tiendas?) las vendieron por una bicoca, un ínfimo porcentaje de su valor, para beneficiar seguramente a los amigos de la silla presidencial y su círculo O. El Banco Balboa ha sido rematado con la consiguiente pérdida de un gran porcentaje de lo que tenían allí invertido sus clientes, que seguramente no son los millonarios del país sino profesionales esforzados que ahorraron toda la vida para tener una vejez sin sobresaltos.
Formalmente, hace 40 años recuperamos el Canal de Panamá, pero en la trastienda, los gringos han conservado el control de la seguridad y sobre todo, del sistema financiero. Sufrimos un sangriento 9 de enero en 1964, una injusta y devastadora invasión en 1989 y ahora nos tienen colgando de un hilo por la nefasta OFAC. Es el gran garrote del siglo XXI. Para colmos, le damos importancia a lo que no tiene, y desaprovechamos las oportunidades para defender a nuestro país en los momentos oportunos. En la pasada visita del Presidente Varela se debió abordar el tema de la Lista Clinton por parte de los funcionarios que participaron en ella. No hacerlo demuestra la falta de compromiso de nuestros gobernantes para con los que los eligieron y para con la población que gobiernan.
Diversas voces han elevado su enérgica protesta en contra de la postura pusilánime y entreguista que han demostrado el Presidente y la Vicepresidenta, desde los más recalcitrantes anti sistema hasta los más encumbrados políticos conservadores. Es que no se explica cómo hemos llegado a tanto servilismo. Al señor Waked ni siquiera se le han formulado cargos y solamente se tienen unas caprichosas “razones para creer” que el dueño de los diarios está involucrado en negocios que tienen que ver con lavado de activos.
El solo hecho de obviar el tema en la visita a Trump debió haber sido motivo de protesta por parte de los panameños. Se nos está despojando de un patrimonio y todos asistimos a ese despojo agradecidos con nuestros verdugos. Proporciones guardadas, no le perdonan a Francia el trato que le dispensó a la canciller cuando estuvo en París por lo de la OCDE, pero corren todos como borregos al primer pailazo que dé el vaquero de Clayton y le rinden pleitesía.
Si la población estuviera tan pendiente de los eventos que afectan al país, el solo hecho de leer la carta de la canciller sería una tendencia en las redes sociales. Pero en vez de eso, una tal Asilem ha captado toda la atención por una fiesta que iba a celebrar en la barriada 24 de diciembre. Sigamos cayendo tan bajo que no habrá piso que reciba tanta mediocridad y falta de autoestima. Exijamos que la susodicha funcionaria renuncie a un puesto que ha irrespetado y ha dirigido una política exterior desacertada.