Acostumbro compartir con mis lectores las opiniones sobre libros, obras de teatro, conciertos y eventos culturales que alegraron mi existencia durante el año que terminó. Pese a la febril actividad política en la que estuve involucrada hasta el 7 de septiembre, no dejé de leer y aunque más pausadamente, los libros que escogí fueron todos muy grandes. Empiezo por los de Ángela Becerra, «De los Amores negados», «Lo que le falta al tiempo» y «El Penúltimo Sueño». Exquisita escritora colombiana que reside en Barcelona, desgrana con una maestría envidiable las relaciones románticas desde una visión abismalmente femenina. Al respecto, pueden ver mis comentarios sobre estos títulos en www.marielasagel.com, ir a Literatura y mirar el artículo «De vuelta al amor».
«Pasión India», de Javier Moro, no se escapó este año, a pesar que el libro había sufrido varios accidentes antes de poder meterle el diente. Como dice mi amiga lectora Claudia Ferrer, es un libro para comérselo y eso fue lo que hizo la perrita de mi hija. Excelente relato de una andaluza que se enamora de un maharajá, una historia de amor y traición que reboza en detalles de riquezas y pobrezas en esa nación tan inmensa como dispar que es la India. «El Infinito en la Palma de mi Mano» me llegó de Nicaragua de parte de mi hijo putativo Charlie Sousa—Lennox, de la autoría de Gioconda Belli, la liberal y muy controversial escritora de ese país, que se va más allá de la leyenda en un mágico relato de la estadía de Adán y Eva en el Paraíso, y que ganó el premio Biblioteca Breve 2008 «por su singularidad y su capacidad evocadora».
El lanzamiento del libro del aclamado catalán Carlos Ruiz Zafón, «El Juego del Ángel», en la feria de Buenos Aires, me llegó enseguida, gracias a la gentileza de mi amigo Rodrigo Burgos. Para la mayoría de los improvisados, el libro parecía una continuación del éxito rotundo que fue «La sombra del viento», pero a mi juicio lo supera con creces. Ahora ando detrás de una «Guía de la Barcelona» de Ruiz Zafón, que ya salió, pero aún no llega a Panamá y no he podido convencer a nadie que me la traiga.
«Chiquita», premio Alfaguara 2008, no se quedó atrás en excelencia y cautivación. El autor, Antonio Orlando Rodríguez, cubano que vive en Estados Unidos, asistió a la presentación en Panamá e hizo un recuento fascinante de la historia de esta liliputiense que nació en Matanzas y triunfó en New York. Mucha promoción, como siempre, hizo el sello Alfaguara, sin que tuviera igual resonancia, lo que es realmente lamentable.
El broche de oro que cerró el círculo de los libros que leí — que no necesariamente señalo como los mejores — fue la biografía de Jane Fonda, «My Life so Far». Todavía tengo que reseñarlo, pues lo terminé antes del año en el crucero que tomé junto a mi hija y su familia por el Caribe Oeste. Jane Fonda es una mujer única, fuera de serie, que se ha permitido ser una diva del cine, una activista antiguerra, una esposa dedicada a la campaña de un marido político y la mujer de uno de los magnates más poderosos que ha tenido el mundo de los medios, además de directora de cine, actriz, revolucionaria en la forma de ejercitarse y sobre todo, madre, abuela y madrastra responsable. Y ahora, a sus 72 años, desgrana sus aciertos y desaciertos, sin tapujos y aceptando lo bueno y lo malo que ha tenido su vida, hasta ahora