Más reflexiones de fin de año
Cumpliendo con mi palabra escrita, trato de seguir haciendo un balance de lo que ha sido este año que finaliza. No se puede empezar a construir sin primero limpiar el área, edificar sobre cimientos fuertes. Tendemos a señalar siempre los problemas, más obviamos las buenas cosas, las oportunidades y lo gratificante que día a día nos da la vida.
La seguridad, tal como señalé en mi columna pasada, ha estado «en recreo». Otro problema que nos acosa ha sido el transporte, que a pesar de todas las buenas (o malas) intenciones cada vez está peor, el caos de la ciudad es una carga estresante a la que nos enfrentamos cada día. El alza del petróleo (y ahora la baja) fue una variante que agregó un peso adicional en la caótica red vial.
Sigo insistiendo que la mejor solución para la ciudad de Panamá sería un tren ligero, no contaminante, silencioso y que entrelace tres puntos importantes de la ciudad, como son la Plaza 5 de Mayo, la Iglesia del Carmen y la entrada de Vista Hermosa (Vía Fernández de Córdoba) para que allí, mediante alimentadores (grandes plazas o edificios de estacionamientos) las personas que viven en las afueras dejen sus autos y se dirijan a sus lugares de trabajo, sin congestionar innecesariamente las principales vías de la ciudad. En el momento que se reemplace un «diablo rojo» ese día se perderán las oportunidades de darle una vuelta de tuerca al problema agobiante del transporte.
El caos de la ciudad se refleja tanto en nuestra imagen turística que ya las sonrisas no son tan gratuitas. Los extranjeros se quejan de la pesadilla que son las vías y la condición de las mismas, como en la calidad de vida que ofrecemos. He conversado con muchas personas que tienen años de estar visitando Panamá, que han visto el marcado deterioro de la circulación vial y no se explican cómo se invierten en nuevas vías sin reparar las existentes. No seguiré repitiendo lo de la campaña Adopta tu Hueco, porque ya se institucionalizó y en la calle, propios y extraños me ofrecen no adoptar uno, sino hasta tres, con tal de aliviar el trauma de perder el silenciador, el eje, los neumáticos o hasta la salud en una caída desafortunada.
Otros temas que agobian al panameño común son el costo de los alimentos y la calidad de la educación. A mí en lo personal me preocupa primordialmente la forma en que se tiende a informar por los medios de comunicación el estado de las cosas en el país. Los noticieros televisivos arrancan con hechos de sangre y las tapas de los periódicos son siempre malas noticias.
Sería muy productivo que se hiciera un pacto por la baja de la hostilidad, que se firmara un acuerdo por parte de los medios de ofrecer su mejor cara, sin estar solamente pendiente del morbo y de los hechos sangrientos. No se trata de tapar la verdad, se trata de darle prioridad a las cosas buenas. Creo que en otros países ha funcionado muy bien. Debemos adoptar una cultura de construcción, no de devastación, hasta en la información.
Y así seguiré, a lo mejor arando en el mar. Pero me niego a que el pesimismo se apodere de mí y de mis acciones, aunque haya sufrido dos derrotas electorales este año que termina y a pesar de eso no me metí a votar por Margarita.