MARIELA SAGEL
El Siglo, 9 de abril de 2012
MONTREAL, CA. Viajar a algunos países se ha convertido en una tortura, al igual que ser originario de otros. En las casillas de Migración de Miami el trato no puede ser más hostil, como si el solo hecho de haber viajado no garantizara que tuvieras una visa. Y aun así, la gente se mata por ir a los Estados Unidos, para que los traten mal.
En México, la cosa no es mejor. Recientemente, en Guadalajara, pasé por el control en el que hay que apretar un botón y aunque salió verde, me registraron la maleta igual que si hubiera sido rojo. Supongo que para los colombianos, ecuatorianos y bolivianos deben ser aún más hostiles esos funcionarios de Migración y Aduanas.
En nuestro país, tampoco la cosa mejora. Juan Carlos Tapia comentó, recientemente, el trato displicente que recibió al volver de un viaje. ¿Qué se puede decir si eso le ocurre a un desconocido, que no tiene el poder mediático de denunciar a los cuatro vientos que nuestros funcionarios son agresivos y tratan mal a los que llegan al país?
A mi yerno, extranjero, llegando a Panamá, le estamparon mal el pasaporte —además lo hacen con una furia y una saña que parecen que dictaran sentencia en un juicio por homicidio— que ese solo hecho, por no verse bien el sello, hace que por poco perdiera la aplicación de la ciudadanía canadiense.
En Canadá, sin embargo, la gente es más civilizada. Aún sigue siendo engorroso el trámite para la visa (y largo y costoso), pero cuando uno llega, aunque el aeropuerto esté atestado de gente, como me ocurrió a mí la semana pasada, la fila fluye, están todos los puestos atendiendo y es expedito, y la forma en que sellan el pasaporte parece una caricia por lo sutil que es. Si es la primera cara que vemos de un país, debería ser amable y suave.
Otro tema es el de las visas. Se debe ser recíproco, cuando un país te pide, entonces tú también le exiges. Los gringos tienen que pedir visa para ir a Bolivia y a Brasil. México eliminó las visas a los panameños precisamente por la reciprocidad. No sé qué estamos esperando para revisar las políticas migratorias, no estaríamos llenos de extranjeros que se dedican a malas prácticas si fuéramos más restrictivos.
Nos estamos posicionando bien como destino turístico, pero hace falta ser más eficiente y también más amable, especialmente porque si es una primera impresión, esa siempre es la que prevalece.