NEPOTISMO EN SU MÁXIMA EXPRESIÓN
Por Mariela Sagel, El Siglo, 27 de agosto de 2018
El clientelismo en que se han convertido algunas acciones políticas tiene gérmenes que han desarrollado mutaciones que son difíciles de erradicar. Como bien lo dijo David Redoli, el politólogo español que hace poco estuvo dando una conferencia sobre la “Anatomía política de España 2018”, la corrupción siempre estuvo en las acciones del gobierno, el problema es que el gobierno de Rajoy la llevó a extremos intolerables. Una gota de cianuro no te mata, pero dosis mayores sí. Eso fue lo que pasó también con el gobierno del señor que hoy está en el Renacer, al que no se le puede nombrar porque corres el peligro de que te demande. Y cuando la corrupción llega a grados tan altos, es difícil erradicarla. Mucho menos cuando hay parientes de por medio.
Las planillas de los diputados (las que se han conocido) muestran un descarado nepotismo, incluyendo a suegras, hermanos, cuñados, primos (caso Valderrama) y toda la familia Robinson en Bocas del Toro, pareciera que siguiendo la frase del sacerdote irlandés Patrick Peyton “la familia que reza unida permanece unida”, con la diferencia de que estas familias no están rezando, por el contrario, están participando de una abierta corrupción que la aleja de los estados de abnegación al que debe llevar la oración.
Hay familias panameñas que solamente trabajan cuando alguno de sus parientes está en el poder, o cuando el partido al que pertenecen es el que gobierna. Se han acostumbrado a eso y esa actitud es nefasta, porque impide ascender en conocimientos, en destrezas y experiencias. Los jóvenes de hoy, que nacieron después de la invasión a Panamá en 1989 (se conmemoran 30 años el otro año, toda una generación) no saben lo que fue la lucha en las calles, las protestas masivas, se conforman con sentarse a protestar por Twitter.
Debemos exigir que el nepotismo se erradique de las prácticas políticas, por ser la dosis de cianuro que envenena y mata.