Patrimonios valiosos
La UNESCO, esa organización de la que se ha burlado el Gobierno nacional al desoír sus recomendaciones en cuanto a cómo hacer para que el progreso no estropee el legado valioso con que cuenta el Casco Antiguo, lo define como aquellos monumentos naturales, formaciones geológicas, lugares y paisajes naturales, que tienen un valor relevante desde el punto de vista estético, científico y medioambiental. El patrimonio natural lo constituyen las reservas de la biosfera, los monumentos naturales, las reservas y parques nacionales, y los santuarios de la naturaleza.
Desde hace varios lustros, los panameños hemos ido tomando conciencia de los enormes tesoros patrimoniales naturales con los que contamos, y es así que se han establecido áreas donde no se puede talar, depredar o hacer uso indebido de los recursos que allí están definidos y que garantizan la sostenibilidad.
En el caso del patrimonio cultural, éste está formado por los bienes que la historia le ha legado a una nación y por aquellos que en el presente se crean y a los que la sociedad les otorga una especial importancia histórica, científica, simbólica o estética. Es la herencia recibida de los antepasados, y que viene a ser el testimonio de su existencia, de su visión de mundo, de sus formas de vida y de su manera de ser, y es también el legado que se deja a las generaciones futuras.
Una rama del patrimonio cultural histórico es el religioso, y en ella entran los templos, iglesias y estructuras dedicadas al culto. La Catedral Metropolitana, que se encuentra en estado ‘desastroso’ es un digno ejemplo, al igual que lo fue la torre de Panamá la Vieja que, aún en su estado ruinoso, fue objeto de una debida restauración. Si no hay dinero para restaurar la catedral, propongo que se inicie una campaña para rescatarla. Estoy segura de que hasta el más humilde de los panameños aportará para que no le ocurra lo mismo que al Arco Chato, que se desplomó precisamente cuando se celebraba el centenario de la República.