Como la semana pasada hablé de pavos, se me pasaron algunas holgazanerías en la que invierten las personas que no les da por aprovechar el tiempo cuando lo tienen en abundancia.
Por ejemplo, los visitadores médicos. Menos mal que ahora llevan unas maletas con rueditas, porque de lo contrario, sufrirían de lumbago o ciática, cargando esas muestras médicas. Me acordé que los dejé por fuera entre los profesionales que tienen mucho tiempo para leer o para perfeccionarse en un arte (sudoku, solitario o chat). En esos ratos de espera, hasta un diplomado en escritura hubiera sacado, o por lo menos, me sabría toda la vida de la realeza, leyendo Hola.
La verdad es que me la paso evadiendo el tema tan caótico que nos tiene los pelos de punta, en cuanto a la política criolla y también la internacional.
La elección de Barack Obama me tiene perpleja, no sólo por representar un hito en la historia de los Estados Unidos que un hombre negro llegue a la Casa Blanca, sino por el nivel de aceptación que ha tenido entre los votantes estadounidenses, para quienes, lo admito, los ocho años de Bushito han sido catastróficos. Y no solamente para ellos, para el resto del mundo. No he sido muy perseverante en el seguimiento de esa campaña, suficiente tengo con tratar de entender el zambapalo que hay en Panamá, pero siento una gran curiosidad por saber cómo Obama va a arreglar la economía mundial.
También trato de entender los extremos y exabruptos que se están dando a diario en la política local, pero cuando este artículo vea la luz los knockouts de esta semana serán periódico de ayer. Y habrá otra ponchera de por medio. Así que mejor es mirar las cosas sobre la marcha, sin enredarme tanto la mente.
He sido una fanática del radio, he hecho programas de radio y creo que es un medio subutilizado, con gran penetración. Lo escucho todo el día, desde el programa de Mayín Correa, pasando por el del cambio (habría que mandar a la conductora no solamente a cursos de geografía, sino a un «starting school»), el de vamos a ganar, el Manantial de la Salud, Tres Patines, que no deja de divertirme y el nunca bien ponderado y cómico Domplín.
Trato de evadir Haciendo Radio, porque me desespera la arrogancia del Profesor Don Lucho y los análisis políticos del Chombo, pero lo que culmina mi tarde, especialmente los viernes es Sobre Ruedas.
Deberían ponerlo en Internet, como Lo Mejor del Boxeo, especialmente las opiniones políticas. A veces, cuando voy en el auto, escucho la ñamería de Convergencia (y no es de los ñames) y al Dr. Miguel Antonio Bernal.
Lo anterior para felicitar a los periodistas radiales por el Día del Periodista. Cuando tenga más espacio, me encargaré de los televisivos y escritos.
Y para hacer honor al título de este espacio, pavadas es un juego de niños, que se hace sentándose todos en corro con las piernas extendidas, menos uno, que recitando ciertas palabras cuenta sucesivamente los pies hasta llegar al octavo, que hace esconder, y continuando del mismo modo hasta que uno solo quede descubierto, pierde el niño a quien este pertenece. Esto es lo que he hecho yo en este artículo.