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PORT ART GALLERY

Por Mariela Sagel, Vida y Cultura, La Estrella de Panamá, 30 de octubre de 2020

En el barrio de Cankaya, donde queda la sede de esta misión diplomática, se erige orgulloso un edificio que se destaca por su arquitectura modernista y por sus cuidados jardines. En la puerta cochera un gran bonsái engalana la cuneta y el área del lobby tiene fuentes y flores que demandan el gran cuidado que se le dedica al entorno, creando de esa manera un microclima.

Entramos al mundo mágico de la Port Art Gallery, cuyo dueño es el propietario del edificio y que se ha reservado los tres últimos pisos, incluyendo la terraza o azotea, y tres del sótano para albergar su vastísima colección de obras de arte, antigüedades y piezas de colección.

Vista del edificio

Un hombre del renacimiento, como se le diría. “A Renaissance Man” sigue al pie de la letra lo que sentenció en alguna ocasión Mustafá Kemal Atatürk, el padre de la patria turca: “Una nación sin arte ha perdido uno de los principales motores que la impulsan”.

Para este singular empresario, filántropo y coleccionista, entre muchas otras aficiones, los artistas siempre han llevado al público a cruzar sus límites y ofrecido inspiración, imágenes y maestría desde donde están. Han cruzado esas barreras confiando en su buena fortuna, desafiando el oleaje “sin timón ni timonel”, como diría Joaquín Sabina, para permitirse soñar de vez en cuando. Artistas de todas partes del mundo, pero sobre todo del Asia menor, o Anatolia, tienen destacadas piezas en esta especial colección que se llama Port Art Gallery y que está abierta al público sin costo alguno.

Desnudos de Alí Özhan Günes, nacido en la provincia de Gaziantep, que colinda con Siria, las caóticas urbes del búlgaro Kircali Dogümlu, el arte cinético del turco Baki Bodur, obras de artistas de Azerbaiyán, Alemania, Italia, Macedonia, Polonia, Bulgaria, Kazakstán, Eslovenia, Rusia, Francia, Dinamarca y hasta de Argentina y Cuba forman parte de esta magnífica colección de pinturas y esculturas que, en un alucinante recorrido, se mezclan con piezas de mobiliario antiguo otomano, motocicletas y autos de colección.

La labor del coleccionista no termina con atesorar más de 3 mil obras en su bien montada galería, que está abierta al público a requerimiento, sino que trasciende a la mejor filantropía, la de la educación a los niños y talleres para artistas. Todos los años, por aproximadamente 20 días, en el mes de junio, en un ambiente particularmente hermoso del parque natural de Sapanca, la Orange Blossom International Plastic Art Colony recibe en una granja de propiedad del dueño de la galería, a artistas de varios países para talleres de artes plásticas.

Hasta ahora, las versiones realizadas han reunido más de 100 artistas de 20 países, lo que ha convertido el campamento en uno de los más comentados y prometedores del país. Para Ahmet Sahin, el gestor de esta iniciativa y el hombre del renacimiento al que me he referido, hoy es cuando más interés hay para el arte y los artistas. Juntándolos en un ambiente relajado para que den rienda suelta a su creatividad, es una manera de proyectar al país a través del lenguaje universal del arte.

Esas obras van enriqueciendo la colección que se muestra en los sótanos del edificio Portakal Cicegi, el más alto de Ankara, que además es la única galería con un espacio vibrante en Turquía, donde se aprecian incluso las paletas que usan los pintores, como parte de la exhibición.

La “colonia”, como le llama Sahin, permite que los artistas y el público participen del proceso creativo.

Responsabilidad filantrópica

En palabras de Ahmet Sahin, desde los inicios de la historia de Turquía, que se remonta a tiempos milenarios, la cultura y manifestaciones artísticas se empezaron a desarrollar a lo largo y ancho de la vasta geografía, que eventualmente trascendió al mundo e influyó en un área más amplia, que la coloca en un sitio fundamental entre las más importantes del mundo.

Una de las responsabilidades más apremiantes que han heredado de sus antepasados los turcos, como Sahin, conociendo la historia, es su protección y formar, a través de esa trayectoria, generaciones futuras de artistas en la geografía del milenario país, y así mismo influyendo en las culturas de otros países del mundo.

La Orange Blossom International Colony forma parte de la International Turkish Organization, Türksoy, la rama turca de la Unesco (conformada por Azerbaiyán, Kazakstán, Kirguistán, Uzbekistán, Turkmenistán y Turquía desde 1993) y fue la sede en 2015 de la conferencia y reunión anual en el parque natural de Sapanca. En ella se reiteró el compromiso de la colonia de continuar con el camino elegido, sirviendo a la herencia ancestral de estos países y regiones.

Pintura y escultura, en medio de una naturaleza apabullante y de animales tan exóticos, como los pavos reales, y de piezas antiguas de la región de Anatolia animan a los talleristas a soltar su imaginación y así crear sus obras de arte.

Los niños también participan, y se ven en la colección de la Port Art Gallery las expresiones de los pequeños, las paletitas y algunos trabajos hechos como collages. Es una labor de un valor inconmensurable para todo el que entra a esa galería subterránea, que no se espera encontrar.

Sahin también es un ávido coleccionista de piezas antiguas, tanto artefactos como bases de columnas, instrumentos de todo tipo como máquinas de escribir, brújulas y cartas de navegación, así como piezas de aviones, botes, lo que uno menos imagina. Además de empresario exitoso, es cazador, aviador, motorista, marinero, y lector, pero sobre todo un caballero. Su ambiente, no digamos su casa porque tiene un área de trabajo donde hasta una placa de Panamá guarda en ocasión de la visita que hizo a nuestro país cuando el vuelo inaugural de Turkish Airlines, en 2016, reafirma su personalidad. Los jardines de la azotea son primorosamente cuidados en medio de piezas de piedra de la región, y las fuentes de la entrada del edificio tienen nenúfares que flotan invitando a la relajación.

Este edificio, donde funcionan las oficinas de cuatro embajadas: Panamá, Cuba, Paraguay y México, además de la sección comercial de la embajada alemana, es emblemático, no solo por su arquitectura, sino por sus jardines, el lobby que exhibe algunos cuadros de la extraordinaria colección, así como cuidados bonsáis. Desde hace un año funciona un magnífico restaurante, The Cork, que sigue el patrón de exhibir piezas de diferentes procedencias del mundo, lo que lo hace muy animado. Tiene un hermoso jardín trasero desde donde se aprecia la belleza de Ankara y ahora se prepara para cerrar con vidrio ese área y seguir disfrutando de las vistas en el invierno.

Realmente es un privilegio conocer esta exposición y, cuando todo pase y volvamos a la normalidad, ojalá que algún pintor panameño venga a participar de los talleres de la Orange Blossom International Colony y entre a formar parte del parnaso de los pintores de la Port Art Gallery.