MARIELA SAGEL
El Siglo, 19 de septiembre de 2011
La cifra que se menciona en los corrillos políticos da cuenta de que este año, el Gobierno gastará (que no es lo mismo que invertir) un total de 50 millones de dólares. Una cifra absolutamente descomunal para repetir una y otra vez que se ha cumplido con la beca universal y los 100 para los 70, o que se ha alcanzado grado de inversión. Siempre rematados los mensajes por la voz del presidente con el estribillo ‘juntos haciendo un mejor Panamá’.
Es inaceptable que estos dineros se despilfarren de esta manera. El Gobierno parece no darse cuenta de que ya no está en campaña proselitista, sino en la obligación de ‘hacer un mejor Panamá’. Pero se gasta en esa publicidad sin sentido y por el otro, ese mejor Panamá parece traducirse en un circo a los ojos de los otros países o de los mismos panameños, que vemos a diario los ‘chiquishows’ que llevan a cabo los ministros que quedaron, los botados y el presidente, enviándose mensajes electrónicos o twitters y echándole la culpa hasta a la secretaria por enviarle al vicepresidente, todavía en funciones, una lista de tareas que tiene que atender. En una reciente recepción diplomática pude percibir el grado de desconcierto y hasta de burla que tienen los delegados de otros países hacia lo que protagonizan nuestros funcionarios a diario.
El aguerrido diputado Blandón, antes llegar a serlo, era un agudo crítico de los dineros que se gastaban en publicidad. Después guardó un silencio cómplice cuando el Gobierno de Mireya cacareaba los huevos que, supuestamente, ponía sin criterio de ratings de circulación o audiencia. En el Gobierno del PRD volvió a arremeter en su cruzada y por ahora no he escuchado que diga esta boca es mía por el despilfarro que se hace en propaganda estatal, que ahora pauta una cuña, supuestamente didáctica, sobre las ventajas de la segunda vuelta.
Al panameño promedio le tiene sin cuidado que el país alcance grado de inversión, que no es un logro de esta gestión, sino el producto de muchos años de disciplina fiscal. Mientras no vea traducir ese sitial en una rebaja del costo de la vida, no le va a parar bolas. Es por gusto estar repitiendo lo que se prometió en campaña, porque esa es una promesa que debe ser cumplida sin alharaca. La publicidad estatal tiene todos los visos de ser manejada según criterios fascistas y alienantes.