Salvemos el Teatro Nacional
Lunes 22 de junio de 2015
Con gran consternación he leído que el Teatro Nacional ha sido cerrado indefinidamente. La noticia ha sorprendido a más de uno, ya que cuando se toman este tipo de decisiones generalmente se hace un análisis en el que sectores de la población involucrados –léase la SPIA, los Bomberos, Sinaproc, los artistas y la misma pujante comunidad de propietarios del Casco Antiguo– debieron haber participado. Dejo a la lejanía temporal que estoy experimentando la interrogante de si se hicieron todas estas consultas y ahora que es una decisión tomada aporto algunas ideas.
Hace 16 años, el edificio del Ministerio de Gobierno sufría de los males que aquejan al Teatro Nacional y posiblemente eran peores, ya que no tuvo restauración o tratamiento a través de los años (como sí lo ha tenido el teatro) sino que era a diario ocupado por un número cada vez más creciente de funcionarios, se colocaban mamparas para adicionar más oficinas y lo visitan infinidad de personas para una u otra diligencia.
Recordemos que ambos edificios fueron construidos a la vez, ‘back to back’, como se dice (de espaldas uno del otro), en 1908 y diseñados por el mismo arquitecto. En esa ocasión, estando yo al frente del ministerio, me presentaron una tesis de grado que proponía su restauración. Apoyé firmemente la tesis y a mi sucesor le dejé el encargo de ejecutar esa urgente obra de restauración. Sé que se hizo, no sé si con las exigencias que demandaba su deterioro, porque solamente el ministro Salas tuvo la cortesía de invitarme a ver cómo quedó. Pero se pudo hacer.
Ahora, con el teatro, nos toca a todos conformar una comisión que se encargue de velar para que se rescate el teatro, y debe ser integrada por los artistas, asociaciones, la SPIA y los propietarios de inmuebles del Casco Antiguo, que deben donar su experiencia para rescatarlo con dignidad. Y al Gobierno, que aporte los fondos.