Domingo, 14 de septiembre de 2014 – La Estrella de Panamá
«Los que voten por él (Tito Afú) revelarán hasta qué punto prevalece el pan y el circo en la política panameña»
«Panem et circenses» (que significa literalmente «pan y circo») es una locución latina peyorativa del uso actual que describe la práctica de un gobierno (o de gobernantes) que, para mantener tranquila a la población u ocultar hechos controversiales, obtener votos sin resolver los problemas más elementales, provee a las masas de alimento y entretenimiento de baja calidad y con criterios clientelistas. Gramaticalmente, está formada por el acusativo singular de panis, (‘pan’) y el acusativo plural de circensis, (‘juegos del circo’).
El silogismo viene a colación por el espectáculo que se verificó la semana pasada donde se llevó al banquillo de los acusados a Carlos Afú, abrazado patéticamente a una imagen de Santa Librada, buscando resolver la impugnación que interpuso el aspirante al puesto de diputado que ha venido ocupando el santeño, el Lic. Ovidio Díaz. Durante el desarrollo de la audiencia y en posteriores intervenciones, tanto de los abogados del impugnante, del mismo Sr. Díaz y conversaciones con los que saben de Derecho Electoral, es más que esperado el fallo que condena a Tito Afú por el uso y abuso de fondos del Estado para proselitismo político.
El colmo de lo que se vio en la audiencia fue la aparición, casi como de un ‘show’ de Houdini, del fiscal electoral, que no ha dicho ‘ni esta boca es mía’ en el derroche de fondos del Estado durante la pasada campaña, y ahora pretende esgrimirse en autoridad con credibilidad y que se le tome en cuenta en este espinoso asunto. También lo fue la aceptación del funcionario que manejó los fondos de las partidas que se destinaron para regalar bolsas de comida, colchones, electrodomésticos y hasta fuegos artificiales, de que cobraba una comisión por desembolsar esos dineros.
Me dicen los entendidos que la Ley Electoral no les permite a los magistrados simplemente dictar sentencia condenando a Tito Afú y darle la curul de diputado a Ovidio Díaz sin hacer unas nuevas elecciones. Esto llevaría al Circuito 7-1 de Las Tablas, donde corren Afú y Díaz, con unos 36 000 electores, a unos comicios, en virtud de la anulación de los celebrados en mayo, por medio del fallo. No sería extraño que esas mismas personas que dieron su voto antes por cinco libras de arroz y una hoja de zinc, vuelvan a darle su voto al diputado que derrochó más de cinco millones de dólares en campaña sin resolver los problemas agudos de ese circuito. Esto sería una verdadera tragedia y la prueba final de que el clientelismo exacerbado que mostró este caso (y muchos más) en las pasadas elecciones, llegó para quedarse.
La frase en latín ‘panis et circenses’ («pan y juegos del circo») se origina en Roma en la Sátira X del poeta Romano Juvenal (circa 100 A. D.). En su contexto, se define como la última atención hacia el pueblo romano, quien había olvidado su derecho de nacimiento, a involucrarse en la política. Juvenal mostró así su desprecio por la decadencia de sus contemporáneos romanos. Los políticos romanos visualizaron un plan en 140 a. C. para ganar los votos de los pobres al regalar comida barata y entretenimiento, los políticos decidieron que esta política de «pan y circo» sería la forma más efectiva de subir al poder.
‘… desde hace tiempo —exactamente desde que no tenemos a quién vender el voto—, este pueblo ha perdido su interés por la política, y si antes concedía mandos, haces, legiones, en fin todo, ahora deja hacer y solo desea con avidez dos cosas: pan y juegos en el circo…’.
Parece que nada ha cambiado desde los tiempos de los romanos. Los espectáculos circenses, aunque de pésima calidad, los seguimos viendo y si la sentencia de un diputado corrupto y clientelista lo lleva a correr en nuevas elecciones, olvidémonos de rescatar la decencia para este país. Los que voten por él revelarán hasta qué punto prevalece el pan y el circo en la política panameña.