Sin parque, pero con ‘parking’
Si bien es urgente buscarle una solución al agobiante tráfico de la ciudad y la falta de espacios donde aparcar, agregar una obra civil más a la urbe, en medio de la construcción del Metro, de los pasos de interconexiones que se ejecutan en casi todas las intersecciones de las vías principales, el soterramiento de los cables y la reparación de las tuberías rotas a consecuencia del inmisericorde paso del progreso, puedo vislumbrar que Panamá se va a convertir en un lugar demencial donde llegar de un punto a otro va a resultar heroico.
Ya se empezó la construcción de la tercera fase de la Cinta Costera, sin esperar que se presentara ni el estudio de impacto ambiental ni el patrimonial ante la UNESCO, que es la entidad que dicta las normas a nivel mundial de mantenimiento de los monumentos históricos. A los panameños se nos ha hecho creer —mediante una campaña publicitaria costosísima y enmascarada en una supuesta responsabilidad social que representa pan para hoy y hambre para mañana— que la construcción del viaducto era más barata que la de túnel, lo que no es cierto y esto ha sido aceptado en forma pública por el encargado de las obras. La constructora brasileña que tiene su mano metida en todas estas obras está entrenando mujeres como soldadoras, que al final se quedarán sin casa y entorno, sin su querido Chorrillo, el que derramó lágrimas tanto por el Cerro Ancón de Amelia Dennis de Icaza como por los muertos de la invasión.
Para luego es muy tarde oponerse a estas obras. Las recientes experiencias en la Cinta Costera deben darnos una idea de la indiferencia o incapacidad de los responsables de mantenerlas, sin que se contemple en esas áreas un uso comunal y cultural, amén de mantenerlas limpias y con el mínimo de servicios para el decoro de los usuarios. No deberíamos pecar de ingenuos ante tantas evidencias que ya ni se preocupan por esconder.
Ya no guardas las huellas de mis pasos.
Ya no eres mío idolatrado Ancón.
¿Qué se hizo tu chorrillo?
al pisarlo un extraño se secó
Extracto del Poema Al Cerro Ancón por Amelia Denis de Icaza