SIN PENA NI GLORIA
Por Mariela Sagel, El Siglo, 5 de junio de 2017
De verdad es que somos una población complaciente, pasiva, sin pasado y en las peores circunstancias, sin futuro. La lista de las personas involucradas y salpicadas en el caso de lo sobornos de Odebrecht no salió, tal como se había anunciado, y en su defecto, la Procuradora señaló que la Corte Suprema era la culpable por no haber resuelto unos habeas corpus. Lo cierto del caso es que se señala a una falta de acción por parte de las autoridades panameñas en solicitar a tiempo al gobierno de Brasil la información, y también a presiones que ejerció la empresa brasileña al presidente de turno para que no se solicitara esta información. Cualquiera haya sido el caso, en otros países como República Dominicana, Perú y Ecuador se han removido a funcionarios y han metido presos a los que se les comprobó su participación en la mayor trama de corrupción de los últimos tiempos.
Mientras protestemos cómodamente desde nuestro teléfonos celulares, vía tuits, cadenas de WhatsApp, Instagram o Facebook y no nos movilicemos en masa, salgamos a las calles, hagamos sentir nuestra voz para que se resuelvan los casos que están siendo encubiertos – porque obviamente lo que están haciendo es dilatar y encubrir a los que desde hace meses han sido señalados, seguiremos en este estercolero de corrupción. Lo que se debe entender es que ésta -la corrupción- afecta a los más desposeídos, los que no tienen agua, alcantarillado, vías de acceso y los que reciben una pésima educación pública. La corrupción es el impuesto que pagan los pobres. Esos dineros desviados en coimas impiden que se hagan obras que beneficien a los que menos tienen y van a los bolsillos de los que engordan sus cuentas bancarias y se permiten todos los lujos que nadie se pueda imaginar.
Es hora que despertemos, exijamos y protestemos y le demos un plazo a la Procuradora para que se deje de paños tibios y de burlarse de nosotros. Lo menos que podemos hacer.