Opinión Publicado en El Siglo

Sobre Steve Jobs

MARIELA SAGEL

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El Siglo, 10 de Octubre de 2011

La semana pasada, todo el mundo comentaba la muerte, a los 56 años, de Steve Jobs, el creador de la marca Apple y de todos los productos que ella ha lanzado al mercado desde 1975, como son la computadora Mac, el iPod, el IPhone y el iPad, entre otros. Corrieron ríos de tinta alabando a un genio de la informática, quien definitivamente cambió la forma de aproximarnos a la tecnología, pero su gran contribución no fue precisamente filantrópica, sino comercial.   

Su historia es más interesante que el legado que dejó. El señor Jobs tuvo muchas pérdidas en su vida, las que lo llevaron a ver las oportunidades que esta le abría. Niño dado en adopción, su madre biológica quiso que quienes lo educaran, tuvieran educación universitaria para que él también pudiera tener acceso a ella. Una vez entró a un ‘college’, se salió, pero retornó dándose cuenta de lo importante que era esa etapa en el desarrollo de todo individuo. Alega que una de las materias que lo cautivaron fue la caligrafía, en la cual invirtió muchas horas, y que luego, esas mismas clases de caligrafía le permitieron diseñar, con la pureza de las líneas, los productos que ofrece el sistema Mac, que es un símbolo mundial de avance tecnológico.

Otra historia interesante que contó en una presentación realizada en una universidad de prestigio en Estados Unidos fue la de poner el caso de su enfermedad como ejemplo: fue diagnosticado con un cáncer de páncreas fulminante y a pesar de que no le dieron más de tres meses de vida, sobrevivió casi seis años. Él experimentó esa sensación de inminencia, que realmente no hay nada seguro en la vida, solamente la muerte, y ante ella no hay que espantarse, hay que seguir nuestra intuición y la voz del corazón, para que el corto tiempo que estamos con vida vivamos nuestras vidas a plenitud, no permitiendo que las opiniones ajenas condicionen nuestras actitudes.

Sí, el mundo entero llora la muerte de Steve Jobs, pero todos los días mueren Steve Jobs anónimos que nos han enseñado mucho, a veces más que él, y por no haber hecho famosa una marca, no los reconocemos. Nosotros mismos podemos ser esos protagonistas, miremos a nuestro interior e identifiquemos qué queremos hacer con nuestras vidas y cómo lo queremos hacer. Nunca es tarde para encontrar ese ideal y tampoco para ir tras él.