Por Mariela Sagel, 2 de noviembre de 2020, El Siglo de Panamá
La noticia corrió como pólvora cuando se verificó un movimiento telúrico en el mar Egeo, frente a las costas de la ciudad turca de Esmirna, famosa por sus atracciones turísticas y que afectó también a las islas griegas, especialmente la de Samos, que está justo enfrente de las costas turcas, y donde se cree fue el epicentro.Me dice la embajadora en Grecia que en Atenas sintieron muy fuerte el temblor que conlleva un terremoto, y las consecuencias de este, en la ciudad de Esmirna son trágicas: más de 25 edificios colapsados y aún sin definir cuántos muertos, pero arriba de 10.
Por suerte, fue a una hora en que la mayoría estaba trabajando, y no durmiendo, que es cuando la gente queda atrapada en sus viviendas. En Ánkara, donde resido, no se sintió nada y solamente hemos vivido lo que aflora en las noticias, muy pendientes, tanto el cónsul en Estambul como esta embajada, de cualquier connacional que necesitara ayuda. Hasta ahora no hemos recibido ninguna noticia que nos haga tomar acciones, y sí estamos muy pendientes de todo el apoyo internacional que se ha ofrecido para paliar esta tragedia.
De los mejores gestos que he visto ha sido el del primer ministro de Grecia hacia el presidente turco, Recep Tayyip Erdogan, en que le dice que, a pesar de las diferencias que han tenido, se unen en estos momentos de dolor y en apoyo a las víctimas.
En el mundo actual no estamos para diferencias sino para unirnos. Lo que afecta a unos países afecta a muchos pues la globalización ha traído consigo el que seamos un mundo, con sus particularidades y diferencias, pero un solo mundo. No vale la pena tener diferencias territoriales o ideológicas, si al final un solo movimiento natural, como un terremoto, nos va a unir. De allí que es importante tener en mente lo que dijo alguna vez el mexicano Benito Juárez: el respeto al derecho ajeno es la paz.