TESTIGOS DE EXCEPCIÓN
Por Mariela Sagel, La Estrella de Panamá, 8 de enero de 2017
El viernes 6 de enero, que en el mundo cristiano se celebra el Día de los Reyes Magos y en algunos países esos tres caballeros que visitaron a Jesús recién nacido con ofrendas son los que traen los regalos a los niños, era el día en que la rotativa de La Estrella y El Siglo dejaría de funcionar, por la epifanía de la OFAC y trayendo en ofrendas al grupo GESE, para cerrarlo definitivamente. Ese día,– el viernes que acaba de pasar–, publiqué un artículo que titulé “Venceréis pero no convenceréis”, parafraseando a Miguel de Unamuno. Doce horas antes de que se venciera el término otorgado por esa oficina administrativa del Departamento del Tesoro de Estados Unidos, cuando ya estaban empacando sus peroles los periodistas y demás colaboradores de la empresa, se supo que se le extendía la licencia de operación por seis meses más, o sea, hasta el 13 de julio del presente año.
Se había llamado a una vigilia a las seis de la tarde y esa convocatoria se mantuvo y lo mejor fue que asistió muchísima gente, vestidos de negro como era la consigna, y unificados bajo una sola idea: no queremos una extensión de la licencia, exigimos que se saque al grupo GESE de la Lista Clinton.
Varios factores me llevan a analizar esta coyuntura con cautela y seriedad: el gobierno, tan pronto el Departamento del Tesoro de Estados Unidos dio a conocer la extensión, desató sus bien aceitaditas redes sociales dándose autobombos por lo logrado, arrogándose el mérito. No habían movido un dedo durante 7 meses y la presión que iba incrementándose hora a hora, minuto a minuto, la presencia de medios nacionales e internacionales en las instalaciones de GESE para ser testigos de excepción del cierre de dos medios impresos los obligó a tomar acción y enseguida pretendieron erigirse en los Reyes Magos del momento. El rechazo a esta actitud fue unánime. En la vigilia que se dio en los predios de GESE, cuando el Presidente del grupo mencionó los nombres del mandatario de la República y de la Vicepresidenta, el abucheo fue general y estruendoso.
Hay que ver este asunto con frialdad, para entender dónde ha estado la falla. Desde el 5 de mayo, cuando se dio a conocer la inclusión del grupo Waked en la Lista Clinton, el gobierno nacional formó una comisión de tres ministros para tratar el asunto, el de Economía, de Trabajo y de Comercio. Siendo un problema que involucra a un país extranjero, debió haberlo liderado la Cancillería, y estando dos medios de comunicación involucrados, el Ministerio de Gobierno también tenía responsabilidad.
Llevar el asunto, con la tensión que se fue creando desde hace un mes, cuando este periódico empezó a publicar cada día un recuadro negro, para el día 5 de enero tener toda la portada de ese color y el titular “La Lista Clinton acaba con La Estrella de Panamá” a extender la licencia 12 horas antes no tiene otro nombre que sadismo.
Estos puntos extremos, que tal parece son la tónica de la actual administración, es lo que nos ha llevado a que nos incluyan en todas las listas negras, grises y de todos los tonos, porque el estado se ha vuelto tan inoperante que se compromete, no cumple, llega tarde y queda mal.
Extender la licencia de operación a GESE es apenas una curita. No falta quien sospeche que es la forma de no poner en evidencia la metida de pata del embajador estadounidense por sus locuaces declaraciones en este tema. Lo lamentable es que los que quieren cuidar la imagen del diplomático sea nuestro gobierno, que descuida la propia. Parece que en el tema de comunicaciones y relaciones públicas, el estado está asesorado por su peor enemigo. El call center de los varelistas está agresivo y es lo único que parece funcionar, pero lo hacen para insultar y denigrar. La Primera Dama hasta escribió un tuit en que decía que sí había pruebas para el caso Waked, lo que de no ser cierto, puede ser una falta penal. Hay que andarse con cuidado y recordar el dicho “por la bocaere el pez”. En este caso se les convertiría, “por un tuit muere el pez”.