Convivencia El accionar público La ética y la política Opinión Panamá Publicado en La Estrella de Panamá

Tiempo de recapitular

MARIELA SAGEL*

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La Estrella de Panamá, 19 de junio de 2011

A veces es necesario alejarse un poco de las realidades cotidianas para anticipar otras que, aunque remotas, se pueden convertir en serios problemas si no se atajan a tiempo. Estoy tomando unas vacaciones alejada de celulares, chats, Twitter y Facebook, y entregada a la lectura y reevaluación de mis metas y revisando periódicos viejos me encontré con un artículo donde se mencionaba la creación de un Museo de los Derechos Humanos y la Democracia en Panamá.

El lugar ideal para hacerlo era el edificio de la antigua Embajada americana, que fue demolida sin misericordia con la intención de construir allí un monumento a los egos desmedidos de una par de personas. De hecho, en el artículo se mencionaba que se pudiera ubicar allí, pero no recuerdo a ninguna de las personas que estarían involucradas en ese museo decir esta boca es mía cuando se llevó a cabo semejante avasallamiento contra una parte de nuestra historia.

También se mencionaba que en dicho museo se recogería todo lo relacionado a la violación de los derechos humanos que ocurrió durante los años de la dictadura militar, pero no se incluía ni remotamente lo que vivimos los panameños durante la invasión innecesaria a la que nos vimos sometidos en diciembre de 1989. Esta parte de nuestra historia parece que no la tocan los que se erigen como los guachimanes de los derechos humanos y es errada la concepción, porque hay muchas cosas que resolver, que ocurrieron durante ese severo trauma que sufrió nuestro país y que tal parece, algunos recibieron con beneplácito.

No tengo a mano el recorte de periódico, lo llevaba en el avión porque es uno de esos temas que en el apuro diario no logro abarcar, pero que guardo para cuando pueda leerlo, pero recuerdo que se mencionaba que se le había asignado al pretendido museo un terreno en las áreas revertidas y un presupuesto que superaba varios millones de dólares. Espero que no sea otro ego trip de los mismos que están detrás del Museo de la Biodiversidad, que no avanza y ya ha superado su presupuesto inicial y, al igual que el Metro, a la primera palada ya suma varios millones más a su costo.

En ese museo debe incluirse también todo lo relacionado con lo acontecido en Bocas del Toro el año pasado, la represión durante las protestas contra la minería, que incluyó una deportación sin sustento de dos periodistas españoles que lo único que hacían en Panamá era tratar de mejorar la vida de muchos y canalizar las ideas de una pléyade de jóvenes que bullen de sentimientos encontrados ante todo lo que pasa en el mundo y en nuestro país.

De la misma manera, las persecuciones y amenazas, veladas o no, a comunicadores y personas que no están de acuerdo con la forma autoritaria e impositiva en que se está conduciendo el Estado y, sobre todo, la masacre ocurrida en el Centro de Cumplimiento de Tocumen el 9 de enero de este año, donde murieron cinco jóvenes y sobrevivieron otros dos y que a la fecha, ninguna autoridad se ha hecho responsable de lo ocurrido, aun cuando hay más de 15 imputados en ese caso. Tampoco he visto a los notables del museo pronunciarse frente a tal atrocidad.

Me da un poco de temor que se vislumbre ese museo como lo hace el consejo editorial del periódico que se dice libre. De plano, muchos nombres o sucesos no tendrían cabida allí, porque estarían rayando en una amenaza a sus intereses. Si una limpia de bola como yo está sencillamente proscrita hasta para salir en una foto de las sociales, ahora imagínense que se quiera señalar los femicidios que ocurren en Panamá y que van en ascenso, y se omita mencionar que por defender la vida de una mujer, el ex ministro Delgado Diamante fue objeto de una pseudo investigación extemporánea y caprichosa.

Después de visitar el Centro Stata en el campus de MIT, diseñado por el arquitecto Gehry, y sabiendo de primera mano todos los problemas a los que se enfrenta, demandado por la misma universidad y el constructor, poca fe le tengo al museo en la entrada del Canal. Ojalá mis preocupaciones sean algo de poca monta, como dirían por allí.