Panamá

Tiempo de Reflexión

 

Domingo, 6 de julio de 2014 – La Estrella de Panamá

» No hay que descuidar ni un aspecto en lo que se refiere a las actuaciones públicas de los nuevos gobernantes…»

Mariela Sagel

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He estado en pausa y un poco alejada del devenir político por razones familiares, —no sin dejar de estar enterada de todo—, pues disfruté de la feliz visita de mi hija y mi nieto en estas últimas dos semanas, que llenaron mi vida no solo de muchas actividades sino de inmensa felicidad. Volviendo al ruedo deseo manifestar la gran esperanza que comparte el 70 % de la población panameña de que el gobierno de Juan Carlos Varela, estrenado el pasado 1º de julio, pueda llevar a cabo sus promesas de campañas con asertividad y sin grandes traumas para el país, y que sin miramientos político partidista se devuelva la tranquilidad a todos los panameños, porque por un pelo se salvó la democracia, que estuvo a punto de ser pisoteada por Ricardo Martinelli, su pandilla de facinerosos y todos los que se prestaron para su desgobierno en estos cinco años, pero no se ha erradicado la corrupción ni indecencia. Se debe tomar en cuenta que la educación es la base fundamental para crecer a todos los niveles. No va a ser fácil, como lo he escrito en otras ocasiones. Al nuevo presidente le han dejado un campo minado, un gabinete paralelo y han querido blindar a funcionarios enquistados en las instituciones, que posiblemente opongan una resistencia pasiva, que es peor que una rebelión abierta. Ejemplo de esto han sido los indultos a los policías que estaban detenidos en las oficinas de la institución, haciendo labores administrativas, por el caso de los quemados del Centro de Cumplimiento de Tocumen, ocurrido aquel 9 de Enero de 2011. En estos momentos, según han declarado los abogados de las víctimas —cinco menores murieron quemados y dos sobrevivieron con quemaduras graves—, se estaba por practicar las pruebas dentro del juicio que se les sigue. Este delito, como muchos otros, no puede quedar impune, todos vimos con estupor y dolor cómo se quemaban los muchachos dentro de sus celdas y sus verdugos, esos mismos que están amparados por la ley que no deja que los policías vayan a las cárceles, se burlaban y se reían de ellos y hasta gases lacrimógenos les tiraron, que azuzaron las llamas y el dolor que sentían. No hay más pruebas que esas y ya la justicia debió hacer su trabajo. En el ámbito político, me resultó casi repugnante ver cómo en la elección de la directiva de la Asamblea Nacional un personaje tan deplorable como el diputado Pineda hacía una apología del delito para presentar a otro personaje siniestro, como es el que hoy ocupa la vicepresidencia, pero mi asombro no tuvo parangón cuando se nombró de secretario de ese órgano del Estado a Franz Wever. Esa copa rebasó el nivel de tolerancia de los que hemos esperado por meses y hasta años que las cosas se enderecen en el partido de Omar. Las próximas semanas van a ser determinantes y estoy convencida de que, a menos que los decentes y comprometidos con el país hagamos un trabajo heroico, el partido puede llegar a ser otro Molirena, en manos de una turba de lúmpenes, que encima, manda a golpear a mujeres, como se dio en el caso de la diputada Zulay Rodríguez, hecho deplorable a todas luces y mucho más el que otro copartidario la llamara paciente psiquiátrica. Hago todas estas reflexiones, porque vivimos momentos álgidos y confusos en medio de la sensación de placidez que compartimos el amanecer del 1º de julio con la certeza de que al fin nos librábamos del gobierno de los locos. No hay que descuidar ni un aspecto en lo que se refiere a las actuaciones públicas de los nuevos gobernantes, sin anticipar críticas, pero sobre todo, ordenar la casa, la de cada uno y a la que escogió pertenecer, por las razones que sean.