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TODO ARTE ES UNA FORMA DE LITERATURA

Por Mariela Sagel, Facetas, La Estrella de Panamá, 25 de marzo de 2018

Hasta el 7 de mayo del presente año se muestra en la sala Sabatini del Museo Reina Sofía de Madrid la magnífica exposición en honor a Fernando Pessoa, titulada “Todo arte es una forma de literatura”.  Nadie podría pensar que en torno al poeta luso se pudiera recrear toda una alegoría de cuadros y expresiones artísticas que tienen que ver con los movimientos intelectuales que él liderizó en su país de origen, Portugal.  Sin embargo, es muy importante comprender que su producción literaria (la de Pessoa) fue catalizadora de la escena vanguardista portuguesa de los primeros años del siglo XX y que aglutinó en torno a ella a una comunidad artística con sensibilidades e inquietudes compartidas.

FERNANDO PESSOA

Este poeta, escritor, periodista, ilustrador y publicista nació en Lisboa en 1888 y murió en su ciudad natal 47 años después, en 1935.  Su vida fue intensa, así como su actividad delirante, ya que se desdobló en varias personalidades que se conocieron como heterónimos.  Esta palabrita corresponde a una acepción literaria, o nombre falso que adopta un autor para nombrar parte de su producción.  Un ejemplo es Juan de Mairena, cantado por Joaquín Sabina en el homenaje que le rinde al poeta Ángel González, que es un heterónimo de Antonio Machado.  Es, en resumidas cuentas, un autor ficticio, o pseudo autor.  Fernando Pessoa fue el que más desarrolló este recurso literario, y se le atribuyen unos 70 heterónimos, algunos con nombre de mujer.  De allí que se le señale como que se desdobló en varias personalidades.

Es autor de muchos libros de poemas y su producción artística es extensísima.  Lo que más conocemos de él, en novela, es el famoso “Libro del Desasosiego”, y este año la Feria Internacional del Libro de Guadalajara tendrá como país invitado a Portugal, donde seguramente se recrearán muchas de las facetas de esta figura enigmática que saltaba de un heterónimo a otro.  En ocasión de esta muestra, el Museo Reina Sofía editó un portentoso volumen con las piezas poéticas de Pessoa e ilustrado con la mayoría de las obras plásticas que la componen.

De muy joven fue a vivir a Durban, en la República de Sudáfrica, entonces colonia británica de Natal, pues su madre, viuda cuando apenas Fernando tenía 5 años, se casó con el cónsul portugués en esa ciudad.  Gracias a esas vivencias, logró entrar en contacto con la literatura inglesa y estudiar a profundidad a Shakespeare, Edgar Allan Poe, Lord Byron, John Keats, entre otros escritores ingleses y a traducirlos.  El inglés se vuelve una lengua que él conoce y maneja casi a la perfección y desde entonces empieza a crear heterónimos, el primero de los cuales fue Alexander Search, que se envía cartas a sí mismo.

Regresa a vivir en Lisboa con su abuela en 1905, que era enferma mental, y dos criadas ancianas y ya inicia con paso firme su carrera literaria, que había anticipado en Durban.  Fernando Pessoa está enterrado en el Monasterio de los Jerónimos de Belém en Lisboa desde 1988, al cumplirse el centenario de su nacimiento, cuando recibió el reconocimiento que no tuvo en vida.  Un pensamiento fundamental de Fernando Pessoa fue: “Todo vale la pena cuando el alma no es pequeña”.

TODO ARTE ES UNA FORMA DE LITERATURA

     La exposición que se muestra en el Museo Reina Sofía impresiona porque por muchos heterónimos que haya tenido, demuestra que las artes, sean ilustraciones, pinturas, portadas de revistas y poemas, tienen un hilo conductor que une a los creadores.  También demuestra que mientras se daban en otras ciudades fenómenos artísticos como el cubismo o el futurismo, los artistas lusos los analizaban con mucho interés.  La producción de estos artistas, reunidos en textos teóricos o poéticos, influyó en obras plásticas y escénicas que fueron emblemáticas en su tiempo.

Pessoa y el escritor Mario de Sá-Carneiro fundaron en 1915 la revista Orpheu, que sirvió de vehículo de divulgación, aunque apenas se publicaron dos números y un tercero quedó a medias por falta de financiamiento.  También fue importante su colaboración con la revista Portugal Futurista, donde en el único número que vio la luz se publicó un poema de Álvaro de Campos, que se asemeja a un manifiesto futurista.  Se aliaron pintores con escritores y entre ambos pudieron darle vida a un movimiento que era una variante abstracta y colorista del cubismo, que contó con la participación de los pintores Sonia y Robert Delaunay, él francés y ella rusa, establecidos en Portugal, huyendo de la confrontación bélica.

Impresiona cómo las diferentes manifestaciones culturales en torno a Fernando Pessoa confluyen en poesía, pintura y obras de teatro.  Aquí también llegó la influencia de los ballets rusos, de los que he hablado en artículos anteriores tanto sobre Picasso como de Juan Gris.  En esos años se debió escuchar un pregón como “artistas del mundo uníos”.  Se realizaron performances en actos públicos que algunas veces generaron polémicas.

El escenario político no dejó de influir en estas mentes creativas.  Cuando llegó al poder Antonio de Oliveira Salazar, que encabezó un régimen militar dictatorial desde 1932 hasta 1968, las corrientes artísticas que estaban en ebullición tuvieron algunos tropiezos.  Sin embargo, se logró imponer un movimiento de modernidad, menos agresivo, pero igualmente valioso sobre todo porque el arte europeo estaba en franco repliegue, como producto del período entreguerras.

Volvieron a invertirse ingentes esfuerzos en fundar otra revista, en este caso bastante heterodoxa, titulada Presenca, que logró influenciar el pensamiento artístico luso a lo largo de varias décadas, y se nota mucho en el cine.

La exposición “Pessoa, todo arte es una forma de literatura”, es una importante muestra de la escena vanguardista portuguesa que refleja sus especificidades contextuales, propuestas y protagonistas, y exhibe la amplia pluralidad del modernismo.  Complace ver la sinergia que existió entre las manifestaciones artísticas, evidenciando otros ejes, más allá de los discursos y lecturas que se imponen.  “La figura de Fernando Pessoa, abordada en este marco a través de su producción teórica, ofrece, con sus heterónimos, una lectura poliédrica del pensamiento y cultura del país, integrando sus tensiones, sus rupturas y sus afinidades con otros movimientos y corrientes de vanguardia”.

Fernando Pessoa tuvo un heterónimo llamado Ricardo Reis, que lo define como latinista y monárquico, que muestra un apego a la herencia clásica de la literatura occidental, con estricto apego a la simetría y la armonía.  Lo mandó a vivir a Brasil, en supuesta protesta cuando se proclamó la República de Portugal.  José Saramago, ganador del Premio Nobel de Literatura en 1998 y el único de su país que lo ha obtenido, publicó un libro titulado “El año de la muerte de Ricardo Reis”, donde continúa el universo de este heterónimo de Pessoa que, ya muerto, los hace encontrarse, porque Reis sobrevive.

Una última reflexión sobre esta exposición y cómo un trabajo literario supo aglutinar las expresiones de varios artistas de su época.  Así también fue en Panamá, cuando Pimpito Dutary, Toño Alvarado, Mario Calvit y Julio Zachrisson, todos pintores, formaban una pandilla de intercambio cultural con escritores y poetas como Neco Endara, José Franco, César Young Núñez y José de Jesús Martínez, entre otros, que fueron trascendentales para definir nuestras manifestaciones artísticas. ¿Será que estamos perdiendo esa capacidad de conjugar voluntades para representar lo que es una identificación del país cultural que todos anhelamos?  Hace poco, en el homenaje que el Ministerio de Educación le rindió al poeta Franco, Neco recordaba, con su natural picardía, aquellos años en los que “desfilaban por la Avenida Central, como decía Korsi: «majestuosamente borrachos», a las cuatro de la mañana”.  Ahora no vemos esto, los pintores no se relacionan con los escritores y así viceversa y algunos ni leen ni se interesan por cultivar la lectura. Debemos retomar esa importante relación que debe existir entre los artistas.