Convivencia Educación Opinión Panamá Publicado en La Estrella de Panamá

Revuelvo la mirada


MARIELA SAGEL*

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Y a veces siento espanto, continúa la poesía del poeta de la Patria Ricardo Miró. Esa es la sensación que tengo cuando me siento a escribir esta columna, que he tenido que cambiar en dos ocasiones antes de enviarla a la paciente editora, porque cada minuto suceden cosas que no deberían ocurrir en un país que se precia de tener una democracia ya consolidada.
Y es que había dispuesto escribir mis impresiones sobre el ‘rescate’ de la Sala V, que fue presentada precisamente por mí ante la Asamblea Nacional en 1999, como me correspondía por el cargo que en ese momento ocupaba. La conveniencia que ahora encontró el gobierno en contar con tres magistrados/as sumisos/as más para terminar de defenestrar ese órgano del estado y eliminar su independencia. Referirme a la exposición de motivos que presentamos para que esa sala fuera aprobada, como en efecto lo fue, para que el desgobierno de la Presidenta Mocoso, en sus decisiones irracionales y totalmente viscerales, la derogara por el simple hecho que la había creado el gobierno de Pérez Balladares.

También había iniciado la investigación de cómo se ha estado implementando la Ley Penitenciaria en cuanto a la responsabilidad de capacitar a los custodios y su posible responsabilidad ante la masacre ocurrida en el Centro de Cumplimiento de Menores, al mismo tiempo que quería señalar la también posible responsabilidad por omisión o por flojera de los bomberos, que no hicieron su trabajo para rescatar de las llamas a esos siete chicos que no merecían acabar sus días de una manera tan inhumana.

Pero como siempre uno propone y Dios dispone, fui a la presentación del libro de Paco Gómez Nadal, la compilación de artículos del periodista español que fue una de las primeras víctimas visibles de la intolerancia a la crítica que tiene esta gestión gubernamental, cuando intentaron silenciarlo –como si eso fuera posible en esta era cibernética, donde las redes sociales y el correo electrónico, además de los chats superan la lectura o el conocimiento de lo que publican los medios— y allí me confirmaron la renuncia de mi admirado amigo Ebrahim Asvat de la presidencia de este diario, por las muchas presiones que ha recibido ante las críticas verticales que él vertía en su muy leída columna diaria Bitácora del Presidente, y que parece le es muy urticante para los mandamases de la gestión del 99.

En esa presentación hubo muchas intervenciones valiosas y valientes, entre las que destacó la de la activista de Derechos Humanos, Celia Moreno, que al querer felicitar a Paco por el esfuerzo y el compromiso de seguir señalando lo malo y lo feo, rompió en lágrimas por la impotencia que sentimos todos ante lo que pasa a diario y especialmente, por la falta de un pronunciamiento de sentido humanitario que a diario esperamos de nuestros gobernantes, que desde que ocurrió la tragedia del 9 de Enero (coincidentalmente, cuando conmemorábamos la gesta de nuestros mártires, con rampante indiferencia por parte del gobierno) no han dicho nada sino exteriorizar sus desavenencias y pelea por los espacios de poder, sin importarles un comino con esas pobres familias que hasta cuerpos putrefactos han tenido que enterrar.

Salí tan impresionada por la falta de acción, por la tranquilidad que tenemos todos ante esta tragedia, posiblemente la peor masacre que ha habido después de la invasión, que fue perpetrada con saña y alevosía, que nos fuimos al Santo Tomás a ver si podemos iniciar un movimiento que salga a las calles a protestar.

No somos pocos, como me dedicó Paco en el libro, los que nos atrevemos a denunciar. Son muchos pero tienen miedo, no vemos una cabeza que señale qué hacer. Hay que organizarnos y no esperar que ocurra otra tragedia para que reaccionemos. Me avergüenza ver al Ministro de Desarrollo Social acompañando con murga a los tránsfugas lúmpenes que saltan del PRD al CD, pero ese mismo ministro, que sin hacer nada reporta altos índices de popularidad, no ha dicho esta boca es mía en un tema que le concierne directamente en el caso de lo ocurrido en el Centro de Cumplimiento.

Recordemos lo que dijo Mahatma Gandhi: ‘Lo más atroz de las cosas malas es el silencio de la gente buena’.