Literatura Panamá Publicado en La Estrella de Panamá

Trinchera cultural

MARIELA SAGEL

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24 de Junio de 2012, La Estrella de Panamá

El pasado martes, cuando todos vimos —y el mundo también— un país inmerso en una crisis política como no hubiéramos soñado volver a vivir, y al borde de un enfrentamiento civil que sería un gran retroceso para nuestra democracia, la Cámara Panameña del Libro y la Alianza Francesa se alzaron por encima de todos esos acontecimientos para presentar lo que será el ‘festín cultural’ enmarcado en la VIII Feria Internacional del Libro de Panamá, que tiene este año como país invitado a Francia.
La presidenta de la CPL, Orit Btesh, en las palabras con las que presentó el programa que ofrecerá la feria y las piezas promocionales que a partir de la fecha estarán siendo transmitidas por radio, prensa, televisión y mobiliario urbano, destacó que el aporte de esta feria será contribuir a formar espacios para orientar a una sociedad más justa y equilibrada, allende las fronteras.

Revisando el pensamiento filosófico de Fernando Savater, a quien le dedico una amplia cobertura en la sección Facetas de este diario, hay un punto en el que poco se insiste: el de la necesidad de la cultura para ayudar a soportar el ocio. Y remata: ‘cuando una persona es culta menos dinero necesita para hacer unas vacaciones o pasar un día feliz. Y cuanto menos cultura posee, más derroche, más gasto, más pirotecnias se necesitan, más ritos, porque no es fácil intentar amueblar un vacío’.

Con este evento cultural anual, donde se dan cita más de 70 mil personas durante cinco días, los panameños y extranjeros podrán valorar lo valioso que es tener un mundo interior, ese que se construye a partir de conocer palabras formidables, que se adquiere con poco dinero, a través de la lectura y el amor a los libros.

Destacaba la señora Btesh que la cultura supera barreras, distancias, idiomas, y nos une en torno a lo bello, a ‘Un mundo maravilloso’, como dice el lema de la entidad que organiza anualmente esta fiesta de la cultura. Savater, por su lado, ha defendido a ultranza que la educación debe dar las claves de que el mundo interior tiene que ir acumulando su propia riqueza. Ambos han coincidido que abrir un libro debe ser abrir una puerta al conocimiento y a la superación, y así lo exhortaba ella en su destacado mensaje, flanqueada por la directora del Instituto Nacional de Cultura y el embajador de Francia, país invitado.

Son muchos los ejemplos que demuestran que apostar por la cultura y la lectura eleva al ser humano y lo hace inmune a ciertas mezquindades que deterioran su entorno y sus relaciones personales y hasta familiares. Está demostrado que hasta en la cárcel se es menos infeliz si se tiene qué leer.

La cultura es el reflejo de la sociedad y la totalidad de lo creado por ella y la capacidad de cultivarse es un don único del ser humano, una opción que pertenece únicamente a la decisión que uno tome en cuanto a su interior. Esa capacidad viene íntimamente ligada al calor del hogar y a la elección que hacemos de manera consciente en cultivarnos y que vamos desarrollando según la voluntad que pongamos en ella y ese proceso dura toda la vida.

A los que somos padres, se nos hace cada vez más complejo ofrecer a nuestros descendientes el integrarse al tejido cultural ‘positivamente transformador’, especialmente porque se vive en un mundo cada vez más tecnificado, donde nos conectamos por todas las maneras, pero no nos comunicamos. Estamos expuestos, adultos y jóvenes, al acceso a subculturas e influencias negativas, que pueden invadir la mente y confundir los sentimientos de los más jóvenes. Por eso es tan importante que se realce este tipo de eventos al máximo nivel y que llegue a la mayor cantidad de la población, de manera que se creen ambientes y actividades que no solo ofrecen entretenimiento, sino que propicien el crecimiento personal y colectivo con eficiencia. Eso es la Feria del Libro.