TÚ NO MATARÁS
Por Mariela Sagel, Vida y cultura, La Estrella de Panamá, 17 de marzo de 2019
La escritora española Julia Navarro, cuyos libros han sido presentados en Panamá (el más reciente, “Historia de un canalla”, en noviembre de 2016 en la Embajada de España) publicó a fines del año pasado una novela magnífica, ambientada tanto en su barrio natal, el que se conoce como el de los Austrias, como en diferentes capitales, llevándonos al trote por las historias de tres amigos, y los que éstos van viviendo en su trepidante carrera.
Si bien es un relato desgarrador, donde las mujeres llevamos, como siempre, la peor parte, no está exenta de enseñanzas, de destinos que se cumplen, vidas que se cruzan y ejemplos de sacrificios más allá de lo humanamente tolerable.
Fernando, Catalina y Eulogio son tres amigos que vienen juntos desde el colegio y sus vidas toman giros insospechados como consecuencia del fin de la Guerra Civil Española, “La guerra la ganaría Franco, pero la perdimos todos” y el comienzo de la II Guerra Mundial. El padre de Eulogio y el de Fernando eran parte del bando republicano y los padres de Catalina eran, se puede decir, neutros, más inclinados a la causa franquista, pero la chica es voluntariosa, y esa terquedad hace que Fernando, que “bebe los vientos” por ella, la sume a su fuga de un país que quedó muy dividido después de esa guerra.
TÚ NO MATARÁS
Esa frase se la dijo una y otra vez el padre a Fernando, hasta que lo ejecutaron. La remataba con: “Porque ningún hombre vuelve a ser el mismo después de haber quitado la vida a otro hombre”. Después de esa dolorosa pérdida su madre y él se asumieron en la más profunda tristeza, pero Fernando desarrolló una rabia descontrolada.
Catalina, enamorada de un estadounidense que había estado combatiendo en la guerra pero que era poeta, se rebela contra sus padres y eso le causa un gran dolor a su progenitor, además de que él quiere obligarla a casarse con un muchacho indeseable por la única razón de que es hijo de un estraperlista a quien le debe mucho dinero. El individuo, además de extorsionador, estaba en tratos turbios con los militares franquistas, y se pavoneaba de su poder en el barrio, donde casi todos habían sufrido mucho durante el conflicto civil.
Eulogio quedó cojo en el campo de batalla, y salvó a Marvin, que se convirtió en un poeta importantísimo a lo largo de su vida, del que Catalina está enamorada y hasta obsesionada. Entre ellos se forjó un vínculo de solidaridad que llevó a Marvin, incluso, a vivir en la pequeña y humilde vivienda de Eulogio y su madre, a pesar de que el gringo era de una familia riquísima de New York.
Los tres se embarcan en un viaje demencial que los lleva a Alejandría, Egipto, y contra todo pronóstico, el capitán del barco se sensibiliza de la condición de los tres chicos y les abre las puertas de la casa de unos amigos.
Lo que sigue es un ejemplo de investigación por parte de la autora, de perseverancia, pero también de remordimiento de los chicos, por la advertencia del padre de Fernando: Tú no matarás. La autora demuestra que se recorrió todos los recovecos del mundo que allí muestra, desde Egipto, Israel, París, Londres, New York, Boston (Cape Cod y Nantucket), Santiago de Chile, además de sus entornos familiares, que la autora conoce muy bien. Recrea tanto los escenarios ajenos al conflicto mundial como los que los vivieron y los subsecuentes traslados a otras capitales, como es el caso de los nazis que se van a Suramérica.
También es un ejemplo del conocimiento del ser humano, de las emociones que tenemos en determinadas circunstancias y cómo, cuando se cumplen los anhelos de nuestros padres, se siente una gran satisfacción. Por ejemplo, el padre de Fernando era editor y al final, él acaba siendo editor y hereda una librería y editorial de una pareja franco-inglesa.
Los jóvenes protagonistas, que envejecen juntos en distintas circunstancias, y como quedan atrapados entre el fin de la guerra civil española (1939) y la II Guerra Mundial, no pueden volver a ver a sus madres, a pesar de que las tres anhelan abrazarlos y perdonarles sus ausencias. Dos guerras dejan demasiados daños en el alma. Con todo y sus culpas, los tres recibieron y hacen gala de una educación en valores y la formación de una conciencia responsable.
Supongo que el reconstruir la vida de los vecinos del barrio, cada uno de acuerdo con sus circunstancias, –los derrotados, además de ser humillados diariamente por los que se creían vencedores, son objeto de represalias que rompen sus familias y los empujan a la pobreza y en alguna ocasión, son víctimas del chantaje de los que se creen que ganaron esa batalla. Los hay también sensibles al dolor ajeno, como la familia de Catalina y que está consciente de que la victoria, en sí, no fue tal — ha debido de ser una empresa mayor.
También está muy presente la religión, y la actitud de los curas de barrio, que de alguna manera toman partido contra los que no van a misa y, por tanto, no interceden por los necesitados e injustamente castigados. Están los que, al ver sus seres queridos ejecutados sin razón alguna, se alejan de Dios.
LA AUTORA
Julia Navarro es periodista y novelista. Tuvo una rutilante carrera en los medios de comunicación, a los que dedicó 35 años de su vida. Trabajó en Cadena SER, TVE, Agencia OTR/Europa Press entre otros, además de ejercer como columnista de opinión política. Se inició en el período de la transición española y era una analista aguda de la evolución social hacia una nueva constitución, la misma que acaba de celebrar 40 años. Su prestigio como periodista y analista política es intachable y de eso me han dado fe algunos de sus colegas, que se maravillan de su éxito como novelista.
Ahora ya no ejerce el periodismo y con ésta son siete sus novelas publicadas desde 2004. La primera, “La hermandad de la sábana santa” fue un éxito inmediato y desde entonces no ha dejado de escribir y publicar. Aunque a veces la señalan como escritora de novela histórica, ella lo niega con estas palabras: «Yo me rebelo cuando dicen que escribo novela histórica. Hay otros escritores donde de verdad el peso de la historia es muy importante. Lo que pasa es que tengo una obsesión por que los escenarios a los que subo a mis personajes estén bien construidos, respondan al momento histórico que están viviendo, y a la documentación le dedico mucho tiempo. Pero para mí la historia sólo es un escenario, no quiero contarla; lo que me interesan son los personajes».
Y muy bien que lo hace, porque con esta novela, que supera las mil páginas, nos engancha en un viaje de pasiones extremas, que no nos dejan sino pensar cuál va a ser el siguiente destino al que Catalina va a perseguir su obsesión, el secreto que guarda Eulogio y la culpa más terrible, la de Fernando, al recordar que su padre le advirtió que “ningún hombre vuelve a ser el mismo después de haber quitado la vida a otro hombre”.