Por Mariela Sagel, en La Estrella de Panamá, 27 de febrero de 2021.
Estamos casi cumpliendo un año de vivir con este condenado virus que no solo a Panamá, sino al resto del mundo, lo ha puesto de rodillas. En nuestro país se declaró pandemia el 9 de marzo y cumplidos los doce meses evaluemos qué hemos aprendido de este estilo de vida tan diferente del que llevábamos.
Desde hace un año usamos mascarillas, algunos se divierten buscando las más innovadoras, más llamativas o las más cómicas. El Fundación Obsequio de Vida hizo una preciosa colección de mascarillas de pintores panameños que fueron un éxito de ventas. Igual lo han hecho muchos artistas, empresas, hasta recordatorios con logos o símbolos se han ingeniado en hacer. Aquí la creatividad no ha tenido límites. Mascarillas con molas, con la lengua de los Rolling Stones, con infinidad de imágenes. En un sepelio se dieron mascarillas de recordatorio con unas barajas a un costado porque al difunto le gustaba jugar a las cartas.
Para los niños también ha habido muchas opciones, de sus personajes infantiles preferidos. Hemos aprendido a reconocernos por los ojos y a veces se nos pasa desapercibida una persona porque no cae en cuenta que es ella, todos nos parecemos con la mascarilla, si además llevamos una pantalla y parecemos astronautas.
Los hábitos de limpieza han cambiado radicalmente, nos lavamos las manos tanto al día y aplicamos alcohol que ya no va a haber tersura en ellas, a menos que seamos constantes en la aplicación de cremas humectantes.
Lo más importante que hemos debido aprender es a guardar distancia social con las personas y es lo que se hace más difícil de cumplir, especialmente si en una casa viven más de seis personas. Los repuntes en los casos se han dado después de aperturas parciales donde la gente se desaforó organizando “parkings” como dicen en Panamá, fiestas, paseos, bodas, en fin, pareciera que no podemos vivir sin la rumba ni el jolgorio.
Otro asunto es el ingreso a las residencias o lugares comerciales que lo exigen. Se ha proliferado una saludable modalidad de ponerse unos cobertores plásticos, como los que usan en cirugía los médicos, para ingresas en las casas o quitarse los zapatos. Es común ver a la entrada de las casas, de los departamentos y de los edificios, mesas con gel alcoholado, y hasta tomas de temperatura en los lugares que uno menos se imagina, como las tiendas de chinos. Es saludable lo de ingresar con los zapatos cubiertos o sin zapatos a las casas porque uno trae muchos microbios y suciedad de la calle. Por eso yo no pongo la cartera en el suelo, no es por superstición sino porque estoy consciente de que recogería suciedad indeseable que después voy a traer a mi casa, donde la coloque.
Estoy segura de que muchos negocios han florecido con esto de la pandemia, los de calcomanías que señalizan la distancia entre las personas para pagar, para sentarse, para usar un ascensor. Incluso las que han introducido unas láminas que en base a cobre repelen los virus y ahora recubren hasta los puestos de las iglesias, pasando por los paneles de los botones de los ascensores, las arandelas de puertas y demás.
La disciplina social del panameño ha demostrado ser muy pobre, de allí la enorme migración que hubo para los carnavales, hacia el interior del país, donde seguramente no pararon de hacer culecos y bailar a gusto, sin distanciamiento social. Esas fiestas tienen a veces sus consecuencias, no solo las que conocemos que se dan 9 meses después de las fiestas carnestolendas, sino, en este caso, de contagios. Esperemos que no se tengan que tomar otra vez medidas drásticas de confinamiento.
Muchos escritores han aprovechado el aislamiento forzoso para producir sus obras literarias y las editoriales no se dan abasto para editar tantos libros. Y también hemos tenido mucho tiempo para leer y para ver series y películas, que es la moda. No sé qué hubiera sido sin Netflix este encerramiento forzoso.
Ningún país está a salvo de este virus, y siguen arrojando cifras preocupantes Estados Unidos e India, con los más altos índices de contagio. El asunto debe verse con cuidado y en serio, ahora que ya hay vacuna, la pelea contra el virus debe ser con una vacunación masiva, aunque en algunos países no hayan podido recibir las que esperaban porque los fabricantes se han visto desbordados.
En el camino hemos perdido a muchos seres queridos, amigos, personalidades del mundo, que han muerto por causa de la COVID-19 y también hemos visto con preocupación las alteraciones de conducta que produce el confinamiento, la falta de sol y de ejercicios. Estoy segura de que, con un poquito de esfuerzo y comprensión, saldremos de ésta, pero debemos aprender las lecciones que nos ha dado este inesperado cambio de vida.