MARIELA SAGEL
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El Siglo, 14 de noviembre de 2011
Así como celebro que finalmente se haya adoptado la ‘ley zanahoria’ en su momento, también testimonié mi regocijo de que la Tusa Financiera no se fuera a construir en el lote donde estuvo la Embajada de los Estados Unidos. Se desconocen los mecanismos de cómo se va a hacer la convocatoria para integrar ese terreno al complejo hospitalario del Hospital Santo Tomás, en su momento llamado el Elefante Blanco, por lo que adelanto unas sugerencias.
Nos corresponde, como ciudadanos responsables y a base de ideas de los brillantes muchachos que lideraron a los cuatro gatos que nos opusimos a la Tusa, sugerir la mejor manera en que se puede hacer esa integración. Hay que unir esfuerzos, junto con los médicos y la ciudadanía que objetó la construcción de esa torre y llamar a un concurso público, a través de la Facultad de Arquitectura y la Alianza Pro Ciudad, que fue tan beligerante en esta lucha, para el diseño del nuevo Hospital del Niño, que completará el conjunto hospitalario que allí se ubica.
Es importante que ese concurso se haga incluyendo todos los nuevos conceptos de arte-terapia y de paisajismo terapéutico que brinde espacios para la recuperación de los enfermos. Se deben convocar a todos los ciudadanos que se sensibilicen con este tema (que seguramente son muchos dado el alcance que ha tenido la atención que siempre se ha brindado en el Hospital Santo Tomás) para que opinen y participen, y asegurarnos de que no se haga algo tan despistado y traído de la manga como lo que se quiere hacer en el parque Urracá y mucho menos lo que están haciendo a la genialidad de Albert Einstein en El Cangrejo.
El concurso deberá tomar en cuenta e incluir un debate, mediante el cual se forme una plataforma de discusión sobre el diseño y elección desde todas las partes involucradas, que van a ser los usuarios principales, como son los doctores, administrativos, pacientes y usuarios. Se puede llevar a cabo a través de una consulta pública o un referéndum simbólico para que la ciudadanía opine y no se vuelva a excluir de las decisiones tan importantes que afectan tanto el entorno como la salud.
Nuestra misión de ser los cuatro gatos que nos opusimos (y a los que vilipendiaron a gusto los promotores) cerraría con broche de oro esta jornada que no creemos fue una batalla ganada, sino el hacer ver que se estaba cometiendo un gran error que afectaría a muchas de las personas más necesitadas de la ciudad.