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UN NUEVO ESCENARIO

Por Mariela Sagel, La Estrella de Panamá, 3 de julio de 2016

Al fin culminó la sonada apertura y puesta en marcha de las nuevas esclusas del Canal de Panamá, acto en el que el gobierno y la ACP invirtieron enormes recursos para crear la expectativa, al punto de hartazgo.  Se enfocó la campaña mediática en el resultado final, sin tomar en cuenta sus gestores, actores e historia.  Poco se explicó de si las nuevas esclusas ahorran agua, y mucho menos se ha dicho del destino de los puestos de trabajo que se generaron.  Pero enhorabuena por la borrachera nacionalista y patriotera que se apoderó de muchos, una semana antes de cumplirse el segundo año de mandato del Presidente Varela.

El asunto del canal ampliado nos dejó varias lecturas: el Canal de Panamá es una obra que construyeron los gringos después de llegar al extremo de intervenir en las diferencias políticas que sosteníamos con Colombia, lo que nos permitió separarnos de ese país.  Pero el canal lo empezaron los franceses y la ampliación la hicieron los españoles.

Es una ironía más del destino que el primer barco que atravesó el canal ampliado sea de China Popular, –escogido por sorteo– país con el que Panamá no tiene relaciones diplomáticas y unas de las pocas mandatarias que asistieron a los actos canaleros fue la presidenta de la isla de Formosa, Taiwán.

Los enredos en los que hemos estado metidos por cuenta de la investigación que se llevó a cabo por la creación de sociedades off shore y que llevan el nombre de Panamá Papers, así como el posterior señalamiento de los empresarios Waked como narco lavadores y financistas de terrorismo no nos han hecho un favor, de allí que las representaciones diplomáticas de 70 países hayan sido, en un alto porcentaje, de segunda o tercera categoría.

Los Estados Unidos, que patalearon cuando los chinos se ganaron la licitación para desarrollar los puertos, y empezaron con su campañita de que el Canal había sido entregado a los comunistas, solamente estuvo y por poco tiempo, participando en la ampliación, por medio de una empresa de administración del proyecto.  Y entonces, antes de la apertura, el New York Times saca un largo reportaje sobre el mal diseño que tienen las nuevas esclusas, que de repente estamos en casi el mismo nivel de vulnerabilidad sísmica que la ciudad de San Francisco y que mínimo se ahorraron en el reforzamiento de las compuertas varios millones de dólares en barras de acero de reforzamiento.  Para muchos, la palabra del New York Times es definitiva, pero por mucho prestigio que tenga a los ojos de todos, el contenido sonaba como el del chico resentido en el juego, que como no gana, se lleva la bola, el bate y la manilla para que nadie siga jugando.  Ese reportaje es un reflejo de la actitud de los estadounidenses, que primero “entregaron” el canal porque un presidente decente le devolvió a este país algo que justamente reclamaba y ahora pierde fuerza en el continente ante un gigante que poco a poco ha ido ganando presencia y fuerza en el área, y que lo forman los países asiáticos.

En estrecha correlación de fuerzas, el embajador Feeley, adelantó caprichosamente la celebración del 4 de julio para la noche antes de la apertura de la ampliación, ofreciendo una fiesta a la misma hora que la ACP estaba celebrando un vistoso espectáculo y cena para agasajar a los visitantes.  El Presidente y algunos ministros fueron a esa fiesta, sin importarles que llegarían tarde a la verdadera celebración.  Se comprende que quisiera homenajear a la sra. Biden, que vino en representación del gobierno americano –ni un subsecretario de estado mandaron— pero eso pudo hacerlo de otra manera y no creando la confusión que generó la celebración paralela.

El rejuego en Panamá es más de geopolítica.  Recuerden el dicho que si China estornuda el mundo se resfría.  Hay que aprender a jugar en esas ligas, especialmente con el recurso que tenemos, nuestra posición estratégica y dónde está ubicado el Canal de Panamá.  Sus principales usuarios son Estados Unidos, China, Chile, Japón y Corea del Sur, de cinco tres son asiáticos.  No descuidemos el bosque por estar mirando el árbol.