PERSONAJE. Dr. Pedro Rovetto
Recientemente presentó su primer libro en las salas de la librería Exedra el Dr. Pedro Rovetto, panameño, patólogo, docente y residente en Cali, Colombia. El volumen se titula “Ideas Médicas: una mirada histórica”. En realidad, no es el primero, ya que tiene uno de poesía, titulado Breve Varia, publicado en el 2001 con apenas 500 ejemplares. Pedro es egresado de la Universidad del Valle, y en ese mismo centro académico imparte clases desde 1980. Hace algunos años se involucró en un grupo de investigación que publicó la obra “Historia de la Medicina Colombiana” y es un usual invitado a disertar sobre el tema, tanto en su país de adopción, como en otros.
El interés del Dr. Rovetto en un tema tan intrínseco como fascinante, que es lo concerniente a los procesos patológicos y cómo respondemos individual y socialmente a ellos, lo que da origen a este valioso documento. En una conversación que sostuvimos, posterior a la presentación, realizada ante un abarrotado público, mayormente estudiantes de medicina, el autor me contó que al momento de decidirse por una especialidad, escogió la patología, — patos es enfermedad–, ya que era la única forma de ser intelectual en esa profesión. A los patólogos generalmente no le gustan los pacientes, pero en su caso no se aplica esta regla. Me aclara que la patología se divide en dos, la persona que ve la enfermedad en los cambios (anatomista) –autopsias, biopsias– y la patología clínica, que es la que estudia la evolución de las enfermedades. Ambas pueden diagnosticar enfermedades, pero una aventaja a la otra porque permite establecer cuándo es lo normal y cuándo lo anormal.
Más que el texto mismo, rico en referencias y en profundas investigaciones, las creencias del Dr. Rovetto nos llevan a filosofar sobre la vida. Según él no existe el hombre paradigmático. A él le preocupan las anormalidades normales. Nadie es normal, sostiene vehementemente. La persona normal moriría, la normalidad no existe. Lo usual en los seres humanos es caer y levantarse; esa aparente normalidad está en peligroso equilibrio y normalmente cae en el desequilibrio. Las anormalidades que no producen sufrimiento son con las que debemos vivir a diario, y es lo que podríamos llamar cómo experimentar una vida normal.
La Universidad del Valle, en Cali, es un centro de educación superior de corriente flexneriana (referente al modelo estadounidense establecido por Abraham Flexner, que enfatiza la investigación original en todos los campos de la medicina y la integración de materias distribuidas en ciencias básicas, estudios preclínicos y un mayor trabajo práctico e investigativo) y en consecuencia, la hormiguilla de la investigación se le metió desde los estudios que se miraban bajo la óptica de un educador.
Realizó un posgrado en patología anatómica (que analiza todo a través del microscopio) con una especialidad pediátrica en Miami. De allí pasó a hacer otra especialidad en patología clínica, que es la que se realiza a través del laboratorio, en Cincinnati y posteriormente fue a especializarse en banco de sangre, en Minnesota. Su disciplina actual es producto de sus intereses personales. Sus lecturas, música y hasta amistades son las que lo han llevado a ser un médico histórico, filósofo, culto y chistoso.
El grupo “Historia de la Medicina Colombiana” lo formó con personas de las carreras de humanidades, sobre todo. Siente gran fascinación por la historia de la medicina militarista, especialmente la de Panamá, donde se impone la figura de William Gorgas. Actualmente enseña patología y hace patología clínica.
En su desarrollo del pensamiento crítico llegó a la filosofía de la medicina. Creía, hace unos años, que para que un médico sea bueno, debe pasar por estudiar tres aspectos: la historia, la filosofía y la ética. En consecuencia, tomó unos tres semestres de filosofía pero se empantanó con la lógica y no pudo con ella.
Los textos recogidos en el volumen son sumas de las lecciones que ha hecho de la historia de la medicina. Establece tres aspectos básicos que son sus mandamientos (dogmas) y que son: La cultura humana que no está en sus ácidos nucleicos ni en sus proteínas; el hombre expresa sus angustias mediante las manifestaciones artísticas y la Cultura que es todo lo que el hombre hace y que no está en sus genes. Y, además, esta última es respuesta al sufrimiento. Es muy seguidor de lo señalado por Freud, quien manifestó que en la cultura humana hay un malestar. La medicina es parte de la cultura.
Enfatiza en la tertulia y en el texto que dentro de los sufrimientos está la enfermedad y eso les cae muy mal a los gobiernos. De allí, la retórica de la salud. No escatima frases al afirmar que la ciencia, en manos del Gobierno, es un arma muy poderosa. Reitera que el único objeto de la medicina es el hombre enfermo. La felicidad es el único deber del ser humano. La salud es un concepto vacío. Los médicos son frecuentemente incultos.
El libro es absolutamente abarcador y fascinante. Establece que los periodos culturales ofrecen ideas que trascienden a la medicina. De hecho, se refiere a la medicina salvaje y por qué a los historiadores no les gusta tratar ese tema espinoso. Posterior a esta, vienen las medicinas primitivas o tradicionales como las conocemos ahora, pero todas aparentan depender de un iluminado. Las que prevalecen no están al lado de un cauce de río, refiriéndose a las civilizaciones que surgen en las orillas de los famosos Tigris y Éufrates. La medicina hipocrática, contemporánea de Sócrates y Platón, no es nada de lo que Hipócrates enseñó.
Espacio extenso le dedica a la epilepsia, catalogada como la enfermedad sagrada e ilustra de manera extraordinaria cómo los Médicis fueron pacientes abonados a la misma, así como a la artritis, aunque se les conozca más por ser sufridos de gota y tifoidea. Insiste que la salud es equilibrio y la enfermedad desequilibrio. Anteriormente, los médicos investigaban el medio donde se desarrollaba el paciente. Igualmente resalta que el contacto entre los griegos y los egipcios causó un hito histórico, en virtud de que los egipcios trataban a los muertos convirtiéndolos en momias y los griegos no entendían la muerte por su negativa a aceptar la imperfección.
Sobre su oficio, cuenta que hacer una autopsia es una experiencia absolutamente delirante. En ella se pueden ver las lesiones orgánicas y casi toda la historia de la vida del difunto. Hace referencia a los nombres que se arrastran en la historia, como el de Galeno, médico griego, quien era el doctor de cabecera de Marco Aurelio, el emperador romano del año 160 d.C., apodado también El Sabio –se les llama galenos a los médicos– y ambas figuras se adhirieron a la filosofía estoica. Galeno inclusive llegó a negar que la sangre circulara, no creía en las autopsias, más bien sostenía que los humores deberían estar equilibrados. La influencia de este pensador resiste embates y es así como las personas le pierden confianza a la medicina ya que la ven como patrocinadora de la transmisión de las enfermedades. El resultado de este y otros factores produce la crisis de la religión y su consecuencia: la inquisición. La interpretación del cuerpo humano empieza a tomar formas artísticas y es así que Miguel Ángel y Leonardo empiezan a pintar la perfección.
El tema del libro lleva un mensaje muy sencillo: El hombre piensa en la enfermedad cuando ve a otros enfermos. El hombre que sufre es la base de la medicina y el único objeto de la medicina es la enfermedad. Por tanto, es un oficio, no una ciencia.
La edición del libro “Ideas Médicas: una mirada histórica”fue un éxito cuando se lanzó y todavía circulan algunos ejemplares en algunos puntos de venta de la ciudad. El Dr. Rovetto prepara actualmente un segundo tomo que se llama Aspectos Filosóficos de la Medicina, que empieza en el Renacimiento con el escepticismo. Como anécdota, se refiere a la grave enfermedad que él mismo sufrió cuando preparaba esta edición, de la cual fue operado. De igual manera, y para regocijo de los panameños, coordina la co edición, con la Universidad Latina de Panamá, de “Ideas Médicas” que tendrá unas apostillas a la historia de la medicina panameña e ilustraciones que hacen falta para comprender mejor el texto.
Tanto para los discípulos de Galeno, como para los interesados en la historia y los legos, este libro es un recorrido alucinante por la historia, la cultura, la filosofía y las coincidencias en todos estos aspectos, y otros más.