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UN POETA EGIPCIO QUE RECITA EN ESPAÑOL

Por Mariela Sagel, Facetas, 7 de mayo de 2017

El pasado 24 de abril se dio a conocer el fallo del Premio Centroamericano de Literatura Rogelio Sinán 2017, que organiza anualmente la Universidad Tecnológica de Panamá (UTP) y cuyo ganador fue el poeta nicaragüense Silvio Páez Rodríguez.  Uno de los jurados era un poeta que escribe en español, cuya lengua materna es italiana, pero que nació en Egipto, Fabio Morábito, y que viajó a Panamá gracias al apoyo que brindó la Embajada de México a ese concurso.  Morábito es  investigador de la UNAM y también traductor, y durante su breve paso por este país compartió una interesante tertulia sobre su obra, y una breve entrevista conmigo.

El fallo del jurado establece que la obra ganadora «es un libro sobre una ciudad con sus vacíos, su incomunicación y sus miserias, pero también con momentos luminosos».  Se dieron dos destacadas menciones.

UN PREMIO QUE ALTERNA GÉNEROS

El premio está dedicado a Rogelio Sinán, nuestro más insigne poeta y novelista, y alterna géneros como el cuento, novela, poesía y fue creado en 1996 para estimular la creación literaria en Centroamérica y es el único galardón a nivel internacional que organiza Panamá.  Cuenta con una bolsa de $10,000 y año tras años ha ido ganando en prestigio.  La entrega del premio se verificó el pasado 28 de abril.  Se celebra y premia en la semana del 25 de abril, día del nacimiento de Sinán, en la isla de Taboga en 1902.

En la tertulia con Morábito, en la que se habló de la traducción como una especie de traición (porque se es infiel a la traducción literal y porque una traducción técnica necesita creatividad, y allí es donde viene la traición) el poeta destacó que la poesía solamente se puede escribir en lengua materna, y en su caso, es la italiana, aunque después aclaró que él escribe en español.  También conversó del tema de subrayar los libros, y cómo es interesante ver qué subraya un lector y qué subraya otro, pero más interesante es volver a leer un libro y comparar qué subrayó en un tiempo y qué hubiera subrayado en otro tiempo.

Otro de los temas abordados en esa tertulia, fue la del escritor versus el redactor, y contó cómo un escritor conocido, para redactar una nota de excusa escolar, tomó horas, para escoger las palabras apropiadas, lo que no sería el caso si escribiera sus textos creativos o históricos.

Morábito es columnista de Clarín, y estuvimos intercambiando las técnicas de escritura de los artículos de opinión, donde hay un límite de palabras que nos obligan a ahorrar adjetivos y adverbios, a ser concisos con las ideas que se exponen y sobre todo, a exponer muy claramente las mismas.

Se refirió a su libro titulado “El idioma materno”, donde debate sobre cómo escribimos.  Es un libro muy personal, que trata de contestar la pregunta de por qué escribimos, y qué determinó esa vocación, que la llamó extraña.  El escritor siempre duda de lo escribe, aunque gane el premio Nobel. Y leyó unos pasajes de ese libro y también algunos de sus poemas.  Como la mayoría de los asistentes a esa tertulia eran mexicanos, muchos conocían sus poemas y les pedían que los leyera.  Y dio una verdadera cátedra de cómo leer y cómo subrayar libros y cómo los libros, cuando se terminan de escribir, ya no le pertenecen al autor, aunque siempre se quiera escribir mejor.

Morábito está casado con brasileña, sin embargo, él no habla el portugués y ella, en cambio, habla el italiano y ahora, el español, por el lugar donde viven y trabajan, México (llegó allí a los 14 años con su familia).  Dijo sentirse mal no haber hecho el esfuerzo por aprender el portugués. Recitó algunos versos sobre temas tan variados como las mudanzas, su nacimiento en Alejandría, Egipto, el por qué no le ha regalado nunca un anillo a su esposa, y todos fueron de una sensibilidad desbordante.

CONVERSACION CON MORÁBITO

Traduttore, traditore” es una máxima italiana antiquísima, del siglo 16, que establece que “La comparación de un traductor a un traidor significa que la traducción de un texto de un idioma a otro nunca puede cumplir perfectamente con el texto de la obra original”.  Morábito trabaja en un instituto de investigaciones filológicas y allí hay un departamento de letras clásicas, donde se dedican a traducir los libros clásicos, griegos y latinos, y las traducciones son infames, porque son literales, palabras por palabras.  Es un proto-español incomprensible, porque no se atreven a traicionar, porque no se dan cuenta que el que va a leer a un clásico no es un hombre de otros tiempos sino de ahora.  Hay que traicionar para que lo que se dice tenga sentido.

En el libro de Milán Kundera “La Broma”, aporta el poeta, recuerda que cuando lo leyó traducido al francés, cuando ya él estaba escribiendo en esa lengua, se indignó por la forma en que se había tratado su texto.  El traductor no puede alardear, ni puede corregir.

Le pregunté si ese fenómeno no pasaba igual con el editor, a lo que Fabio Morábito me dice que en la tradición de lengua española no hay mucha injerencia, pero sí la hay en la inglesa.  Puso el ejemplo de Raymond Carver, cuentista, que le tocó un maestro al que el autor le daba los cuentos y el editor le fue dando forma a tal punto que el mismo autor se sometió porque lo encaminó por un estilo particular, pero llegó el momento en que se sintió oprimido por él.  Al final se tuvo que librar, y Fabio lo ha leído en versión original y en la versión editada.  Y ambas versiones le gustan.  En lo personal, en el ámbito hispano, no sucede, y él añora esa intervención atinada.

Durante la tertulia, hubo mucha participación.  Morábito reitera que escribe en español, a pesar de que Dante decía que la poesía solo se podía escribir en lengua materna.  Pero le queda la duda si sería mejor poeta en italiano.  Y lo ha hecho, sin embargo, lo que salió fue anodino, no se sentía comprometido, era como un instrumento bien manejado pero no vivido a fondo.  Escribe en español porque forma parte de una realidad lingüística social y cultural en su México de adopción.

En su casa paterna hablaban en italiano, cuando salieron de Egipto, pero al mudarse a México empezaron a hablar en español, y eso ha prevalecido.

Otra de las opiniones que me llamaron la atención en la tertulia, y le pregunté cuando conversamos, era que para ser devotos hay que inventar la infidelidad.  Me aclaró que no inventarla, sino ser infiel.  Y eso se refiere otra vez a la traducción.  Hay que ser fiel al espíritu del texto.

OTRO ADMIRADOR DE KAPUNSCINSKI

Con la reciente visita de Jon Lee Anderson, que se le llama el heredero del periodista polaco, también Morábito se confiesa discípulo del maestro ya fallecido, Ryszard Kapuściński.  Y volvemos al tema de redactar versus escribir, y reafirma que hay muchos libros redactados, muchas novelas redactadas, pero no escritas.  Hace falta el estilo.

Morabito se marchó de Panamá sin entender a nuestro país. La ciudad capital, con apariencia neoyorquina, es impresionante dentro del perfil latinoamericano.  No comprendió la explosión inmobiliaria. Le expliqué que la infraestructura de la ciudad no soporta el crecimiento desmedido, y no entendió de dónde viene tanto dinero.  Le expliqué que no tenemos proyecto de país, y él lo llama desarraigo generalizado.  Poco pude aportarle a su comprensión, lo que necesita es volver con más tiempo y entender este pequeño istmo, que siempre acoge a sus visitantes, sobre todo si son tan distinguidos como Fabio Morábito.