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UN POETA PANAMEÑO EN CHINA

Por Mariela Sagel, Facetas, 6 de octubre de 2017

En el mes de septiembre se realizó en Chengdú, en la provincia de Sichuan, China, un Festival Internacional de Poesía y en representación de Panamá asistió el galardonado poeta Salvador Medina Barahona, que ganó el Premio Ricardo Miró en 2009 con su poemario “Pasaba yo por los días”.  Medina es además un incansable gestor cultural y ensayista y tiene a su haber más de 6 libros publicados. Aquí reproduzco una entrevista que le hice sobre su experiencia en esa ciudad asiática.

  •    Tengo entendido que es la primera vez que se realiza esta actividad. ¿Me puedes decir cómo surgió esta iniciativa?

La Chendgu International Poetry Week surge, hasta donde sé, de la necesidad de equiparar el rápido crecimiento que esta ciudad del sudoeste chino ha experimentado en la última década a las más altas y nobles actividades del espíritu, la Poesía como la mayor y más importante de todas.

En 2010 asistí a un festival de Poesía en El Salvador. Allí conocí a notables poetas hispanoamericanos e intercambié obras con ellos. Recuerdo haberle dejado mi libro “Pasaba yo por los días” a unos cuantos colegas. En junio de este año recibí un sorpresivo correo electrónico de la poeta Francoise Roy (de origen canadiense, pero residente en México, país al que siempre representa), a quien había conocido en aquel festival y quien, de seguro, antes de recomendarme con los organizadores de esta Primera Semana de la Poesía en Chengdu, había leído mi trabajo. Ella es una excelente poeta y traductora, muy respetada en los circuitos internacionales de encuentros poéticos y sus sugerencias son aceptadas casi siempre de forma inmediata. Luego vino la carta de invitación firmada por el gran poeta Jidi Majia, Deputy Chairman of all China Writers Association.Salvador Medina Barahona en Chengdu

  • ¿La poesía es más popular en esa región de China o es un culto generalizado en ese inmenso país?

Chengdú, capital de la provincia de Sichuan, con una población de 16 millones de habitantes, es una ciudad que posee un enorme legado poético, tanto de poetas de allí originarios como de otros que se autoexiliaron en esas tierras procedentes de otras regiones de China. Ha recibido el apelativo de “Ciudad de la Poesía” y ha sido señalada, solo después de Beijing, como la “Segunda Musa” del gran país asiático. La vida cultural en Chengdú es ajetreada y se la toman muy en serio.

Pero también se realizan encuentros y festivales poéticos en otras grandes ciudades y pueblos a los que ya han asistido algunos de los poetas que conocí esta vez, lo que da cuenta de que la Poesía recibe en esos lares una atención privilegiada. Como dato curioso y sorprendente, en mi vuelo de regreso encontré una serie de programas televisivos de competencia de Poesía. Aquello era alucinante. ¡No lo podía creer! Se trata de una megaproducción dedicada a exaltar este arte. ¡Caramba!, esta gente está años luz por delante de nosotros en Occidente, me dije.

El poeta firmando una foto de él

Tal vez lo anterior sí refuerce tu idea de que, en efecto, estamos frente a un culto generalizado, y creciente, de la Poesía en ese inmenso país.

  • Además de ti, ¿qué representantes de otros países de América Latina estuvieron presentes?

Francoise Roy, de México; Rolando Kattán, de Honduras; y Eduardo Espina, de Uruguay. El colombiano Juan Manuel Roca también figuraba en la lista; pero no pudo asistir. Éramos cerca de 100 poetas de 25 países: Corea, Hungría, Alemania, Panamá, Honduras, México, Uruguay, Colombia, Polonia, Bangladesh, Israel, Francia, Estonia, Georgia, Estados Unidos, Japón, Rumania, Reino Unido, Holanda, Austria, Sudáfrica, Tíbet, Rusia, Italia, y China.

  • ¿Qué resaltas de tu experiencia de participar y qué mecánica usaban para que todos pudieran entenderse, sin hablar el mismo idioma?

La experiencia en general fue extraordinaria. La ceremonia, un show de televisión de proporciones hollywoodenses con dos horas de duración, tuvo momentos cumbres, muy emotivos. Hubo danzas coreografiadas a partir de poemas clásicos y contemporáneos de poetas de Chengdú, o cuyas obras fueron escritas allí a lo largo de los siglos, lo mismo que de poetas de otras regiones del país de la seda, el jade y los pandas gigantes. También hubo dramatizaciones de textos de altísimo nivel, corales poéticas y lecturas de poemas por parte de los poetas invitados, acompañadas con instrumentos clásicos (orientales y occidentales). Los  niños tuvieron siempre una participación destacada en este y los otros eventos.

Antología de poesía en chino

La comunicación era relativamente fácil. La mayoría hablábamos inglés, aunque algunos teníamos traductores y guías que nos acompañaban durante la mayor parte del tiempo. En mi caso, mi traductor y guía fue Carlos Peng, un joven estudiante de español que hacía voluntariado y ganaba experiencia curricular mientras me servía de intérprete con los poetas chinos que no hablaban inglés y la periodista de un diario local que me entrevistó para una nota sobre mi experiencia en Chengdú que ocupó la primera plana del medio digital e impreso.

  • ¿La invitación a un panameño es producto de las recientes relaciones con China o es independiente de eso?

¡Es independiente de eso! Quien me recomendó pensó, a miles de kilómetros a la distancia de aquí, que sería importante y atractivo para los organizadores y el público chinos que un poeta panameño asistiera a esta semana poética, dado que nunca, hasta donde ella sabía, habíamos sido representados en este tipo específico de encuentros.

  • ¿Crees que los propósitos de la organización son «redescubrir la identidad cultural de Chengdú a través de la poesía y convertir a la semana de la poesía en una actividad emblemática de influencia internacional»?

Sin lugar a dudas esos propósitos quedaron evidenciados en la práctica. Hay cosas que perfeccionar para que esa influencia sea realmente notoria; por ejemplo, que los poetas seamos menos celebrados y tengamos más intervenciones en el escenario, o fuera de él, en las aulas, las plazas, los sitios marginales… Digo, está bien que nos traten con la calidez y el detalle con que lo hicieron; pero un poeta es ante todo un servidor de la palabra y de su público. Hubiese preferido un poco menos de espectáculo, un poco menos de celebridad, en favor de lecturas e intercambios directos con los lectores y escuchas atentos del verso. Nos celebraron mucho, nos fotografiaron, filmaron y entrevistaron hasta la saciedad, nos trataron a cuerpo de rey y yo, en lo personal, estoy profundamente agradecido; pero la palabra, la Poesía en este caso, es primero, y pudimos haberle servido mejor.

  • Dime los momentos más importantes que se dieron en esa semana.

La ceremonia inaugural, de la que ya hablé muy brevemente.  Al día siguiente, un foro sobre Poesía y Ciudad, al que solo asistimos los poetas invitados, en afán de intercambio.

Esa misma tarde la “Thached Cottage Poetry Reading Gala: The Encounter of a City and Poetry”, realizada en un hermosísimo templo donde se honra la memoria de Du Fu, “el mayor de los poetas”, figura tutelar de la Poesía durante la Dinastía Tang, quien se exiliara junto con su familia en Chengdú durante cuatro años, decepcionado como estaba por la política. Allí tuvimos, entre otras cosas, un impresionante encuentro con la ópera china clásica en la voz e interpretación magistral de Chen Qiaoru Troupe, quien nos ofreciera el “Elogio a la tierra de la abundancia”.

Al cierre, la visita a una escuela experimental de niños prodigios a quienes se les estimula en concursos de creación poética y cuyos estudiantes más sobresalientes cuentan ya con libros publicados, algunos de los cuales traje conmigo.

No puedo pasar por alto algo en extremo positivo, tal vez lo más valioso de esta semana poética: la distribución de dos tomos de la Antología de Poesía y Ensayos Breves, uno de poetas chinos y el otro de los poetas internacionales invitados, con nuestros poemas y ensayos traducidos al mandarín. Ambos tomos, prologados por Jidi Majia, son de una calidad editorial excepcional y nos ponen en diálogo a todos los poetas allí reunidos, lo mismo que sella, con broche dorado, el legado de una visita irrepetible. Se constituyen, por sobre todas las cosas, en la mejor vía para que nuestra poesía dialogue a futuro con los lectores.