Por Mariela Sagel
El Siglo, 11 de noviembre de 2013
Todos los 13 de noviembre se conmemora en Panamá el Día del Periodista y la fecha se ha dedicado al colega y también poeta Gaspar Octavio Hernández, que laboraba en La Estrella de Panamá y murió en el ejercicio de su trabajo en 1918. Este año es particularmente importante porque durante los casi 365 días que nos anteceden, los trabajadores de la pluma, el reportaje, la opinión y otras variables han sido víctimas de campañas sucias, de infundios, calumnias, amenazas y hasta de despidos de los medios donde trabajaban y lo peor, de compra y venta de conciencias por los nuevos dueños de medios que creen que el dinero lo compra todo.
Es de destacar que el oficio de periodista es sacrificado, muchas veces muy mal remunerado y las más de las veces arriesgado. Sacrificado porque no hay horario ni tiempo para la noticia, que puede suceder en cualquier momento y el que vive para informar tiene la obligación de estar pendiente las 24 horas los 7 días a la semana. Mal remunerado porque muy pocos llegan a ser los conductores de programas e íconos de la entrevista, la información y hasta de una corresponsalía extranjera que lo haga visible en otras pantallas. Y arriesgado porque cada vez más es peligroso tener un criterio, estar atento a lo que sucede y de qué lado está la verdad, no parcializarse y sobre todo, atreverse a decir las cosas como son.
Las dos peores cosas que le pueden afectar a un periodista, en mi humilde opinión, es auto censurarse, por miedo a las represalias, sean del poder económico o del poder político, y el de venderse, que es lo que hemos estado viendo últimamente y que desnudan las verdaderas conciencias que hay detrás de los que se convierten en tránsfugas de los medios. Si bien todos tenemos derechos a buscar mejores condiciones de trabajo en términos económicos, si éstas van ligadas con plegarse a una gran mentira, con volverse en voceros oficiosos de una gestión que ha demostrado ser la peor en 4 años que en 40, es censurable.
Estuve recientemente en un homenaje a Ruperto Miller, reportero gráfico que, aunque esos profesionales también tienen su día, se realizó en medio de esta conmemoración y a través de las imágenes que allí se mostraron confirmé la importancia de ese lenguaje mudo que es la fotografía para ilustrar una noticia. Dicen que una imagen vale más que mil palabras. En estos casos, una complementa la otra y aprovecho felicitar a todos los periodistas en su día.