Esa es la sensación que se tiene de regreso de un viaje que, aunque fascinante, una vez que termina, sientes al llegar a Panamá donde tienes un lugar suave para aterrizar.
Lo más bonito de todo esto es que en un día despejado, y con los rayos del sol en su cenit, la ciudad de Panamá ofrece una vista maravillosa, digna de las más modernas del mundo. El acertado recorrido que hacen algunos aviones, que bordean la hermosa Isla de Taboga y luego ofrecen la vista del Panamá Antiguo (que está a punto de desaparecer) y posteriormente la envidiable silueta de los rascacielos que se han ido afincando, principalmente en la Bahía; lo que produce una mezcla de orgullo y nostalgia. Orgullo porque Panamá ofrece con esta visión una imagen de dinamismo y desarrollo sin parangón con otros países del área. Nostalgia, por los íconos que se fueron, como el Café Squirt, el Colegio Bolívar y hasta el crematorio.
El aeropuerto es un hervidero y las obras no se detienen. En menos de un mes que llegué de regreso de otro viaje pude percatarme que se trabaja de día y de noche para proveerlo de todos los servicios que lo conviertan en un verdadero hub. Todavía persiste la necedad de alquilar los carritos para llevar las maletas, pero que no son automáticos sino que son controlados por los maleteros, lo que nos deja con una gran duda de si de verdad este servicio se presta adecuadamente. No encontré en ninguna de las cuatro ciudades de China que visité (y allá hay muchos millones de personas) que los carritos se cobraran, aunque sí lo he visto en algunos aeropuertos de Estados Unidos.
El ingreso por migración es expedito, hace falta un poquito de más amabilidad por parte de los funcionarios, y por parte de Aduanas el proceso es automático, sin mayores problemas. Así da gusto volver y sentirse en casa.
Hay muchas cosas que mejorar y otros servicios que proveer, pero nuestro aeropuerto ya puede ir comparándose con los de mayor tráfico, no tanto en el mundo, pero si en la región. No en vano los vuelos directos que tiene nuestra línea de bandera traen a muchos pasajeros a través de Tocumen para desplazarse a otros destinos.