Visitando a los quemados
MARIELA SAGEL
Desde que ocurrió la masacre contra los jóvenes en el Centro de Cumplimiento, el pasado 9 de enero, además del horror que nos ha causado el ver la forma despiadada e inhumana en que se comportaron los custodios y miembros de la Policía Nacional, hemos estado esperando una manifestación del Gobierno Nacional, un pronunciamiento que le permita a los familiares –ya no a los chicos, porque han muerto cinco hasta ahora y dos están en estado crítico – saber qué les espera si se recuperan y si tienen que atravesar la tortuosa vía de un prolongado tratamiento. Y en lo que va de estos casi veinte días, un par de expresiones en los medios de parte de algunos de los funcionarios es todo lo que han dicho. El pasado sábado, en un anunciado comunicado, el Presidente solamente ofreció respaldo moral y una investigación sobre los hechos.
Teniendo, como lo tenemos mucho, el corazón destrozado por esta tragedia, he ido junto a otras personas a la hora de la visita a hablar con los familiares a saber cómo evolucionan, sin estridencias y sin querer establecer posiciones de partido. Logramos hablar con algunos parientes de los dos muchachos que aún batallan entre la vida y la muerte y nos contaron las tres versiones que se dan alrededor de ese aciago incidente.
También nos confirmaron que uno de los que murió ni siquiera lo pusieron en la morgue y cuando sus familiares lo fueron a reclamar, lo que recibieron fue un saco putrefacto que tuvieron que enterrar como a un perro, en una bolsa de basura.
En el escenario de la visita diaria confirmé que la Policía Nacional mantiene unas unidades apostadas en la sala, lo que es negativo para la recuperación de los chicos, toda vez que ellos deben estar todavía bajo la impresión de lo ocurrido y el ver entre brumas a sus verdugos no debe ser sicológicamente positivo para su recuperación.
Con la familia de Christian entré a conversar con la doctora que diariamente informa cómo evoluciona el paciente. De una forma impersonal y hasta tajante les dio su reporte y al yo preguntarle cuál sería el tratamiento que tendrían que seguir si salen de esta crisis, me interpeló, de forma muy dura, que quién era yo, y que eso se vería en su momento. Sobre la muerte del último, sus familiares no fueron avisados cuando ocurrió.
Una manera muy inhumana de tratar semejante tragedia.