Domingo, 15 de junio de 2014 – La Estrella de Panamá
Este año el mundo de la literatura está de fiesta: se conmemora el nacimiento de cuatro literatos
El pasado 9 de junio una noticia llamó mi atención: se cumplían 40 años de la muerte del escritor guatemalteco Miguel Ángel Asturias, ganador del Premio Nobel de Literatura en 1967. En su país la fecha pasó desapercibida. Pensé entonces que por más recordados y homenajeados sean algunos extranjeros, nosotros en Panamá también tenemos escritores a quienes debemos rendirle tributo y no dejar que queden en el olvido.
Por supuesto que los lectores más fervorosos, independientemente de su nacionalidad, no dejarán de conmemorar fechas como el centenario del nacimiento de Julio Cortázar, un evento que también será celebrado por la Feria del Libro de Guadalajara.
El centenario a Octavio Paz, Nobel de literatura en 1990 y un gran referente de poesía e ideología, fue celebrado por muchos países alrededor del mundo. A Paz se le dedicará un espacio especial en la Feria del Libro de Panamá, a realizarse en agosto próximo en la capital. En la edición de este año México será el país invitado.
FESTEJOS EN EL ISTMO
Dos nombres del patio se destacan en este año (en el que también se celebra la inauguración del Canal de Panamá) de centenarios: Ricardo J. Bermúdez Alemán y Manuel Ferrer Valdés.
Ambos dejaron un legado a nuestra literatura e intelectualidad, por lo que será preciso aunar esfuerzos para que su centenario sea festejado como Dios manda: con homenajes a su obra.
TRIBUTO AL CRONOPIO
El pasado 28 de junio de 2013 se conmemoró en el mundo entero los 50 años de la publicación de ‘Rayuela’, su novela emblemática. La ocasión fue celebrada con ediciones conmemorativas de esta obra, que marcó un antes y un después en la narrativa mundial (por no circunscribirla solamente a Latinoamérica, ya que Cortázar fue un escritor de estatura universal).
Nació en Bélgica por culpa de la diplomacia, como el mismo decía. Pero era argentino. Su carrera literaria la hizo en París y su obra fue la antecesora del ‘boom’ latinoamericano, gracias a esa ‘contra novela’ que pudo haberse llamado ‘Mandala’.
Su prematuro fallecimiento ocurrió hace aproximadamente 30 años, también en un año que termina en cuatro. Los homenajes que se le rindieron fueron múltiples, tanto a ‘La Maga’, protagonista de Rayuela , como a él. La Fundación Juan March, ubicada en Madrid, realizó una exposición de su biblioteca, en la que se incluyen ediciones y traducciones de Rayuela que el propio autor guardaba, junto a documentos, anotaciones, cartas, etc. En fin, una celebración del alcance universal de la literatura.
VERSOS Y PENSAMIENTOS
Otro referente de la intelectualidad y de la literatura latinoamericana y mundial fue el mexicano Octavio Paz, que tuvo gran influencia en los temas políticos a través de sus múltiples ensayos. El autor mexicano marcó a varias generaciones de escritores, ensayistas, poetas y pensadores.
En 1990 obtuvo el Premio Nobel de Literatura. Hasta el día de hoy sus publicaciones guían a los mexicanos. Una de sus obras más destacadas es El laberinto de la soledad , que ahonda en los pensamientos antropológicos de la identidad de los mexicanos.
Durante el tiempo en que sirvió como diplomático tuvo lugar la masacre en la Plaza de Tlatelolco (1968), por lo que renunció a su puesto en protesta por las acciones del gobierno de Gustavo Díaz Ordaz. Hoy día es un gran orientador en las letras y la identidad. Según Enrique Krauze, Paz es el secreto personaje de ese libro célebre, una autobiografía tácita de su soledad.
ARQUITECTURA LÍRICA
Arquitecto y poeta, tuvo gran influencia en la política y fue un humanista a carta cabal. Ricardo J. Bermúdez fue miembro de la Academia de la Lengua, y su silla la acaba de ocupar, a mucho orgullo y con gran reverencia, como corresponde, el escritor Justo Arroyo.
En su discurso de aceptación a semejante honor el nuevo miembro de la regidora de la lengua en nuestro país destacó las virtudes que adornaron al escritor, nacido el 22 de agosto de 1914, hace un siglo.
Don Dicky cultivó no solo un estilo personalísimo de narrativa, sino que en su deambular por las interioridades del espíritu buscó la manera de fundir sus dos pasiones: el lenguaje escrito y el pictórico. Y con un auténtico sentimiento nacionalista, en ocasión de los sucesos del 9 de enero de hace 50 años, escribió ‘El Canto Heroico’, que tuvo una edición privada, limitadísima, de formato gigantesco. Las ilustraciones la hizo Guillermo Trujillo, el pintor chiricano y colega suyo en la Facultad de Arquitectura.
Dicky Bermúdez no solo fue Decano y profesor de la Facultad de Arquitectura, también fue ministro de educación y ganó en cuatro ocasiones el Premio Ricardo Miró, tres veces en la sección de poesía y una en cuento. Estudió en Estados Unidos y fue un gran precursor de la corriente Bauhaus en nuestro país, dejando testimonios erigidos, algunos de los cuales aún se conservan. Como lo señaló Arroyo, fue un hombre del renacimiento, como se dan pocos hoy día.
POETA Y GALENO
En reconocimiento a su labor como galeno la policlínica pediátrica (la de la Caja de Seguro Social, en el barrio de Marañón) lleva el nombre de Manuel Ferrer Valdés.
El pasado 10 de mayo el poeta y narrador panameño habría cumplido 100 años. Hijo de un inmigrante andaluz y una dama penonomeña cursó su secundaria en el Instituto Nacional. Allí fue alumno de Rogelio Sinán y amigo de Roque Javier Laurenza, con quienes formó un grupo vanguardista, según lo señaló en su momento el historiador Rodrigo Miró.
Valdés inició sus estudios en España, pero los sobresaltos de la guerra lo devolvieron al continente americano. Después dirigió sus pasos a México, donde estuvo bajo la influencia de las corrientes literarias, políticas, pictóricas y filosóficas de aquella época.
Se le reconoce por haber sido el primer médico que se incorporó a los servicios de la entidad de los asegurados panameños. Parte de su obra literaria continúa siendo inédita, por lo que solamente tenemos acceso a su libro de cuentos La muerte de la ópera en la selva , publicada por el INAC en 1975, y reeditada por sus familiares en el 2007.
Manolo, como se le conocía, era un hombre cautivante y distraído que, en una ocasión se sentó en el asiento trasero de su auto. Como no encontraba el timón, llamó a su esposa alegando que se lo habían robado.
Cada cuatro de julio llevaba a su hija Claudia a los desfiles en la antigua Zona del Canal, diciéndole que todo ese despliegue era por ella.
Son cuatro escritores a los que -al igual que el caso de Miguel Ángel Asturias, que le concedió a Guatemala el honor de tener un premio Nobel- tenemos la obligación de rescatarlos de las profundidades del olvido, sobre todo en el contexto de la literatura actual, surcada por voces tan diversas.