Alarma económica
MARIELA SAGEL*
La Estrella, 5 de Septiembre de 2010
El informe del Cato Institute ha removido los cimientos de todos los que
aspiran a criticar las políticas del actual gobierno, pero no tienen las
estadísticas y los datos del rumbo desacertado que lleva este país, o no se
toman el trabajo de buscarlas y analizarlas.
La Comisión Económica del PRD organizó hace una semana una conferencia en la
que el Dr. Fernando Aramburú Porras, que fue el primer ministro de Economía
y Finanzas (después de la fusión del de Planificación y Política Económica y
de Hacienda y Tesoro, en 1999) expuso el resultado de una sucinta tarea que
muestra en forma coherente, igual que lo señala el mencionado informe, cómo
lo actuado hasta ahora contradice totalmente lo que se plantearon como
promesas de campaña de un gobierno pro apertura de mercado y liberalización
de la economía.
A grandes rasgos, la presentación demostró que la reforma fiscal no ha sido
equitativa en lo absoluto, ha sido grandemente selectiva y no ha favorecido
a los sectores más productivos. También analizó que en la parte de servicios
públicos, al crearse un impuesto a la generación hidroeléctrica, sentó un
pésimo precedente que puso en peligro el grado de inversión de algunas
importantes empresas. La gran metida de pata, en ese sector, fue permitir al
Estado intervenir en la generación y no mantenerse solo en el marco
regulatorio, el que también se ha visto vulnerado, lo que manda una pésima
señal para la inversión extranjera.
De la misma forma, la base de los ingresos del gobierno -que se vieron
duplicados durante la gestión de Torrijos- pretende mantenerse incólume
durante este quinquenio, sin hacer los correctivos apropiados y creando una
burocracia excesiva, con nuevas agencias de gobierno y puestos de mando que
no aligeran la carga burocrática, de por sí ya muy pesada.
Contrario a lo que se pueda vociferar, el Dr. Aramburú demostró con cifras,
que el 89% de la población no se ha beneficiado con la rebaja del impuesto
sobre la renta, lo mismo que profundizó en los hechos y acontecimientos que
demuestran que la obtención del grado de inversión, con cuyo logro se llenan
la boca los personeros de este gobierno, no fue un triunfo de ellos, sino un
largo camino que finalmente dio sus frutos, para beneficio del país, no de
un partido político.
Este trabajo, supremamente bien sustentado, lleva varias hojas de balance,
que muestran cómo se sumaron a la economía nacional las ganancias del Fondo
Fiduciario, en la columna de ingresos de capital, lo que es gravísimo,
distorsiona cualquier estado de situación y encima, permite hacer estimados
sobre bases irreales.
Analizando el presupuesto nacional, recién aprobado como el más alto que se
haya estimado, es pertinente que vaya acorde al crecimiento de la economía,
lo que se demostró que no es así, acto muy irresponsable y sumamente
peligroso. Los estimados de inversiones se consideran muy exagerados y
cumplirlos va a ser muy difícil. Todas las condiciones e intervenciones que
se le han hecho a la política económica permiten visualizar que no se
obtendrá un resultado positivo.
El expositor desenfundó su prejuicio contra los proyectos ‘llave en mano’
-que ascienden a $2940 millones-, los que considera altamente riesgosos, sin
control y onerosos al Estado, sin una base de asignación y seguimiento
ceñido a la transparencia que tanto se pregona. Será muy difícil cumplir con
todos los proyectos que se quieren alcanzar ni este año, ni en lo que resta
de la gestión, toda vez que actualmente solo se tiene un 32% de cumplimiento
de lo presupuestado. La publicidad estatal siempre pone la carreta delante
de los bueyes y hace ver que esos proyectos se han concluido o, por lo
menos, iniciado.
En conclusión, para los neófitos en los análisis financieros, la política
económica del gobierno Martinelli es incoherente, porque se basa en
hipótesis nada científicas. Todo lo expuesto no tocó, ni tangencialmente, la
recompra de los corredores, otro despropósito en el que se quiere incurrir,
y demostró que ese factor pone en el mismísimo borde el límite fiscal que
permite la Ley.
Ante este dantesco panorama, no hace falta seguir pensando en castillitos en
el aire (o torres financieras que acaricien las nubes). Hay que ponerse a
trabajar para no tener que lamentarnos después.