BORRANDO NUESTRO PATRIMONIO
Por Mariela Sagel, La Estrella de Panamá, 18 de marzo de 2018
Lo que aconteció esta semana en la ciudad de Colón, que es la entrada desde el Mar Caribe al Canal de Panamá, tiene a todos perplejos. Por un lado, se anunció una huelga pacífica que aparentemente se cumplió sin mayores incidentes pero la noche antes, de manera muy sospechosa, la icónica Casa Wilcox se incendió, en un esfuerzo más por borrar cualquier vestigio de nuestro patrimonio. Hay acusaciones temerarias de parte del gobierno contra los grupos y partidos de oposición, pero crea gran suspicacia que desde el domingo se estuvieron enviando contingentes desproporcionados de anti motines, patrullas y toda clase de fuerzas de seguridad a esa provincia. Lamentablemente, se desataron incidentes que llevaron a encontronazos entre la población y una pandilla de encapuchados perpetraron actos de saqueo y de vandalismo. Todo esto en medio de una crisis gubernamental de los tres órganos del estado que deberían trabajar “en armónica colaboración”.
Parece que el berrinche que tiene el presidente por no haber logrado la aprobación de sus escogidas para magistradas le está durando más de lo necesario. Después de más de un mes de esa votación masiva y contundente, todavía dice que “un grupito de diputados” (el 71% de la Asamblea Nacional) se opuso a esas designaciones. Encima, se le enredaron los cables a los representantes de su partido en la comisión de credenciales y de manejarla a su antojo les quitaron el control. Se niega a designar otras personas para ser magistrados la Corte Suprema de Justicia, se va de viaje y el país sigue en piloto automático. El día de los disturbios en Colón, en conferencia de prensa que debía presidir él, su ministro de la Presidencia anunció que “en abril” se va a realizar un gabinete para tratar el tema de Colón. Incomprensible la desidia y el irrespeto que tienen para los problemas de la mayoría de la población. Seguramente al ministro Alemán se le pasó decir que se haría “después de Semana Santa”.
Pero vayamos ilustrándonos: en 2014, el día que asumió el cargo, el presidente y su gabinete, junto con empresarios poderosos, se trasladaron a Colón y frente a la Casa Wilcox hicieron un acto en que prometían una renovación urbana para la ciudad, que erróneamente muchos llaman la “tacita de oro”. Si hoy buscáramos una foto de ese acto y le hiciéramos un Photoshop, como si estuviera en llamas, el mensaje estaría clarísimo.
La Casa Wilcox era un icono de la ciudad de Colón que tenía más de 100 años. De estilo neoclásico, era de un temprano “art deco” que rememoraba las glorias de un pasado que identificaba a los colonenses. Se prometió su completa restauración y lo que ha pasado estos dolorosos casi cuatro años de gobierno varelista es que hasta se ha intentado demolerla. En 1940 un voraz incendio arrasó con casi todo Colón, pero la Wilcox se mantuvo erguida. La cacareada “Renovación Urbana” se olvidó que debía incluir una renovación humana y al ministro de vivienda, que lideraba este proyecto, fue declarado persona non grata por la población.
Se repite que Colón es la “tacita de oro” en referencia a una novela corta de John Steinbeck, escritor estadounidense que recibió el Premio Nobel de Literatura en 1962, llamada “La taza de oro”. Esta novela no se refería a Colón sino al saqueo que perpetró el pirata Henry Morgan a la ciudad de Panamá (hoy Panamá Viejo) en 1671, que destruyó y quemó esa primera población en el Pacifico panameño. Pero como decía Einstein, de quien se celebraron el 14 de marzo 139 años de su nacimiento, “la diferencia entre la genialidad y la estupidez es que la genialidad tiene sus límites”.
En menos de un mes dos edificios emblemáticos de las ciudades terminales del istmo han sido reducidos a cenizas. Y las autoridades no dicen nada sobre su restauración o las acciones que se van a tomar para preservar el patrimonio de todos los panameños. Es muy lamentable que los ministros estén más preocupados tuiteando el gran crecimiento que supuestamente tiene Panamá y llamándonos mentecatos a los que señalamos los desaciertos de su gestión que haciendo una labor seria, que incluye cumplir las promesas de campaña y dar soluciones humanas que beneficien a la mayoría.
No deja de ser sospechoso que la prometida “Renovación urbana” se esté llevando a cabo por la constructora Odebrecht, que sigue ejecutando contratos millonarios y todavía, a pesar de serios señalamientos de coimas pagadas, incluso al presidente, no hay presos vinculados al gobierno y la lista de los implicados del mayor escándalo de corrupción reposa en el fondo de una gaveta del despacho de la Procuradora de la Nación.