Con zapatitos nuevos
08-02-2009 | MARIELA SAGEL*
El título de este artículo se lo escuché a Berna Calvit en su programa Viva la tarde , en ocasión de tener al Dr. Eduardo Morgan Jr. hablando sobre la OCDE y los paraísos fiscales, a propósito de la aseveración del Ing. Olegario Barrelier sobre el lavado de dinero en Panamá. Y se refería a las acciones que está tomando el gobierno del presidente Martinelli.
Si bien es cierto que en apenas treinta días de estreno, la opinión pública ha dado la bienvenida a casi todas las iniciativas de cambio, éstas hay que evaluarlas en la medida que han sido muy bien manejadas en términos de propaganda, y que dan envidia a todas las agencias “in house” que pudiera haber tenido cualquier gobernante. El programa de los 100 para los 70 es un hit , y la mano fuertísima es más que prometedora si se va a erradicar el peligro en las calles y la zozobra que tiene la ciudadanía desde que el índice de crímenes se ha disparado. Más impactante ha sido la cobranza de las cuentas a los precaristas de Amador, que ha puesto en vilo más de una concesión. Sobre esto debo ahondar un poco para la ilustración de todos los que me leen.
La Unidad de Bienes Revertidos del Ministerio de Economía y Finanzas es la que maneja lo que era la ARI. El proceso para crear esa Autoridad de la Región Interoceánica fue largo y tortuoso y su cierre fue bastante apresurado. Por mandato constitucional debía cerrarse en el año 2007, pero para entonces su misión no se había cumplido, ni siquiera en parte. Sus últimos administradores estuvieron más preocupados por quedar bien con sus jefes, que por hacer realidad lo que se tenía en mente cuando se creó.
Lo que se dio a partir de los tres años que le quedaban cuando inició la Patria Nueva fue realmente lamentable. “Egos insatisfechos y ansias de brillar” (como textualmente me dijo el último administrador), sin ningún propósito de perseguir una visión de país, y culminar tan codiciada presea con logros, no con loas. En el camino quedaron muchos proyectos cuyos inversionistas botaron verdaderas fortunas en estudios valiosos y una falta de integración rampante a lo que debe ser el desarrollo de unas áreas privilegiadas, y la oportunidad de Panamá de entrar (o sellar, como se le quiera ver) a su ruta por descubrir, con verdaderos íconos. Además, un mentado megapuerto que se convirtió en la manzana de la discordia entre partidos aliados y en total desacierto para los planes de desarrollo turístico del país.
Tengo la esperanza de que la persona designada ante esta unidad, quien ya ha demostrado que no le importan los reconocimientos ni los bullets en su currículo, rescate lo que se pueda, a fin de seguir con la integración de esas áreas a la cartilla de atractivos de Panamá. Igual esperanza me despertaron las declaraciones del nuevo secretario de Energía, quien es un ducho conocedor de la materia y que no pudo (o no lo dejaron) hacer su trabajo al frente de la empresa de transmisión eléctrica.
Nuestro país necesita de esas manos (o guantis, en recordación a José Guanti, primer director del Ente Regulador) para que vayamos enderezando las instituciones que en el momento preciso se crearon. También abrigo la confianza en que los zapatitos nuevos de los funcionarios se despojen de los argumentos de campaña, que ya pasó, y se enfoquen a hacer realidad los cambios.