El accionar público La ética y la política Opinión Panamá Publicado en La Estrella de Panamá

Cortinas de humo

MARIELA SAGEL*

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La Estrella de Panamá, 16 de enero de 2011

Si queremos saber el significado del término ‘cortina de humo’, tan alegremente usado como el eclipse de mar de Joaquín Sabina, el mismo significa ‘el conjunto de hechos o circunstancias con los que se pretende ocultar las verdaderas intenciones o desviar la atención de los demás’.

Es así cómo, en las pasadas semanas, y más precisamente desde que empezó el problema de la escasez de agua en la ciudad capital, hemos visto desplegar toda una serie de cortinas de humo, hábilmente utilizadas para desviar la atención de lo medular que es esta crisis, que ha demostrado el pésimo estado del instituto que lo regenta y, más aún, la falta de previsión que no solamente esta administración, sino las anteriores, han tenido y dejado a la buena de Dios, el optimizar los servicios para proveer de agua potable a un país que se precia de poseer abundantes recursos hídricos y, ni que decir, ser hijos del Chagres.

Si para cuando salga este artículo la crisis del agua lleva casi 40 días, por lo menos ha habido 40 escenarios mediáticos que se han montado para que no nos demos cuenta de lo serio que es este asunto. Y como en un partido de fútbol, de un lado patean y del otro tratan que no metan gol y patean de vuelta. Y así se desgranan toda una serie de episodios, algunas bajas, y un changuatal tan grande que todo el mundo ha quedado embarrado. Lo más lamentable fue la ‘inquisición’ ejecutada en el centro correccional de menores –parafraseando a Carlos Fong— que posiblemente sin ser premeditada, contribuyó al desvío del problema puntual que vivimos a diario: no hay agua.

Lamentable también el pobre papel que han jugado las organizaciones y partidos políticos que se dicen en la oposición. Es tan fácil llevar a la lona a este gobierno, con todas sus metidas de pata y de mano, que no entiendo cómo, a estas alturas, se sigue hablando de hacer una tuza financiera, la recompra de los corredores o siquiera un metro incosteable. Pero los unos y los otros se hacen eco de la manipulación mediática (¿tendré que volver a enumerar los principios de ésta, bien estructurados por Noam Chomski?) y le hacen el juego a los emuladores de Goebbels.

El destape de la corrupción en el Ministerio Público (tonto inútil resultó el designado, jamás nombrado), la vergüenza que nos hizo pasar el Cónsul del Lamborghini, la compra (o vuelta a secuestrar) de EPASA, la Ley Zúñiga –el colmo de la intolerancia de este gobierno— que distrajo por unos días la atención de los medios hacia lo puntual, la falta de agua y de soluciones ante ella, fueron apenas algunas de las distracciones que se sacaron los magos mediáticos de la actual administración, sin mencionar la propuesta de reelección, que atomizó a la mal amalgamada alianza y lo terrible de ver unos custodios penitenciarios portarse como verdaderos asesinos y monstruos ante la impotencia de unos jóvenes que exigían un trato humano.

Entra en todo este periplo de tropezones, las renuncias del director de comunicación (alegando un matriarcado) y la del Zarino, que en 18 meses no hizo nada en su puesto, aparte de lucir sus corbatas en televisión.

Siempre he tratado de señalar lo importante y no lo urgente, aunque muchas veces éste último sobrepase al primero en protagonismo. Para poder ganar hay que enfocarse en las debilidades y carencias que tiene el adversario. Y en el escenario político actual, son altisonantes, claras y hasta ostentosas. No entiendo por qué no se le pega directamente a ellas.

Me dio mucha pena, viendo la entrevista que le hizo Álvaro Alvarado al Presidente Martinelli, la forma en que el mandatario maneja el lenguaje, los epítetos y hasta los gestos. Fue vergonzoso que, al referirse a lo del Cónsul de Miami, dijo que era producto de la pobre educación que había en este país y que se cortara la moñita y no sacara ese carro por el día. ¡Aló presidente!: la falta de educación la transmite usted hablando de la forma tan chabacana como lo hace y a ese despreciable representante diplomático no hay que cortarle la colita, hay que botarlo.