Cultura Educación Literatura Opinión Publicado en La Estrella de Panamá

CULTURA Y CIUDADANÍA

Mariela Sagel, La Estrella de Panamá, 6 de diciembre de 2015

En todos los países, …, hay derechos que los ciudadanos debemos exigir a voz en cuello, … (como) el derecho a la educación…’

A pesar de que podría verse como un empeño sin esperanza, el de corregir el rumbo y lograr una sociedad con equidad e igualdad de oportunidades, a diario se plantean a quién le importa el futuro y tal parece que a muchos, especialmente a los jóvenes, que abarrotaron esta feria, no solo para tomarse ‘selfies ‘, sino para escuchar a autores juveniles, ir a los conciertos que se daban todas las noches en los alrededores del complejo de exposiciones donde se realiza la feria y hacer filas larguísimas para entrar a los más cotizados eventos.

Una charla interesantísima a la que asistí fue la que impartió el escritor español Antonio Muñoz Molina, que además presentó su último libro Como la sombra que se va , que es la reconstrucción del crimen de Martin Luther King, la huida y captura de Earl Ray, su asesino. La charla llevaba el título ‘Lectura y ciudadanía ‘ y en ella el escritor y columnista, que además es académico de la lengua, explicó de una manera diáfana por qué es necesario ejercer la ciudadanía de forma pragmática. En ello, la cultura juega un papel muy importante, porque es bien sabido que los presupuestos más castigados —sino inexistentes como en nuestro país— son los dedicados a estos temas.

En este rescate y ejercicio de la ciudadanía por medio de la lectura y la cultura, es imprescindible difundir la historia y no la leyenda, de allí que sea tan importante y pertinente la beligerancia y persistencia de grupos como el Movimiento Ciudadano por la Identidad Panameña. No se permite estar añorando lo que no supimos defender, por eso es válida la defensa de las luchas reivindicativas a las que los panameños nos hemos visto abocados y no hacer borrón y cuenta nueva y regatear los méritos a sus principales protagonistas. Nuestro tejido social ha sido tan fracturado, tan ultrajado y tan vapuleado que es preciso organizar cosas prácticas para que no se siga desmembrando.

En todos los países, sin excepción, hay derechos que los ciudadanos debemos exigir a voz en cuello, y no hacer concesiones: el derecho a la educación, pero igualitaria y que todos se capaciten para lo que mejor sean más aptos. Esta es una cuestión de vida o muerte. En igual importancia está el derecho a servicios de salud accesibles y de calidad. También a gozar de seguridad y vivir en un ambiente de paz y sobre todo, a confiar en el sistema judicial, que no haya atisbos de corrupción y que siempre estemos conscientes de ella.

Finalmente, y como una utopía para algunos de nuestros países, todos los ciudadanos tenemos derecho a contar con una biblioteca donde podamos tener acceso a información confiable y lecturas orientadoras. Esto es básico, porque una condición esencial de todo ciudadano es que tenga conocimientos de historia y de ciencias.

El debate sobre la prevalencia de las tecnologías que hoy están en boga, como son el Internet y las redes, es el mismo que se dio hace unas décadas, cuando la televisión fue suplantando la plática en las reuniones familiares y la lectura, pero hay que entender que las tecnologías cambian, pero no lo que se piensa de ellas.

Hay que saber usarlas y no abusarlas, y que una no reemplace los gozos de la lectura y la conversación.

Momentos mágicos que invitan a reflexionar sobre a quiénes nos importa el futuro, ejerciendo la ciudadanía de frente.