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DAÑOS COLATERALES

Por Mariela Sagel, La Estrella de Panamá, 25 de diciembre de 2016

En esta batalla sin tregua que estamos dando los columnistas de La Estrella y El Siglo, de la mano con los periodistas, trabajadores y ejecutivos de esa empresa, gremios, sociedad civil, empresarios, sindicatos, defensoría del pueblo y algunos partidos políticos (ojo, que ni el Panameñista ni Cambio Democrático han manifestado solidaridad en esta violación al derecho de la libertad de expresión) ha surgido un nuevo término que va de la mano con la cándida frase que emitió el embajador gringo hace 7 meses:  “daño colateral” en vez de “razones para creer”.

El presidente del grupo GESE, Eduardo Quirós expresó recientemente en entrevista de radio que los «periódicos son un ‘daño colateral’ que el país no debe permitir, se trata del derecho de información de los panameños».  En los mismos días en que estábamos –y aún lo estamos— inmersos en esta lucha, salió un artículo en la popular revista Semana, de Colombia, titulado “La peor de las guerras”, en referencia a cuando el presidente Juan Manuel Santos recibía el Premio Nobel de la Paz en Oslo, Noruega.  El columnista, Antonio Caballero, señala como el responsable de todos los conflictos, y del peor, — la  guerra decretada por los Estados Unidos, “policía planetario, criminal planetario”— a las drogas, que ellos mismos alimentan y crean para sustentar su afán de armamentismo.

“De todos sus crímenes imperiales, el peor que han cometido los Estados Unidos en sus dos siglos de historia ha sido éste. Peor que sus invasiones militares y sus despojos territoriales en nombre de la libertad, que sus estrangulamientos económicos de países rebeldes en nombre del capitalismo, que sus derrocamientos y asesinatos de gobernantes indóciles en nombre de la democracia…. su más grande crimen ha sido el de imponerles su hipócrita y devastadora y por añadidura inútil guerra contra las drogas a todos los demás países del mundo. Una guerra que libra cada uno de ellos contra sí mismo por cuenta de la impotencia interna de la prepotente república imperial que con todo su poderío es incapaz de hacer cumplir sus propias leyes por sus propios ciudadanos. Y en consecuencia les traslada la tarea a todos los demás. A los países productores de drogas prohibidas por los Estados Unidos, como Colombia; o de tránsito en su tráfico hacia los Estados Unidos, como México; o que nada tienen que ver con lo uno ni con lo otro. Una guerra insensata que hasta los propios Estados Unidos libran contra ellos mismos. Y, aunque la puedan imponer, son los primeros en perderla”.

El término que utilizó el Lic. Quirós para referirse a la sentencia de muerte que ha emitido la OFAC a La Estrella y El Siglo no puede ser más acertada.  Un daño colateral es un término utilizado por las fuerzas armadas para referirse al daño no intencional o accidental producto de una operación militar. El término comenzó siendo un eufemismo acuñado por el ejército de los Estados Unidos durante la Guerra de Vietnam, y puede referirse a fuego amigo o al asesinato de civiles y destrucción de sus propiedades.  Entendemos ahora que, en su supuesta persecución por los dineros que según las “razones para creer”, se mueven en Panamá y financian el narcotráfico, escogieron aquellos grupos que, además de todo lo que alegan perseguir, tiene un conglomerado periodístico que ha sido un ejemplo de independencia editorial desde que la familia Waked lo compró, y que suma siglo y medio de existir en el país.

Nuestro gobierno, que desde el mes de mayo debió emitir un pronunciamiento fuerte en torno a esta afrenta, ahora anda correteando respuestas en el departamento de estado, a sus tibias notas enviadas tardíamente y como quien no quiere la cosa, piden una extensión de un año a la licencia de operación.  Para no dejar en evidencia la irresponsabilidad de las declaraciones del diplomático gringo, se erigen en los salvadores, un poco demasiado tarde, y seguro querrán que se les reconozcan y se les agradezcan “sus buenos oficios”.  Utilizando la frase de moda por la muerte del Guerrillero del tiempo, en este caso ni al Presidente, la Vice Presidenta y Canciller, ni el Ministro de Economía y el resto del gabinete, incluso los que irresponsablemente se auto excluyeron del asunto aunque era su deber interceder, “la historia no los absolverá”.