De lo malo, lo peor
MARIELA SAGEL*
31 de Octubre de 2010
La Estrella de Panamá
Tuve la oportunidad de participar de un Seminario de Comunicación Política y Marketing Público la semana pasada, dentro del programa de capacitaciones que lleva a cabo la George Washington University, con sede en Washington, D.C. Esta institución académica, de gran prestigio, especialmente por su escuela de postgrado en Political Management, organizó este curso, en su octava edición, bajo el lema ‘Ganando el apoyo ciudadano: generando aceptación pública’.
Más de cien asistentes —entre comunicadores, políticos y otros relacionados— estuvimos recibiendo las extraordinarias (y a veces no tan buenas) directrices de los instructores que fueron una combinación de los mejores profesores de la universidad, con profesionales que actualmente son protagonistas de las campañas de comunicación más importantes del continente y del mundo.
Conferencistas de la talla de Joe Trippi (autor del libro The Revolution will not be televised), que ha dado cátedra en cómo las nuevas tecnologías generan apoyo ciudadano (redes sociales, herramientas de Internet, etc.); Tony Bawidamann, que desarrolló el tema Comunicación política e imagen positiva del gobierno —algo tan difícil de mantener en un medio donde el funcionario está siempre expuesto a la crítica—; Evan Tracey, con una extraordinaria charla de lo que debe ser la comunicación estratégica para el gobierno; y Frank Sesno, director de la escuela de Medios y Asuntos Públicos de la Universidad, y con vasta experiencia en la radio, nos brindaron sus teorías.
Por el lado de las vivencias, tuvimos el privilegio de escuchar el testimonio de dos protagonistas del caso chileno, cercanos a la presidenta Bachelet y cómo campeó el ser la primera mujer electa presidenta en un país primordialmente machista, así como los grandes retos que tuvo que enfrentar —se hizo especial énfasis en la crisis del transporte que produjo el Transantiago— la intervención del ex alcalde de Quito y ex presidente de Ecuador, Jamil Mauad, la desafortunada intervención del jefe de comunicaciones del alcalde del Distrito Federal de México, aspirante a candidato presidencial, que no separó su rol de facilitador del proselitista y casi arma un grito de Dolores en medio de la conferencia. Igualmente la participación de dos de los más destacados conductores de la cadena de noticias CNN en español, Andrea Bernal y Juan Carlos López y la magnífica clausura de Ramón Guillermo Aveledo, secretario ejecutivo de la Mesa de la Unidad Democrática, cartel de partidos que se unieron para adversar al presidente venezolano en las últimas consultas electorales que han llevado a cabo.
Puedo hacer un artículo de cada una de las participaciones, aún de la que casi produjo un cisma en la conferencia. En éste quiero destacar una de las que más llamó mi atención, porque da continuidad al tema que traté la semana pasada, que es la libertad de expresión que debe prevalecer en nuestras sociedades democráticas, de la mano de la libertad de información veraz que tenemos todos los que nadamos en este mundo de paradigmas, percepciones y manipulaciones mediáticas.
La charla fue la de Evan Tracey, que es fundador de una empresa líder en investigación relacionada a gastos en los medios para publicidades políticas y de relaciones públicas. Estableciendo sus reglas básicas, destaca el punto que lo que se induce como una percepción acaba siendo lo que realmente la gente piensa de un tema. Lo importante que es saber interpretar el sentir del público, determinante para que se salga vencedor en una campaña. Lo fundamental que es tocar la parte emocional. Lo más relevante para mí, el uso de las campañas sucias: las dos formas de hacerlo, mediante el uso de videos de lo que ha dicho un político y de publicidad negativa. Mostró algunos casos de campañas sucias y en el período de preguntas y respuestas le interpelé sobre los controles que existen sobre éstas. Me explicó cómo se regulaban y, al decirle que en Panamá habíamos pasado una elección recientemente con las peores campañas sucias que podamos recordar, me apuntó: ‘por supuesto, se llevaron a los peores y más sucios de aquí’.
No pude preguntarle al mexicano dónde se hacían las postulaciones a mejor y peor alcalde del mundo, (él alega que su patrón va a ser el mejor), porque yo tengo un candidato para el peor.