DIABLOS AMARILLOS
Por Mariela Sagel, El Siglo, 16 de septiembre de 2019
Cada cierto tiempo vuelven los conductores de taxi a levantar su único bastión a favor, que es el que tienen contra las plataformas tecnológicas como Uber o Cabify. No se dan cuenta que al denunciar que son una competencia desleal, deben mirarse en ese espejo: mientras sigan con sus prácticas desordenadas, no ofrezcan seguridad al pasajero y mucho menos la facilidad que puedan pagar con tarjeta de crédito o débito (esto convendría mucho a los turistas que no necesariamente manejan dólares) muchas más personas buscarán otra opción.
Ahora han venido con el cuento de que debe ser regulado, cuando desde el principio se ha regulado el servicio, llegando inclusive a sacar los conductores que no son nacionales. ¿Pero quien regula a los “no voy”, al desorden injustificado en el manejo, a que suban más de un pasajero que no tiene nada que ver con el o los que ya están en el taxi, por cobrar dos carreras en una? También deberían exigírseles taxímetros, como en todos los países, y no cobrar lo que les venga en gana.
El transporte selectivo (léase taxis) los regula la Autoridad de Tránsito y Transporte Terrestre (ATTT) que tan mala fama se ha ganado por la displicencia con que se ha manejado, no metiendo a los conductores de buses y taxi en cintura. Los taxis pueden llevar ahora el mote de “diablos amarillos” que llevan los buses “diablos rojos”.
Las plataformas tecnológicas de transporte invierten mucho para que los conductores y, por ende, los usuarios, tengan acceso a tecnología de punta. Cuando uno pide un servicio, puede ver quién conduce, el color del auto y de la placa, por lo que son más seguras. Puede que se les califique de elitista porque definitivamente no es para toda la población, pero alivia un gran peso a las necesidades de aquellos que están sujetos a los caprichos de los taxis “no voy”. Empiecen por decidir que “sí van”.