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DISTRACCIÓN CHINA

Por Mariela Sagel, La Estrella de Panamá, 24 de noviembre de 2017

     Mientras el presidente y su séquito de acompañantes siguen de viaje por China, en el país se están dando juicios, condenas y confesiones sobre el escándalo más grande que hemos vivido en los últimos tiempos en relación con los sobornos que pagó la empresa constructora Odebrecht.  Si tal como parece, hay funcionarios de este gobierno (que formó parte del anterior) involucrados en serios actos de corrupción, toda la parafernalia en torno al fastuoso viaje presidencial parece una fábula –cuentos chinos– para que nos distraigamos en entender los 19 acuerdos que se han firmado con ese país, el tren bala que nos llevará en un par de horas de Panamá a David, y todas las otras ofertas con que el gigante asiático nos está mareando.

Y aclaro, considero que el logro más importante en tema diplomático de esta gestión ha sido el establecimiento de relaciones de Panamá con la República Popular de China.  Pero esto no fue una decisión o iniciativa propia, sino que ha sido el resultado de 21 años de conversaciones, desde que la Oficina Comercial de ese país puso pie en el nuestro.  De allí se fundó, hace 15 años, la Asociación de Amistad con China y a través de ella muchos hemos conocido las ventajas y avances de ese gran país.

Por toda la sensibilización que ha hecho esa oficina las relaciones con China y no con Taiwán han sido acogidas con entusiasmo, y se logró romper con la “política de chequera” con la que mantiene sus relaciones diplomáticas la isla de Formosa con una veintena de países en el mundo.  Los Estados Unidos y Rusia, las dos grandes potencias mundiales, tienen desde hace años relaciones con China, el primero desde 1979 y el segundo, por afinidades ideológicas, desde 1949, las que fueron ratificadas por la Federación Rusa después de la caída de la Unión Soviética, en 1991.

Pero mientras sigue el periplo, y llueven las promesas, la atención mediática se ha centrado en toda la bonanza que traerán los chinos a Panamá y esto echa un tupido velo sobre las delaciones que se están dando, en audiencias secretas de las que solamente nos enteramos de los resultados.

Estas delaciones o confesiones o como se les quiera llamar se han concentrado en los “tontos útiles”, los testaferros que utilizaron los verdaderos involucrados y como dicen en el mundo financiero, “seguir la ruta del dinero”, no se practica.  Algunos medios tienden a acallar los temas sensitivos al gobierno, como los negocios del hermano de la Canciller y vicepresidenta y los dineros recibidos por el cabildero de la campaña del partido del presidente.  Este diario, como ha sido su compromiso con la verdad, no ha pospuesto estos temas “para cuando la comitiva regrese”, y no estropearles el viaje.

Debemos recordar que los chinos vinieron a Panamá como mano de obra de la construcción del ferrocarril transístmico, idea que fue originalmente de Simón Bolívar en 1827, después fue de otra empresa fallida de los franceses y al final lo hicieron los gringos, que aprovecharon la Fiebre del Oro de California.  Podemos remitirnos al suicidio masivo que cometieron los obreros asiáticos por ataques de nostalgia (y dicen que por falta de opio), así como la comercialización de los cadáveres que, por la pobre salubridad que existía en este malsano clima, se realizaba para los estudios de medicina.

Pero volviendo a lo prometido por China, ver para creer.  Auscultar bien no solo los acuerdos sino los compromisos que adquirió nuestro gobierno. De igual forma, entender que los estadounidenses han sido desplazados no solo en Panamá, sino en todo el mundo por el dragón de oriente.  Hasta el 2011, los Estados Unidos tenían la economía más grande del mundo y China la segunda más grande, mientras que China tiene la población más grande y Estados Unidos la tercera.

Y regresando al tema Odebrecht, sigamos viendo el desfile de los peces chicos que van a devolver supuestamente varios millones y aquí, como quien dice, no ha pasado nada.  Exijamos que se cumpla con los procesos como debe ser, se informe sobre los mismos y se sepa toda la verdad.  Parafraseando a Mafalda, “Vivimos en un país raro, la clase obrera no tiene obras, la clase media no tiene medios y la clase alta no tiene clase”.  Agregaría yo, la justicia no imparte justicia y no es justa