Publicado en La Estrella de Panamá Türkiye Vida y cultura

EL FLORECIMIENTO DE LA CIVILIZACIÓN

Por Mariela Sagel, en La Estrella de Panamá, 5 de septiembre de 2021.

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Desde nuestras clases de geografía en la escuela nos enseñaban que los ríos Tigris y Éufrates eran los que enmarcaban el nacimiento de la civilización durante el cuarto milenio AC y el Éufrates, concretamente, permitió el florecimiento de Sumeria.  La confluencia de ambos, creando un valle, fue el escenario para que surgieran dos grandes imperios, el de Babilonia y el de Asiria, y ambos definieron Mesopotamia. Al unirse forman el río Shatt Al Arab, que desemboca en el Golfo Pérsico.

     Ambos ríos nacen en Turquía y atraviesan Anatolia para pasar por Siria e Irak.  En la Biblia es conocido como “el río” y es el cuarto río en el Génesis.  Como atraviesa zonas áridas, su caudal es aprovechado para alimentar sus riberas y, al ser Irak el último río en su travesía, este país ha tenido temor de que Turquía y Siria aprovechen sus aguas mediante presas.

     El río Éufrates nace de la confluencia del río Murat con el río Kara, a unos 70 kilómetros del lago de Van, que reseñé el domingo pasado, a mitad del camino de éste y el Monte Ararat, donde se presume que están los restos del Arca de Noé. En sus aguas están sumergidas unas mezquitas que fueron inundadas y sobresale el minarete y también en sus alrededores hay una rosa negra que, desafortunadamente, no estaba en floración cuando las visitamos.

     Navegar por el Éufrates es una sensación indescriptible.  Rodeada de riscos pedregosos, parece un paisaje nórdico de fiordos.  Se hace lentamente, en barcos que no hacen mucho ruido en sus motores (pero si ponen música estridente sí disminuye el placer que nos invade por encontrarnos en ese sitio histórico).

     La longitud total del río es de 2,289 kilómetros, correspondiendo a la geografía turca solo 526 kilómetros.  Al acercarse al río, por estar en los bajos de formaciones profundas, se ofrece un espectáculo inolvidable para los que andamos detrás de la historia y de beber de ella.

ZEUGMA Y SUS MOSAICOS

La niña gitana, el más famoso de los mosaicos de Zeugma
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     La antigua ciudad de Zeugma es reconocida mundialmente por sus mosaicos, el más famoso e icónico es el de “Gypsy Girl” (niña gitana). En esa región, que está en la provincia de Gaziantep, han dejado su huella la época paleolítica, neolítica, chalcolita, la edad de bronce y de hierro, a las que siguieron los hititas, mitanni, asirios, persas, alejandrinos, romanos, bizantinos, árabes y turcos islámicos.  Después de los hititas, la región estuvo bajo el control de Alejandro Magno, rey de Macedonia en 334 AC mientras hacía su campaña en Asia.  A su muerte, los seléucidas fueron sus regentes para posteriormente formar parte del imperio romano en el año 64 AC.  El río Éufrates cobró importancia en este período porque era la frontera natural del imperio, donde se apostaban las tropas para su defensa.  A pesar de que los romanos se encuentran por todos lados, los más importantes vestigios de su civilización se hallan en la región de Zeugma, identificados por sus mosaicos, que ofrecieron una visión de la vida que llevaban las familias en el segundo y tercer siglo.  Esa niña gitana se convirtió en el símbolo de la época romana en estas tierras del Asia menor.

     En el afamado museo del mosaico de Zeugma se encuentra la más grande exhibición de mosaicos en el mundo.  Como todos los museos de Turquía, son mantenidos con preciosismo y meticulosidad y éste, particularmente, mereció el Premio Presidencial de Cultura y Arte en 2012.  Revive las mansiones a orillas del Éufrates que tenían en sus pisos las más hermosas representaciones de mitos y leyendas en forma de piscinas, que muestran las costumbres de la época.  Representa el poder y la riqueza de la que gozaba esta región, parte de la Ruta del a Seda.

     El museo está diseñado para mostrar cómo era la vida que llevaban sus habitantes y los mosaicos están restaurados casi en su totalidad con absoluta precisión.  Tiene tres edificios donde cada uno muestra una etapa del desarrollo de Zeugma, en un área total de 30,000 metros cuadrados y tres pisos de altura.  Allí se recrean los baños romanos y las terrazas de la ciudad.

     Las villas de Poseidón y Éufrates han sido reconstruidas fielmente con sus mosaicos originales, frescos en las paredes, fuentes y columnas, lo que nos ofrece un perfil de lo que era la vida hace 2,000 años.

     Una de las más importantes piezas con las que cuenta el museo es una estatua del dios de la guerra (Marte, Ares, Poseidón o Zeus, dependiendo de la mitología que lo relate) que se puede ver desde todos los puntos del museo, y lo representa con una majestuosidad impresionante, a pesar de ser de pocas dimensiones.  Es de bronce.  Semeja un joven atlético, apoyado en su pierna derecha mientras que, en la izquierda, levemente doblada, tiene los dedos flexionados.  Su brazo derecho está levantado agarrando una lanza mientras el izquierdo, en un ángulo de casi 90 grados tiene un artefacto con terminaciones simétricas semejando un arco.

     Pero la joya del museo es el famoso y emblemático mosaico de la niña gitana o “Gypsy Girl”, exhibido en un salón especial oscuro en el segundo piso, al que se llega en una especie de laberinto que crea una atmósfera de misterio y tensión.  Este pequeño mosaico fue robado, estropeado y devuelto para su restauración en 1960 por una universidad estadounidense.  Tiene una antigüedad de 2,000 años y fue parte de las incursiones detrás de los pasos del omnipresente Alejandro Magno.

     Las salas se conectan mediante puentes de acrílico que permiten apreciar la belleza que se ha recreado abajo y algunas áreas contienen mosaicos de la época bizantina, recuperadas de las iglesias en los alrededores de Gaziantep.

     También se muestran mosaicos del siglo 6º AC y se cuenta con un laboratorio que ocupa unos espacios de unos 1,500 metros cuadrados y donde se puede restaurar mosaicos o murales de hasta 350 metros cuadrados.  El laboratorio, cuyas paredes son de vidrio, permite a los visitantes apreciar el minucioso trabajo que realizan los restauradores.

Cedida

     Considerado el museo más grande del mundo en su especie, con 2,248 metros cuadrados de mosaicos restaurados y 140 metros cuadrados de frescos restaurados, así como fuentes, columnas, sarcófagos y otros elementos arquitectónicos, su visita es una experiencia inolvidable.

     Y para coronar esta visita, nada mejor que disfrutar de el dulce originario de Gaziantep, el baklava, y del pistacho, de donde es originario.  Por todos los lados es una visita de ganar, en conocimiento y en paladar.