Mi amigo y colega Álvaro González Clare aportó con la presentación de su libro a aliviar lo inextricable que se ha vuelto el desarrollo diario de la política criolla, al punto que parece que los locos son más en este país.
Álvaro presentó su libro Sobre el amor, el tiempo y otras inquietudes, un compendio de sus columnas mensuales que ha publicado por diez años en la revista Mundo Social, bajo el título de «Las inquietudes de don Álvaro». Confieso que poco he leído la revista, a pesar de recibirla mensualmente en mi casa, porque tengo tanto que leer para estar al día que tuve que prescindir de las revistas «Light» por no decir sociales. Pero Álvaro es un ser especial, lleno de inquietudes, como reza su columna y el haberlas exteriorizado e irlas develando y evolucionando con ellas (porque el asunto de escribir es 95% oficio y 5% talento) y compartiéndolas con todos es algo digno de emular. Para los amantes de los libros, es un gozo poder abrir todos los días una página, como quien lee la Biblia, y degustar el vuelo de las mariposas, como la que adorna la impecable portada.
Como él mismo lo señaló en sus amenas palabras de presentación, rebuscando en sus memorias fue encontrándole sentido a la vida, a los sentimientos y se le fue haciendo cada vez más profundo el tema de escarbar en los sentimientos, especialmente en el amor, la espiritualidad y el sentido de la vida.
Una crítica constructiva (o varias): la editora, al presentar el libro, se refirió a un «refrán popular» el que un hombre o una mujer tienen como obligación en la vida plantar un árbol, tener un hijo y escribir un libro. Este «refrán» se le atribuye a José Martí, según lo he entendido por más de 30 años. Por otro lado, no encuentro por ningún lado de la edición el ISBN que corresponde al International Standard Book Number (en español, ‘número estándar internacional de libro’), un identificador único] para libros, previsto para uso comercial. Se gestiona en la Biblioteca Nacional de Panamá. Dicen los entendidos que sin ese registro, como el refrán de las páginas amarillas, el libro simplemente no existe.
Y por último, la letra es muy pequeña, aún para una persona con una visión que no necesita gafas para leer como la mía. Valdría la pena saber dónde estarán vendiendo el libro para los que no asistieron a su presentación.
En hora buena Álvaro por tan feliz iniciativa de hacer un compendio de tus columnas. En la presentación tuve la oportunidad de saludar y conversar con dos de mis inolvidables profesores de la Facultad de Arquitectura, Rodrigo Mejía Andrión y Jorge Riba, éste último doblemente colega mío, porque además de arquitecto, también fue ministro de Gobierno. A algunos arquitectos nos une este delirio de escribir y los que menciono son de los más destacados ejemplos vivos.