RITA SAGEL DE SWYTER
La Estrella de Panamá, 10 de Junio de 2012
Durante un curso virtual de Gestión de Proyectos Operativos que tomé recientemente, propuse a mi grupo que desarrolláramos la idea de iniciar un programa de reciclaje a nivel comunitario, ya sea un edificio de múltiples apartamentos, junta comunal o un vecindario. Noto que hay iniciativas de reciclaje de parte de las empresas privadas. Sin embargo, estos esfuerzos toman la vía fácil y se enfocan en reciclar el material menos dañino al entorno —papel, cartón y tetra Pak— y no incentivan el reciclaje del material más dañino —el plástico— o de reciclar el más comercial —el aluminio.
En mis indagaciones, confirmé que hay comercializadoras en todo el país que aceptan toda clase de materiales. Parte de mi investigación incluyó averiguar cómo establecer la recolección en grandes cantidades. En resumen, se necesitan dos toneladas de desechos debidamente segregados para que una comercializadora nos tome en cuenta, y pague en base a la tasa establecida para cada producto. Los ingresos son ínfimos, y llegué a la conclusión que los ciudadanos conscientes estamos librando una batalla que nunca ganaremos hasta que exista una visión gubernamental que apoye nuestros esfuerzos.
No es una meta muy difícil de alcanzar que la Autoridad del Aseo contemple dentro de su misión y visión el establecer sistemas y procesos que faciliten la recolección de material reciclado en grandes escalas. Para una entidad de esta índole, es mucho más fácil invertir en una infraestructura de camiones y establecer rutas que hagan la recolección consistente en vez de que ciudadanos privados se aventuren a organizar voluntarios para estos menesteres.
La actual acción voluntaria de empresas privadas se puede ampliar con premios o incentivos corporativos para que haya muchos más centros de acopio en diferentes partes de las ciudades y con una gama más amplia de desechos a recolectar. Las empresas privadas tienen mejor infraestructura para construir recipientes grandes en sus estacionamientos y coordinar el uso de sus camiones para el transporte si es necesario.
En cuanto a la sensibilización y educación que se requiere para que juntos, como ciudadanos responsables, hagamos esto bien, ya tenemos planes y materiales didácticos creados por algunas ONG y por supuesto tenemos que liderar a nivel comunitario y simplemente educar y volver a educar. La respuesta de muchos es que eso no se puede hacer aquí, porque ‘así es el panameño’. Mi respuesta es que así somos los seres humanos y, sin embargo, en otras sociedades, la responsabilidad gubernamental ha moldeado y modificado esa característica de nuestra humanidad.
Actualmente, los que nos preocupamos por estos temas y decidimos cada día qué dejamos de consumir o preferimos un producto sobre otro por su envase, tenemos que tener mucho amor a la causa; pues, para entregar el dañino plástico o reciclar el aluminio, tenemos que hacer viajes fuera de nuestras rutas diarias para llegar a centros de acopio que aceptan estos materiales. No todo el mundo tiene el tiempo para eso y estas acciones individuales contribuyen a más congestión vial en una ya caótica ciudad. Algunos dirán que los pongamos con la basura y alguien lo recogerá. Lo triste de eso es que hay personas que escarban la basura o vertederos, —una actividad insalubre y denigrante—, y los desechos así pierden gran parte de su valor comercial por estar contaminados.
Sería maravilloso que la gestión gerencial de la Autoridad del Aseo fuera más allá de cómo se recoge mejor la basura, con sus novedosas barredoras de calles y cuadrillas de trabajadores, y abarcara programas que establezcan un robusto sistema de recolección de reciclaje, mientras se educa a la ciudadanía en el correcto método de recolección. Con suficiente masa crítica, los esfuerzos de los ciudadanos conscientes seguro que se propagan y podemos contemplar la recolección colectiva a muchos niveles comunitarios.
INGENIERA Y VOLUNTARIA PROFESIONAL.