Tantas veces he querido escribir del transfuguismo político y tantos otros temas más actuales se me cruzan por delante que los detalles sobre los tránsfugas (donde ahora se suma una persona a quien respetaba mucho, Guillermo Cochez) que los dejaré para otra ocasión. Pero tampoco voy a escribir del «buen salto, Rubén» que catapulta al general Noriega, ni del salto de Irving Saladino, que colocó a Panamá en un lugar privilegiado, sino de los acontecimientos recientes, de campañas sucias, negativas y las reacciones de los que deben mantener el equilibrio en los exabruptos que se dan aún, después de tantas lecciones, en los
mensajes políticos.
El partido gobernante, al que pertenezco, se prepara para unas primarias y pareciera que los mensajes entre los precandidatos a la Presidencia suben de tono en la medida en que se acerca la fecha en la que se celebrarán. No vi tal comportamiento en las fechas anticipadas a las primarias arnulfistas ni tampoco en las dos elecciones primarias que anteriormente vivió nuestro partido. Coincidiendo con ciertas escaramuzas que se dieron, donde denuncias fueron y vinieron, en relación a los señalamientos de uno de los contendores
contra la candidata que aparentemente tiene las preferencias del electorado perredista, se da un «debate» organizado por un canal de televisión, con la participación de pseudoanalistas políticos que le tiran a matar a todo lo que huela a PRD.
Si bien el formato era totalmente cerrado y poco amable con los participantes, el resultado fue una vergüenza para un partido que se dice monolítico y con amplia democracia. Los principales contendientes tuvieron su encerrona, buscada además, sin haberse preparado para resistir los embates. Los analistas invitados fueron más puntuales en sus observaciones, precisamente porque algunos (no todos) no tienen agendas políticas y están preocupados realmente por el rumbo que tome este país. A pesar de la mediocridad de las intervenciones, otra vez salió airoso -aún cuando trastabilló en relación con el CEMIS y perdió la oportunidad de aclarar muchas cosas- el candidato que no lleva chance, Laurentino Cortizo y con el mejor perfil.
El tono de las acusaciones que se están dando a nivel de las precandidaturas preocupa, sobre todo porque el 14 de abril pasado todos sus protagonistas firmaron un pacto ético, con bombos y platillos y las campañas sucias o negativas han ido en aumento al punto que veo con preocupación cómo será cuando pasemos a las elecciones generales. Eso pasa por tener a casi todo el CEN del partido corriendo para un puesto clave. No hay quien ponga orden en ese colectivo. Encima, precisamente por la falta de un liderazgo coherente,
se dispara otro pseudoanalista con una trayectoria errática (como dijeron en Trocha Abierta) lavándose las manos de una campaña sucia que supuestamente se tramaba en los cerebros de unos asesores extranjeros. No entiendo todavía si buscaba protagonismo o una chamba en algún canal local, pero no pasó de ser una bala perdida en medio de este intercambio o un salto al vacío sin paracaídas.
Y si por estos lados llueve, por los alrededores no escampa. Entre los destinatarios de mi próximo análisis sobre transfuguismo incluiré el deplorable papel que ha hecho el Partido Liberal y también, el candidato de
las cutarras. Uno en la vida tiene que ser consistente y no buscar cómo caer siempre con paracaídas de oro. Aprender de los errores y no volverlos a repetir.
Se dice que Irving Saladino no tuvo ningún apoyo del Comité Olímpico y si bien recuerdo, hasta problemas para llegar a Beijing confrontó por la falta de un respaldo gubernamental. Cuando estoy escribiendo este artículo recién pasa la borrachera de su recibimiento, del concierto bajo la lluvia y del espléndido cheque que recibió el atleta que puso a Panamá en el mapa olímpico, a todos los niveles. Como soy fiel creyente del proverbio árabe «me sentaré a la puerta de mi tienda para ver pasar el cadáver de mi enemigo», seguramente ha sido más incómodo para el desprestigiado dirigente del Comité Olímpico que para el resto de los que lo repudiamos el tener que aceptar el gran salto del colonense y el triunfo para el país que le negó su apoyo en determinado momento.
Carlos Fong, un intelectual loco que ha intentado darme clases de cómo escribir, escribió una reflexión en relación a todo este delirio que se tomó al país: «Si bien es cierto que se debe castigar a los delincuentes y
criminales, no es menos cierto que construyendo más cárceles resolveremos el problema de la delincuencia. Hay que dar un salto, un gran salto hacia la concepción de país que queremos», y agrego yo, eso sólo se da con la educación, con el fomento a la cultura y las artes, al deporte y sobre todo, con un cambio de actitud hacia los valores de la vida. Un gran salto cualitativo en la conciencia de los panameños.
A Irving Saladino le cae bien el mote: «Buen salto Irving». La población entera celebró con júbilo su triunfo, no así lo hacen para apoyar una mano durísima o unos ataques desaforados a una promesa de campaña incumplida. La libertad de expresión no la ostentan los que quieren difundir la verdad, sino los dueños de los medios, que nos abomban con malas noticias o cercenan el incentivo a las buenas nuevas. A ver si saltamos para ser coherentes, consecuentes, críticos y responsables de nuestras acciones.