ARQUITECTO DEL MODERNISMO
MARIELA SAGEL
Facetas, 7 de julio de 2013
El nombre del artista catalán se ha convertido en un sinónimo de arquitectura moderna. Obras como las casas Batló y Milà, el Parque Güell y el templo de la Sagrada Familia lo han puesto de moda
Si Antonio Gaudí viviera el pasado 25 de junio habría cumplido 166 años. Pero la muerte se lo llevó en 1926, no sin antes dejar un conjunto de obras arquitectónicas que han trascendido su mortalidad y que han hecho que la ciudad de Barcelona sea sinónimo de arquitectura modernista.
Su sello no cabe dentro del modernismo, pero, irónicamente, todo el modernismo cabe perfectamente dentro de la obra de este catalán. Sus afamadas construcciones -las casas Batló y Milà (la Pedrera), el Parque Güell y sobre todo, el templo de la Sagrada Familia, condenado a la eternidad de la incomprensión, y que nunca termina de construirse- lo han puesto de moda.
MARCA CATALANA
Cuando Woody Allen filmó Vicky Cristina Barcelona se adhirió a una marca país. Al sello de la ciudad condal, que es fácilmente identificable por la cerámica hecha con piezas de deshecho y unidas en argamasa (trencadís), que se le atribuye a Antonio Gaudí. Había algo que distinguía a este hombre adusto, que al final de sus días vestía desaliñado: un gran amor por su tierra natal, un arraigo desmedido al meditarreanismo, que lo influyó decididamente. Fue de la tesis de que los pueblos a la orilla del Mare Nostrum tienen un sentido innato del arte y del diseño, que son creativos y originales por naturaleza.
Su obra es muy personal e imaginativa. Dejó invaluables inventos -además del ‘trencadís’– como son las figuras paraboloide hiperbólica, hiperboloide de una hoja, helicoide, conoide y catenarias. A través de ellas logró desarrollar un lenguaje que plasmaba en sus construcciones.
Entre sus diseños destaca el del Templo Expiatorio de La Sagrada Familia -que es un monumento icónico de Barcelona- y fue concebido como si fuese la estructura de un bosque. Las columnas semejan árboles. Sus vigas son las ramas que soportan las estructuras abovedadas de hiperboloides entrelazados. Para que soportaran mejor el peso perpendicular, las columnas están inclinadas. El estudio estructural adaptado a las formas de la naturaleza es realmente digno de estudio y tiene mucha influencia del estilo gótico, pero se aleja de éste cuando la adapta a las formas naturales, lo que le dio un sello original, sencillo, práctico y estético.
EL MAESTRO
Antonio Gaudí fue atropellado por un tranvía cuando tenía 74 años. Como había descuidado su apariencia en los últimos años, entregándose con fervor a sus construcciones y su devoción religiosa, los que vieron el accidente pensaron que se trataba de un mendigo, y no le prestaron atención. Cuando finalmente le brindaron asistencia médica, no pudieron salvarle la vida.
Se le considera un genio creador que desarrolló un estilo propio, con mucho énfasis en lograr la técnica estructural pero manteniendo el valor estético. No dejó planos ni documentos al que uno se pueda referir. Sus diseños eran hechos tridimensionalmente sobre maquetas y con una cuadrilla pequeña de dibujantes y trabajadores.
Tuvo un gran mecenas, el conde Güell, que le permitió desarrollar algunas de sus más importantes obras en sus propiedades. Siempre cuidaba tanto la orientación de sus estructuras arquitectónicas para que éstas fueran funcionales, ventiladas, con luz natural y la incorporación de elementos ergonómicos en el mobiliario, que se adaptada a la anatomía humana de la forma más óptima.
Por la época en que le tocó vivir, incorporó elementos como la canalización del agua, gas y luz eléctrica y los adaptó de forma magistral a sistemas acústicos y de iluminación.
ANÁLISIS
Una obra visionaria
FRANCISCO JAVIER ERROZ | ARQUITECTO
En el 2002 se conmemoraron al los 150 del nacimiento del arquitecto catalán, con el lema ‘Un año para conocer a Gaudí’. En esa ocasión se llevaron a cabo más de 170 actos oficiales, con el objetivo entre otros, de ‘iluminar’ -hoy dirían ‘visibilizar’- esta importantísima y ‘excéntrica’ figura de la arquitectura de siglo XX.
Con siete de sus obras formando parte del Patrimonio Monumental de la Humanidad por la UNESCO -y desde el 2000 en proceso de beatificación- ya sería una figura digna de estudio sin necesidad de tomar en consideración la curiosa serie de calificativos que se aplican a su obra: ‘genio o loco’, ‘bizarro’, ’genio sublime’, y además, en mi opinión comestible (según Salvador Dalí), ‘sensual, túrgido, mediterráneo’, (para Gillo Dorfles), ’asombrosa, fascinante, horrible e inimitable’ (y según Nikolaus Pevsner’, ‘un maestro de la metáfora con base metafísica’ y ‘postmoderno totalmente convincente’ (lo señalaría Charles Jenks), ’chabacanería a lo Disney’ (abonaría G.V.Hensbergen).
La Gran Depresión de 1929, la Guerra en España (1936-1939) y la Segunda Guerra Mundial (1939-1945) de alguna manera impidieron el conocimiento y difusión de la obra de Gaudí, así como décadas de furia anti-ornamental del Movimiento Moderno, el Estilo Internacional y sus epígonos, tanto así que para S. Giedion, ‘gurú’ de la modernidad silenciosa, en ‘Espacio, tiempo y arquitectura‘ asegura que la figura de Gaudí tendrá que esperar. Probablemente hasta el Post moderno, para que se redescubra su figura.
Casi no publicó ni dicto conferencias. Su gran religiosidad –patente en toda su obra- así como el Catalanismo, socialismo y anarquismo, marcaron de buena manera la época de conflictos sociales que le tocó vivir al maestro.
Sintiendo verdaderamente el compromiso con la cultura arquitectónica actual, solo queda el recorrer -la única forma, sin prisa – la no muy extensa obra construida de A. Gaudí, casi toda en Barcelona y sus cercanías. Sugiero el techo de la Casa Milà, la casa Batlló, el Parque Güell, la Iglesia y Cripta de la Colonia Güell en Santa Coloma de Cervellò, cerca de Barcelona, etc.